Adiós al corazón jondo de El Quincalla
Manuel Vera Parrilla 'El Quincalla', de una vocación cantaora insobornable, murió anoche en Sevilla tras luchar mucho tiempo con una terrible enfermedad. Enfermedad que no lo apartó del cante, lo que demuestra su raza de cantaor.
Es duro despertarse por la mañana y enterarte que esa misma noche ha muerto un amigo y un buen cantaor de flamenco: Manuel Vera El Quincalla, del pueblo sevillano de Paradas, donde vino al mundo en 1952. En una casa cantaora, por cierto, porque su padre, el Niño de Paradas, el primer Quincalla, fue también un magnífico cantaor, de aquellos que se buscaban la vida por los pueblos cantando en ventas de carretera y reuniones particulares de señoritos rumbosos. En la posguerra fueron muy conocidos José Lavado, Quincalla y Realito, los dos primeros de Paradas y el segundo de Arahal, abuelo materno, por cierto, del cantaor Jesús Carrillo Real.
Manuel Vera Parrilla ‘El Quincalla’, de una vocación cantaora insobornable, murió anoche en Sevilla tras luchar mucho tiempo con una terrible enfermedad. Enfermedad que no lo apartó del cante, lo que demuestra su raza de cantaor. Esta raza lo llevó a trabajar años en el Ballet de Pepe Moreno y, sobre todo, en La Cuadra, la compañía teatral del dramaturgo sevillano Salvador Távora, siendo imprescindible en esta compañía por su calidad como cantaor y por su entusiasmo profesional. Le vi muchas veces con Távora y daba gusto escucharlo, siempre tan entregado y disciplinado, algo que Salvador valoró mucho siempre.
«Qué raro es encontrar un cantaor que ame la historia del cante y sus intérpretes. El Quincalla era una persona muy curiosa y esa curiosidad le llevó a interesarse por las figuras del cante. Recuerdo su interés por El Carbonerillo y por Tomás Pavón, por ejemplo, lo que demostraba buen gusto»
Además de buen cantaor, El Quincalla daba clases en el Conservatorio Profesional de Música Cristóbal de Morales de Sevilla. Era todo un profesional que no solo supo vivir del cante con soltura, sino que se hizo querer como persona tanto por aficionados como por artistas. Era fundamentalmente un buen hombre, amable, educado y cariñoso, de ahí que hoy haya habido tantas muestras de dolor en las redes sociales y tantas personas en el Tanatorio de San Jerónimo. No siempre van de la mano el buen cantaor y la buena persona. En el cantaor de Paradas se daba esta rara dualidad.
Siempre tuvimos una relación correcta, porque por lo general era un artista comprensivo que solía respetar la crítica. Destacaría de él, además de lo ya resaltado, su gran afición al cante. Qué raro es encontrar un cantaor que ame la historia del cante y sus intérpretes. Él era una persona muy curiosa y esa curiosidad le llevó a interesarse por las figuras del cante. Recuerdo su interés por El Carbonerillo y por Tomás Pavón, por ejemplo, lo que demostraba buen gusto. Cuánto lamento esta muerte, la de El Quincalla. Ojalá esté ya disfrutando de los genios del cante que le gustaban.
Imagen superior: Manuel Vera El Quincalla. Festival Flamenco de Verano de Paradas, Sevilla. Agosto 2022. Foto: Kiko Valle
MARISA 14 diciembre, 2023
MUCHISIMAS GRACIAS, es un articulo precioso, sobre «EL QUINCALLA», pero te falta conocer algo mas de él, a demás de todo lo que has contado, Manuel Vera, era también el «tito canijo», un maravilloso compañero de juegos, un Peter Pan, el mejor contador de historias, el creador de aventuras y conseguía algo difícil con todos nosotros de niños y con sus sobrinos nietos después, escuchar y hablar desde el mismo plano, llegar a ellos desde su sabiduría de adulto, pero como un niño mas, por eso era adorado por todos sus sobrinos y sobrinos nietos.