El caso de Pedrito Peña Dorantes
La Bienal es un gran festival que puede ser la mejor plataforma de lanzamiento para un artista que no acabe de romper en alguna faceta. Pedro Peña ya ha tenido su oportunidad y ha triunfado, según la crítica. Lo ha hecho porque vale
No pude asistir a su concierto en la Bienal –el primero que ha dado, digamos de importancia-, por tener que estar en otro, pero celebro que triunfara, como han dicho algunos críticos y un buen puñado de aficionados. Visto el resultado, parece injusto que fuera su primer concierto en solitario en el festival sevillano. Si era tan bueno, ¿por qué ningún director anterior pensó en darle un sitio como concertista? Supongo que porque el hijo del también guitarrista Pedro Peña y sobrino de Juan el Lebrijano no es lo que llamamos un concertista de guitarra flamenca, sino de acompañamiento. Concertistas hay pocos, aunque todos crean que lo son y quieran grabar discos en solitario.
Pedro Peña Dorantes es un destacado miembro de una de las grandes familias flamencas de Sevilla, en concreto de Lebrija. Los Peña son para Sevilla lo que los Ortega para Cádiz: una dinastía artística fundamental. Nos podríamos ir muy atrás en el tiempo para empezar a hablar de esta estirpe gitana, pero basta con decir que es nieto de María Fernández Granados La Perrata, su abuela paterna y hermana del gran Perrate de Utrera, sin duda uno de los mejores cantaores gitanos del siglo XX. No creo que haga falta decir que entre su interminable lista de parientes artistas están Fernanda y Bernarda, Miguel Funi y Pedro Bacán, por no hacer esto interminable.
Esto quiere decir que nuestro protagonista de hoy miércoles nació en el seno de una familia dedicada al arte, de ahí que lo lleve dentro. No solo el toque sino el cante, porque canta bien y muy gitano, como no podía ser menos. Lo lógico es que se dedicara profesionalmente al flamenco y que lleve toda su vida haciéndolo. ¿Le ha llegado su hora? Puede que sí. Me refiero como concertista. Hay que decir que Antonio Zoido, el director de la Bienal, lo incluyó como concertista y le dio un teatro en la cita sevillana porque es marido de una hermana de su madre. No lo digo para ofender a nadie, sino porque es verdad. Ni que no lo mereciera, porque es un buen artista y con mucha experiencia. Es para que conozcan todos los detalles de esta interesante historia del éxito de Pedrito Peña en el festival sevillano.
¿No creen ustedes que hay muchos otros guitarristas, como Pedro, que merecerían una oportunidad en el mejor festival flamenco del mundo? Conozco al menos a diez que podrían dar buen juego y que, si no me equivoco, no han estado nunca porque no pertenecen a ninguna dinastía artística o no son sobrinos de Zoido o de algunos de los responsables anteriores. Y si nos vamos al baile, hay que decir que se están cometiendo grandes injusticias, como ocurre con el gran bailaor gaditano El Junco, al que ningún director le ha aceptado un proyecto.
La Bienal es un gran festival, con buen presupuesto y muchas posibilidades, que puede ser la mejor plataforma de lanzamiento para un artista que no acabe de romper en alguna faceta. Pedrito Peña ya ha tenido su oportunidad y ha triunfado, según la crítica. Lo ha hecho porque vale, no porque sea sobrino de Zoido. Y si vale ahora, es que ha valido siempre. Con esto quiero decir que ojalá no se quede en esta apasionante aventura y que sigan contando con él en la Bienal y en los demás festivales del mundo. Un músico de su experiencia y arte debería tener mejor sitio del que tiene.