Conozco a Luis Suárez Ávila, del Puerto de Santa María, desde antes de que él me conociera a mí. O sea, desde hace décadas, cuando comenzaba a buscar todo lo que se hubiera escrito sobre el flamenco. Un día descubrí un artículo que trataba sobre los romances, tema en el que el célebre abogado e investigador es la máxima autoridad mundial si nos ceñimos al flamenco. Un día nos conocimos y nació una bonita y sincera amistad, siendo yo el más honrado, porque es él el gran maestro de los investigadores flamencos. Hablar con don Luis es como ir a la mejor biblioteca del mundo, por su nivel cultural.

Algunos hemos tenido el gran privilegio de entrar alguna vez en su casa portuense y te dan ganas de pedirle que te saque una cama mueble y quedarte en esa casa, aunque fuera en el hueco de la escalera. Luis vive entre libros, grabados y pinturas, documentos y recuerdos. Tiene incunables flamencos de un gran valor para los investigadores y alguna que otra fotografía histórica, como la que guardaba de Enrique el Mellizo, heredada de su abuelo materno, que publicó hace unos días en nuestro portal, liando el taco.

Hace mucho tiempo que le hablé de lo interesante que sería que escribiera sus memorias de aficionado e investigador y no lo vio claro. Sin embargo, mi insistencia y su generosidad sirvieron para que se decidiera y ya está en ello: hace unos días publicó su primer artículo y publicará el segundo antes de que acabe el mes. Luis va a contar su vida en el flamenco y les aseguro que vamos a disfrutar de lo lindo porque tiene documentación muy valiosa, buena memoria y el don de saber contar historias.

Agradecemos que haya elegido ExpoFlamenco y no otro portal, porque somos una revista de referencia y queremos tener a los mejores.