¿Tienen futuro las peñas flamencas?
Gran error esta política de ajustes, porque las peñas llevan más de medio siglo luchando por el arte andaluz y sus protagonistas, que son los artistas del cante, el baile y el toque flamencos. Con sus propios medios, además
Las peñas flamencas empezaron a funcionar en Andalucía hace más de medio siglo y las hay ya por todo el mundo. Recuerdo que a Enrique Morente le llamaba mucho la atención este fenómeno, que se da en pocos géneros musicales. Nacieron ante la necesidad de que los aficionados tuvieran un lugar de reunión, cuando empezó a verse mal eso de reunirse en las tabernas para cantar o hablar de cante, e incluso a prohibirse cantar. Por ellas han pasado todos los grandes artistas de este último medio siglo, aunque ya van menos porque hay más mercado y sus cachés son inalcanzables para las peñas, que no son tablaos al uso, de esos para turistas, sino centros culturales que cumplen una función bien distinta a la de los locales comerciales.
Muchas de estas peñas son verdaderos museos, como las de Juan Breva en Málaga, la Platería de Granada o Torres Macarena en Sevilla, por citar solo a tres de las más antiguas e importantes del mundo. Son también centros de documentación y lugares de encuentro para aficionados, sin olvidar que promocionan a los nuevos valores y dan de comer a aquellos artistas modestos con los que apenas se cuenta en festivales y ciclos culturales. Existe desde hace décadas la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas, desde la que se promueven semanas culturales, congresos, concursos de nuevos valores y ciclos de conferencias, en ocasiones subvencionados y en otras sin ayudas públicas. Son en total unas cuatrocientas peñas nada más en Andalucía, con lo que estamos hablando de un colectivo que congrega a miles de socios y socias, en el que lo mismo hay pobres que ricos, lugareños y extranjeros de cualquier ideología política o religiosa.
Ya no se podría entender el flamenco sin las peñas y lo cierto es que no atraviesan su por mejor momento debido a la crisis económica. La Junta de Andalucía ha recortado las ayudas económicas a la mitad y algunas entidades no solo están amenazadas de cierre, sino que han sido precintadas por las autoridades, como fue el caso de la sevillana Torres Macarena, una entidad que es algo más que un lugar de reunión: esta peña es una institución en Sevilla que ha hecho más por el flamenco que la propia Junta de Andalucía. Hace unos días, José María Segovia Salvador, el actual presidente de las peñas de Sevilla y antiguo presidente de las andaluzas, me comentaba que la Confederación tendrá que devolver 150.000 euros de subvención por temas burocráticos, a pesar de que ese dinero ya se destinó a diversas actividades.
Parece como si no hubiera interés en que existan las peñas flamencas de las ciudades y los pueblos, como si planearan acabar con ellas una vez que el flamenco se ha consolidado en los teatros, muchos de ellos de la Junta de Andalucía y los ayuntamientos, porque los privados, cada vez más escasos, solo programan lo comercial. Gran error esta política de ajustes, porque las peñas llevan más de medio siglo luchando por el arte andaluz y sus protagonistas, que son los artistas del cante, el baile y el toque flamencos. Con sus propios medios, además, aunque estén subvencionadas desde hace años, si podemos llamar subvención a la dádiva que reciben, que este año no llegará a los 60.000 euros para repartir entre los varios cientos de peñas que existen en Andalucía. ¿Tienen futuro, pues, las peñas flamencas andaluzas? Interesante debate.