Cádiz Flamenco: los guardianes de la fe
Israel Fernández, Encarna Anillo, José Valencia y Lela Soto protagonizan la tercera sesión del ciclo ‘Cádiz Flamenco’ demostrando que el legado del cante está en buenas manos
Tenemos, como en los chistes, una noticia mala y otra buena. La mala es que en unos años hemos perdido a la que tal vez sea la generación de flamencos más brillante de todos los tiempos, desde Camarón a Morente, pasando por La Paquera, Fernanda y Bernarda, Menese, Lebrijano… La buena es que, del mismo modo que seguimos recibiendo la luz de los astros mucho tiempo después de extinguidos, el legado de estos y otros muchos maestros sigue calentando el corazón de los aficionados e inspirando a los nuevos artistas.
Los cuatro nombres que compusieron el jueves 5 de agosto el cartel del ciclo Cádiz Flamenco desmienten por sí solos a quienes se obstinan en extender el certificado de defunción del cante. Receptores dignos y responsables de esa formidable herencia, son los guardianes de la fe en el porvenir. Y el hecho de que se agotaran las entradas antes de abrir las puertas indica que el público los reconoce como tales.
Lela Soto, que no participó en la primera sesión por culpa de la Covid, pudo finalmente demostrar su valía en el Baluarte de Candelaria. Nacida en Madrid, pero enraizada en Jerez a través de una familia de tanto abolengo como los Sordera, comenzó su recital con sabor jerezano por soleá por bulerías. Estando en Cádiz, citó a El Mellizo para entrar en las malagueñas, que suele bordar, aunque también se acordó de Chacón y de La Trini. Otro de sus palos fuertes, los tientos-tangos, completaron un repertorio que culminó con las bulerías Sale la luna que popularizó su padre, Vicente Soto. Una voz limpia, dulce y a la par robusta, a la que ningún aficionado debería ya perder de vista.
«La de Lela Soto es una voz limpia, dulce y a la par robusta, a la que ningún aficionado debería ya perder de vista»
Le siguió José Valencia, el más veterano de la noche, cantaor de facultades vocales tan sobresalientes como conocimiento del paño, especialmente en los estilos afines a la Lebrija de sus raíces familiares. Tras la soleá inicial, logró poner al público en pie por primera vez por cantiñas, en la seguiriya demostró una vez más que su portentoso fuelle no está reñido con una impecable afinación, y acabó por bulerías a pelo en medio de una ovación rotunda.
Encarna Anillo jugaba en casa, pero los nervios le duraron lo que tardó en acomodarse en escena y arrancarse por soleares de Cádiz. La gaditana es de esas voces que se sacan un partido extraordinario, conectando siempre con la sensibilidad del público y vocalizando de maravilla. Siguió tirando de denominación de origen para dedicar unas alegrías a Felipe Scapachini, ese legendario cantaor de apellido italiano que una vez le cantó a Borges en Sevilla, y que se encontraba entre el público. Los tangos quiso dedicarlos a algunas figuras tutelares como La Marelu, El Falo y las Montoyas –con recuerdo especial para Carmelilla, desaparecida hace tan solo unos meses–, para terminar por bulerías por Pastora –la Canción del olé– y La Perla.
Y llegó por fin la hora de escuchar a Israel Fernández, ese cantaor de moda que está llamado a trascender todas las modas. Porque el flamenco, el arte en general, necesita ídolos, iconos, y este joven toledano –cosecha del 92, como Lela Soto– lo posee todo para convertirse en uno de ellos: tiene la juventud, la imagen, la claridad de ideas y la humildad. Y una garganta que no contiene una caja de música, como se ha dicho de él, sino una paleta de pintor: donde tantos otros suenan opacos, monocromos, el cante de Israel despliega colores, pájaros, flores.
«Israel Fernández tiene una garganta que no contiene una caja de música, sino una paleta de pintor: donde tantos otros suenan opacos, monocromos, el cante de Israel despliega colores, pájaros, flores»
Eso, y la afición demostrada: lo mismo por soleá, con Manuel Torre y Juan Talega como referencias, que por tangos con guiños a La Paquera y a Camarón, en las exuberantes bulerías o recordando a Paco Toronjo con unos fandangos a contrarreloj, porque la hora apremiaba. El fin de fiesta, un tanto atropellado también, nos regaló alguna bonita pincelada del baile de Pili Ogalla.
No quedaría completa esta crónica sin resaltar la magnífica labor de los respectivos guitarristas. Sobresalientes Rubén Lara, inspiradísimo hasta el punto de hacernos olvidar la ausencia de Diego del Morao como acompañante habitual de Israel, y el siempre imaginativo Juan Requena, pero no menos meritorios Antonio de la Malena y Pituquete: todos ellos nos hicieron recordar que la llama del cante se asienta sobre una buena bajañí de acompañamiento.
Ellos ya están haciendo su parte. Nosotros solo tenemos que poner la fe.
Ficha artística
Ciclo ‘Cádiz Flamenco’. Baluarte de Candelaria de Cádiz, 5 de agosto de 2021.
Cante: Lela Soto, José Valencia, Encarna Anillo, Israel Fernández.
Guitarras: Antonio de la Malena, Juan Requena, Pituquete, Rubén Lara.
Bailaora invitada: Pilar Ogalla.
Palmas: Manuel Vinaza y Diego Montoya.
Presentador: Juan Garrido.