Nunca entenderé la postura que José Luis Ortiz Nuevo ha tomado respecto al fenómeno Rosalía. Es, sin duda, al flamencólogo que más respeto y admiro, pero en esto de la catalana no estoy nada de acuerdo con él. Respeto su opinión, faltaría más, pero esto que ha dicho en una entrevista de Alejandro Luque el Eldiario.es es un poco fuerte:

«En cada una de sus canciones hay catorce o veinte indicios flamencos. Lo que ella hace es lo que hizo Silverio en el siglo XIX y Pastora Pavón en el XX. Habría que ponerle velas y agradecer lo mucho que hace por este arte».

Esto no lo dice el de los quesos de Ronda, el señor Perujo, sino una las personas de más prestigio en el flamenco. Es probable que lleve razón y que los demás no hayamos visto la importancia de Rosalía como revolucionaria flamenca. Sinceramente, cuando se comenzó a hablar de ella me preocupé en escucharla y juro por Dios que aún no he sido capaz de escucharle un cante medio en condiciones. Da ojana por un tubo, le falta fuerza para coronar los cantes y falsea la voz de una manera como no he escuchado jamás. Comparar a esta muchacha con Silverio y la Niña de los Peines es, con todo el respeto debido al maestro de Archidona, un despropósito.

Me pregunto, sin ánimo de crear polémica, ¿qué llevamos defendiendo desde hace casi dos siglos? Creo que todos hemos tratado de defender lo que consideramos flamenco, con más o menos acierto. Y si ahora el Poeta defiende esto con el ardor que lo hace, no entiendo nada. Pero, ¿tiene que llevar razón José Luis porque sea el que es es? No tiene por qué. A mí me parece una barbaridad lo que ha dicho e intentaré argumentarlo con respeto y sin ánimo de crear polémica, insisto.

«¿Creen de verdad que las jóvenes cantaoras van a elegir como modelo a Rosalía? Es que esto sería un desastre para el cante jondo»

Cuando salió Silverio, en los cincuenta del XIX, el cante estaba aún en proceso de fijación de los estilos y no había aún cafés cantantes flamencos. Él empezó a cantar en las academias boleras de Manuel y Miguel de la Barrera, como Sartorio, Lorente, El Peinero o Juraco. Y cantaba los cantes de moda en esos tiempos, como eran la caña, las rondeñas de El Negro o las seguiriyas. Parece ser que no tenía un repertorio propio, ni que veía con un estilo nuevo, sino que se ceñía a los patrones de la época, con inclinación a la escuela gitana de El Fillo, según le contó a Demófilo.

Lo cierto es que triunfó y que en unos años casi todos cantaban por él, hasta los intérpretes gitanos: María Borrico, Fernando Ortega El Mezcle, etc. Fue una revolución en el cante, sin duda, desde el punto de vista musical y también desde el empresarial, porque creó una compañía de flamenco con la que recorrió España en una época en la que el arte jondo estaba ahí intentando encontrar su sitio. ¿Se imaginan que ahora todas las chiquillas quieran imitar a Rosalía? ¿En qué se convertiría el cante?

Más barbaridad es compararla con la Niña de los Peines, que fue una cantaora puente entre la tradición del XIX y la modernidad del XX. Una revolucionaria del cante, sin duda la más grande. Todas las que salieron después la eligieron como modelo y la mujer cantaora tuvo un papel en el cante que no había tenido jamás. No inventó un estilo nuevo. Bebió en la tradición, en su propia familia y en las artistas de su tiempo: La Sarneta, La Trini, La Juanaca, Carmen la Trianera, La Serrama o La Andonda. ¿Creen de verdad que las jóvenes cantaoras van a elegir como modelo a Rosalía? Es que esto sería un desastre para el cante jondo.

Es una cantante de éxito que utiliza elementos flamencos en sus canciones, pero nada más. Ojalá salieran cinco o seis más como ella, porque le vendría bien a la música española. Al flamenco no, este arte no necesita para nada a Rosalía, que ni siquiera sabe cantar flamenco. No sabe ni sentarse en la silla.