En vida, por favor
¿Por qué no les agradecemos en vida el trabajo que hicieron? ¿Por qué se tienen que morir las personas con la pena de no ser reconocidas cuando aún pueden disfrutar los homenajes? Y no lo digo solo por Manuel Herrera Rodas, que ha tenido importantes reconocimientos en vida.
Manuel Herrera ha tenido algunos reconocimientos, aunque pocos para la labor que llevó a cabo durante casi toda su vida en favor de nuestro arte. Pero ha muerto y ahora hasta han dicho que fue el padre de la Bienal, cuando se sabe de sobra que fue José Luis Ortiz Nuevo. En todo caso, Herrera fue uno de los padres del festival sevillano porque estaba en la Federación Provincial de Sevilla de Entidades Flamencas y esta institución fue vital en el asunto. Yo estaba el día en que se fraguó todo en Torres Macarena, de donde en verdad partió la idea de crear un concurso de cante, el Giraldillo, que compitiera con el de Córdoba porque le estaba comiendo el terreno a Sevilla.
Estaba porque en 1979 era presidente de la Peña Flamenca Antonio Chacón de Palmete, mi barrio. Tenía solo 21 años, pero andaba ya muy metido en el mundo del flamenco, sobre todo en el de las peñas, y fue el presidente de esta peña macarena, Manuel Centeno Fernández, quien dio la idea de crear el certamen que luego derivó en lo que hoy es la Bienal de Flamenco a través de un patronato del que nadie habla. Nunca voy a decir que fui uno de los padres de la Bienal, porque no sería cierto, pero sí que mi voto sirvió para que se creara.
«Fue el presidente de la Peña Flamenca Torres Macarena, Manuel Centeno Fernández, quien dio la idea de crear el certamen que luego derivó en lo que hoy es la Bienal de Flamenco»
Es justo reconocer la importancia de las peñas en la creación de la Bienal, y el papel de Manuel Herrera y Paco Cabrera de la Aurora, entre otros, pero no es justo que se ignore a Ortiz Nuevo de esa manera, ni a don Manuel Centeno. En vez de rendirle un gran homenaje en Sevilla, en la Bienal o fuera de ella, que eso sí que sería justo. Me refiero a José Luis Ortiz Nuevo, que ahora vive de nuevo en su pueblo, Archidona (Málaga), rumiando recuerdos y trabajando por reivindicar el papel de la mujer en el flamenco, como si nunca lo hubiera tenido, cuando a mediados del siglo XIX los productores europeos buscaban a la isleña María Borrico para que cantara en teatros de Europa.
¿Alguien le ha agradecido al trianero Emilio Jiménez Díaz la labor que llevó a cabo con el flamenco en Sevilla? Él sí que fue uno de los dos o tres padres de la Bienal y no le mandan ni una entrada. Y no solo eso, sino que dirigió durante años Sevilla Flamenca y creó el primer suplemento de flamenco en un periódico, el Correo Flamenco, en el Correo de Andalucía, donde por cierto comencé a escribir sobre este arte en 1984, gracias a él.
¿Por qué no les agradecemos en vida el trabajo que hicieron? ¿Por qué se tienen que morir las personas con la pena de no ser reconocidas cuando aún pueden disfrutar los homenajes? Y no lo digo solo por Manuel Herrera, que ha tenido importantes reconocimientos en vida.
Imagen superior: Recital de El Pele, foto de Claudia Ruiz Caro – Bienal de Flamenco