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El Festival de las Minas, ¿desacreditado?

Quienes llevamos más de treinta años yendo al Festival Internacional del Cante de las Minas, unas veces como miembros del jurado y las más como críticos invitados, sabemos bien el mérito que tiene lo que han conseguido: que en un pueblo como La Unión (Murcia), sin apenas tradición de flamenco, tengan en la actualidad el festival más mediático del mundo


Quienes llevamos más de treinta años yendo al Festival Internacional del Cante de las Minas, unas veces como miembros del jurado y las más como críticos invitados, sabemos bien el mérito que tiene lo que han conseguido: que en un pueblo como La Unión (Murcia), sin apenas tradición de flamenco, tengan en la actualidad el festival más mediático del mundo en lo que se refiere a este género. Es sin la más mínima duda el concurso que más interesa a los jóvenes y no tan jóvenes que buscan abrirse paso en un género musical y dancístico tan difícil. Pero el Festival de La Unión es ya algo más que un concurso. De hecho, el certamen es lo de menos, como venimos comprobando desde hace una década o más. El festival es un reclamo turístico y así está enfocado, con una programación de galas a las que por lo general van solo artistas de éxito, mediáticos, sean o no cantaores, bailaores o guitarristas de calidad. No es que estemos en contra de que estas figuras formen parte de la programación de la cita murciana, aunque no estaría mal que en un festival de tal envergadura programaran también a esos otros artistas que, sin ser tan mediáticos, son capaces de ofrecer una buena noche de flamenco auténtico. Pero estos interesan poco, esa es la verdad, tanto en La Unión como en otros muchos festivales nacionales e internacionales.

Lamentablemente, solo se está contando con ellos por la crisis, porque en aquellos festivales en los que no pueden llevar a Estrella Morente o a Miguel Poveda, contratan a La Macanita o a Fernando el de la Morena. Esto nos recuerda a aquella época en la que mientras el gran cantaor jerezano Juanito Mojama aliviaba el hambre limpiando zapatos en los bares de Madrid, otros cantaores que no valían ni para limpiarle las botas, conducían buenos coches y se compraban fincas. El Concurso de La Unión está acusando la crisis de nuevas voces, como los demás certámenes del país, y solo hay que mirar el listado de quienes han ganado la preciada Lámpara Minera en los últimos años, de escasa calidad, salvo notables excepciones. Por otra parte, en este certamen existe cada año la duda de si el premio está o no pactado de antemano con algún participante. En este sentido tengo que decir que jamás ocurrió tal cosa en los años que participé como miembro del jurado, porque, además, no me hubiera prestado jamás a tamaña indignidad. Sin embargo, existe esa creencia y esto es lo peor que le podría ocurrir a un certamen de tal categoría. Certamen que si no reconducen de otra manera acabará por caer en el descrédito, aunque  les vaya bien en la proyección internacional y mediática del evento.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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