En el Arremate Flamenco de Priego
Disfrutamos de un buen día de cante, no se hizo pesado. Dos artistas en la primera parte –Amparo Ramos y Antonio Mejías– y dos en la segunda –Moisés Vargas y Rancapino Chico–. Bonito viaje, buen festival y mejor aceite.
No es Priego uno de los pueblos más flamencos de Córdoba, pero tiene sus aficionados y organiza sus cosas flamencas. Sí es uno de los pueblos más bonitos de Andalucía y allí estuve el pasado domingo 28 de abril para presentar el II Arremate Flamenco en el patio de la Casa de la Cultura, que se llenó de aficionados ocupando todas las sillas colocadas. Había un chiringuito con buenas raciones de montaditos, croquetas y mariscos, y un buen ambiente en general para ser un día de comuniones y elecciones.
Eso les sirvió a los artistas para salir con ganas al escenario, decorado con aperos de labranza relacionados con la recogida de la aceituna y la elaboración de uno de los aceites más buenos del mundo. Me recordó Priego a mi pueblo, Arahal, donde tenemos la mejor aceituna manzanilla del mundo y un aceite nada desdeñable, aunque no tenga la fama del de la Mancomunidad de la Subbética cordobesa.
Disfrutamos de un buen día de cante, sobre todo porque no se hizo pesado. Dos artistas en la primera parte y dos en la segunda. En la primera, me encantó Amparo Ramos, de Almodóvar del Río aunque afincada en Priego. Se quejó antes de salir que no estaba bien de la garganta, pero lo cierto es que derrochó fuerza y buen gusto, estupendamente acompañada a la guitarra por el joven profesor Manuel Ángel Calahorro, de Torredonjimeno, la preciosa localidad de Jaén.
Espectacular estuvo el montillano Antonio Mejías, un cantaor que debería estar más considerado de lo que está. Me encantó en todo lo que hizo, pero sobre todo cuando se acordó de Tomás en las soleares y de algunos creadores de fandangos, como Antonio el Sevillano o Manuel Vallejo. El maestro Antonio Carrión lo llevó como la seda y fue, en general, una actuación emocionante.
En la segunda parte, con demasiado calor ya bajo la carpa, Moisés Vargas demostró por qué es ya una de las nuevas voces onubenses de futuro. Tiene una fuerza tremenda, pero además maneja bien la voz y posee un metal muy flamenco. Es artista, así que nada le va a impedir ser un profesional de prestigio, porque tiene una voz muy cantaora y, al parecer, las ideas muy claras sobre lo que es y no es flamenco.
Cerró una de las mejores voces del momento, Rancapino Chico. No hay ahora mismo quien cante con más gusto, más ajustado al compás y más emoción. Es un cantaor de inspiración, pero su buena técnica le permite estar siempre a un nivel de calidad asombroso. Por alegrías nos llevó a la Caleta gaditana y por soleá bordó algunos cantes de Cádiz, estupendamente acompañado por Carrión.
Bonito viaje, buen festival y mejor aceite. Gracias a la Asociación Flamenca Antonio Mejías, a su presidente, Antonio Carrillo Expósito, así como al propio Mejías por tan amable invitación. Mereció la pena el viaje.