El economato mairenista
Se discuten aspectos de Mairena y su obra porque fue uno de los grandes y todo lo que hizo y dijo influyó en su tiempo, como pasó con Silverio, Marchena o Morente. ¿Por qué Mairena tiene que ser intocable?
Hace unos días un cantaor de mediana edad decía en Facebook que “gracias a Mairena estamos comiendo todos los flamencos”. Es otro de los bulos mairenistas junto a los clásicos de que “sacó el cante de las tabernas”, que “lo metió en la Universidad” y, para no alargar, que “lo dignificó”, entre otros. Cuando Antonio Mairena nació, en 1909, cuarenta años antes ya había creado Silverio la primera compañía de cante, baile y guitarra de la historia del flamenco, con artistas como el Maestro Pérez, Antonio el Pintor, el Cuervo Sanluqueño o José Lorente, que eran profesionales contratados.
Podríamos irnos más atrás en el tiempo y encontraríamos cómo a mediados del XIX un francés afincado en Sevilla, un tal Péicker, organizaba fiestas para turistas en Triana, en las que participaban gitanos y gitanas de la Cava Nueva. Cobrando, sí, antes de la época hermética de la que nos habló siempre don Antonio Mairena, quien la situó en 1862. Según él, no se podía hablar de profesionalismo flamenco antes de esa fecha. O sea, que el gaditano Lázaro Quintana Monge iba gratis a los teatros de la capital de España, pagándose incluso la diligencia de su propio bolsillo.
Don Antonio Chacón y la Niña de los Peines abrieron el siglo XX llenando teatros, con los cafés cantantes ya cerrados o en clara decadencia. ¿Podríamos llamar a aquello dignificación del cante o meteríamos la pata? Pero es que ya lo habían hecho décadas antes grandes artistas como Silverio, Juan Breva, el Bizco Sevillano, Paco el Gandul, la Cuenca o Salud Rodríguez, una de las hijas artistas de El Ciego, el guitarrista sevillano de San Julián. Y antes, otros como el citado Lázaro, el sobrino carnal del Planeta.
Un día un destacado flamencólogo mairenista dijo que Antonio Mairena “dignificó el cante”. Claro que sí, como Cepero, Marchena, Vallejo, Caracol o Valderrama. Cuando el cantaor aludido dijo hace unos días que “gracias a Mairena comemos todos los flamencos”, se referiría a que cantaores gitanos que solo cantaban en reuniones, después de que a Mairena le dieran la Llave del Cante, se subían por fin a los escenarios y se ganaban la vida. Cantaores como Juan Talega, Perrate de Utrera o Fernanda y Bernarda. “Caseros”, los llamaba Mairena, despectivamente, como restándoles importancia artística.
«Me duele que el mairenismo militante y extremista le esté haciendo tanto daño a Antonio Mairena, uno de los grandes cantaores de la historia. Desde su mismo pueblo, por cierto. Ya lo dijo él en privado hace muchos años: “En mi pueblo hay gente en contra mía. De mi misma familia”»
Según algunos ilustres mairenistas, don Antonio Cruz García fue el que abrió el economato para los intérpretes del cante gitano-andaluz. No importa que hace casi ciento ochenta años las cantaoras y bailaoras de la Cava de Triana fueran las que amenizaban las fiestas de poderosos señores sevillanos, donde bailaban la Campanera, Petra Cámara o la Nena, con anuncios hasta en la prensa: “Amenizarán la fiesta unas gitanas de la Cava”. Cobrando, por supuesto. Sí, años antes de la época hermética y de que el mítico Juan Pelao se negara a que el general Sánchez Mira le pagara su cante en El Arquillo. “¡Cógelo, Pelao, que no tenemos ni para comer!”, le gritó la malagueña Clara Amaya Cortés, su esposa, una sobrina de María la Andonda. Y viene ahora un cantaor del siglo XXI, con móvil de última generación y seguramente un buen coche, a decirnos que come “gracias a Mairena”. Y me rebelo ante estas barbaridades, aunque me majen los de la secta.
Me duele que el mairenismo militante y extremista le esté haciendo tanto daño a Antonio Mairena, uno de los grandes cantaores de la historia. Desde su mismo pueblo, por cierto. Ya lo dijo él en privado hace muchos años: “En mi pueblo hay gente en contra mía. De mi misma familia”, aseguró. Deberían dejarlo en paz y que opinen sobre él y su obra lo que quieran opinar, como hizo él mismo. Como se puede opinar libremente sobre Chacón, Manuel Torres o la Niña de los Peines. Como el propio Mairena opinó sobre Silverio, Chacón o Marchena, de quien dijo, por cierto, que era “un ídolo falso”.
Mairena fue muy crítico y hay decenas de cintas privadas en las que habla pestes de artistas gitanos y gachés. Por tanto, que no quieran acabar con quienes son críticos con el mairenismo o el propio Mairena, a veces con amenazas muy serias. De los debates suele salir la luz y ya está bien de amedrentar a los críticos. Se discuten aspectos de Mairena y su obra porque fue uno de los grandes y todo lo que hizo y dijo influyó en su tiempo, como pasó con Silverio, Marchena o Morente. ¿Por qué Mairena tiene que ser intocable?