Voces flamencas de Navidad
Ante el portal, el villancico navideño, con su imprescindible estribillo y sus coplas cuyo tema central es el nacimiento de Jesús, como así lo vienen haciendo los flamencos desde finales del siglo XIX. Repasamos el período que va desde el ecuador del siglo XX a nuestros días.
Dice nuestro refranero popular que agua pasada no mueve molinos. Pero el complemento a las voces que quieren ser dueñas de su formación futura, no tienen otro remedio que acudir a sus predecesores para cantar a este tiempo litúrgico de la Navidad, en el que cada año se cumple el deseo de San Francisco de Asís: celebrar la memoria del Niño que nació en Belén.
Y ante el portal, recreado con todo un ejercicio de fantasía creativa a su alrededor, el villancico navideño, con su imprescindible estribillo y sus coplas cuyo tema central es el nacimiento de Jesús, como así lo vienen haciendo los flamencos desde finales del siglo XIX, según contamos en nuestra entrega anterior, y que, a petición de los lectores, ahora completamos con el período que va desde el ecuador del siglo XX a nuestros días.
En los cincuenta del pasado siglo destaco a La Paquera de Jerez, con la Calle de San Francisco por bulerías en 1957; el Repiquen las campanas por bulerías con introducción por fandango en 1959, o los tangos Huyendo del rey Herodes (1964), y sin duda los irrepetibles villancicos que nos legara Antonio Mairena: Villancico aire de Utrera que introdujo en unas bulerías de Jerez en pizarra (1950); La Nochebuena de Jerez (1954); Los caminos se hicieron (1958); Un niño tan bello, por bulerías en el que incluye los sones de Juanito Mojama (1965); Más hermosos que un clavel, romance portuense por bulerías (1966); En la puerta, por tangos (1970), y Los gitanos de Belén, por bulerías(1972).
De los años sesenta hay que señalar que en ese tiempo hubo otro auge en el villancico merced a los aportes de Manolo Vargas, con sus villancicos de Jerez La Virgen lleva una rosa (1960). Dos años después José Espeleta, conocido por el Tonto Espeleta, graba la Nochebuena de Cádiz. Las bulerías de Ignacio Espeleta (1962), el cante de su padre, al que siguió Pepe Marchena con su peculiar villancico La Aurora de Marchena, (1963), además de los que grabaron Gitanillo de Triana, Curro Romero y Antoñete a beneficio del Montepío de Toreros (1963); los tangos navideños de Amós Rodríguez (Madroños al Niño, 1968), y obviamente Canalejas de Puerto Real, con el EP Villancicos Flamencos (1961), que contiene la bulería Orillo, orillo pero que todos identifican como el Compadre mío, Juan Antonio, además de otros EP como Villancicos (Vergara, 1963), Villancicos (Vergara, 1966) y Villancicos (Belter, 1967), con cantes que fueron popularizados por su hijo, mi buen amigo en el recuerdo Manolo Canalejas, y hoy día por su nieta Maricruz.
El maestro Fosforito da un valor relevante a los villancicos con El Niño Dios (1970), Divino Emmanuel, La noche más alba y El niño tiembla de frío (1972), al igual que Pericón de Cádiz, que impresiona el mismo que mi admirado Manolo Vargas, La Virgen lleva una rosa (1972), pero ahora a ritmo de villancico popular. Y en esa misma década, Camarón de la Isla con Paco de Lucía, que en 1973 nos dejaron La Virgen María, Mira qué bonita, Un rayo de sol y A Belén pastores.
Los ochenta, por su parte, arrancaron con El pastorcito del Rocío (1980), de Manuel Mairena, así como el brillo que merece la Nochebuena de Luisa la Butrón. Por los balcones del cielo, que en 1982 grabó Alfonso de Gaspar para la ‘Magna Antología del Cante Flamenco’; la selección de Manolo Simón (Villancicos Flamencos, 1986), y la obra cumbre de Rosario López, (Villancicos flamencos, 1987), que alberga el villancico de Andújar (Están haciendo un convento), el de Torredelcampo (Un pastor dice a otro pastor) y villancicos por petenera, toná y martinete, bulería de Jerez, bulería de Cádiz y por nanas, algunos de ellos recreados de los viejos testimonios que nos legaron Pastora Pavón, Vallejo y, sobre todo, Rafael Romero.
No me despido de Rosario López porque gracias a ella alcancé al andujareño Rafael Romero como fuente de vida para el villancico, como lo evidencia en la Nochebuena de Andújar (1955), Nochebuena gitana, villancicos (1957), Villancico de Jerez (1958), Villancicos jerezanos (1959) y Villancico gitano, bulerías navideñas (1960).
«Los villancicos se acomodan a cualquier estilo flamenco. La preferencia es el tango-rumba, lo que no invalida que sean igualmente interpretados por bulerías, tangos, tanguillos, malagueña del Mellizo, farruca, nana, tientos, petenera, alegrías, verdiales, soleares, serrana, polo, sevillanas, fandangos de Huelva, tonás o campanilleros»
Los noventa del pasado siglo depararon la antología de Diego Clavel (Sentir navideño, 1992), aparte de su proliferación en tierras catalanas gracias al I Certamen Nacional de Villancicos de la Casa de Écija en Cataluña en 1993. El año 1996 fue pródigo en grabaciones, en las que sobresalen desde Cádiz la creación de la Nochebuena Gitana del Barrio de Santa María, donde Alfonso de Gaspar, siempre apelando a personajes bíblicos, grabó su célebre villancico Si Abraham, al que siguió el grupo Toma Castaña, liderado desde 1999 por Niño La Leo. De Lebrija, Los Peña, con sus Cantos vividos (1996). De Granada, los Villancicos del Sacromonte: gitanos, payos y profanos (1996), rescatados por Curro Albaicín. Y de Sevilla, lo más revelador fue el grupo Triana Pura, con los discos De Triana a Belén (1999) y Ya estamos en Pascua (2003).
Así llegamos al siglo XXI, en que sobresale la creación compositora de Fernando Terremoto, con su colosal Diciembre, o la Carita divina que compuso Antonio Gallardo Molina para que lo popularizara María José Santiago, donde los villancicos se acomodan a cualquier estilo flamenco, y aunque la vida musical haya comenzado a crear también sus propios hábitos, la preferencia es el tango-rumba, lo que no invalida que sean igualmente interpretados por bulerías, tangos, tanguillos, malagueña del Mellizo, farruca, nana, tientos, petenera, alegrías, verdiales, soleares, serrana, polo, sevillanas, fandangos de Huelva, tonás o campanilleros.
Pero de un tiempo a esta parte se imponen los villancicos procedentes de Jerez, que toma esplendor a partir de 1950 con la fiesta de los gitanos, reunión que se denominó la zambomba, término inscrito por la Junta de Andalucía en el Catálogo General del Patrimonio Histórico como Bien de Interés Cultural, según recoge el decreto 503/2015. Así que de zambombá, nada de nada. Eso lo dejamos para la Paletología Flamenca.
La zambomba decae de seguida y comienza su rescate en diciembre de 1976 con el programa Nochebuena de Jerez, campaña pionera que la Cátedra de Flamencología de Jerez, con el apoyo de Radio Popular, articuló desde un certamen popular de villancicos para premiar a los mejores coros, consiguiendo en 1980 que participaran en el programa las siete peñas de la Federación Local.
Habría que esperar, sin embargo, a 1982 en que la Caja de Ahorros de Jerez se encargó de que el Coro del Aula de Folklore de la Cátedra de Flamencología de Jerez diera vida al proyecto inicial. A partir de ahí saldría a la luz el LP Así canta nuestra tierra en Navidad, serie que trasladaba al disco las formas de las antiguas zambombas en los patios y corrales de las casas de vecinos y en la que Parrilla de Jerez sentó las bases de lo que habría de venir, ya que en el ecuador de los ochenta, de la mano del Coro de Jerez, el Coro de Parrilla de Jerez o el de la Peña Tío José de Paula, se produjo el comienzo de la gran época de rescate y actualización de la zambomba.
En este tiempo de revalorización la serie acogió en 1990 a Rocío Jurado, con lo que el protagonismo recayó en artistas de manera individual. En 1994 se hizo cargo de su publicación la Caja San Fernando y en 2009 la retomó la Fundación Cajasol, entidad que en 2019 lanzó su número XXXVI a cargo de Argentina.
Pero frente a aquellos flamencos que todos conservamos en la memoria y a los que nunca les sobraron los cariños porque en Navidad lo derramaban a manos llenas, está el gran negocio, la Navidad elaborada por los Grandes Almacenes, desposeída de su contenido real, donde el árbol, los renos y la pista de patinaje han desplazado al Belén, que representa la tradición de rememorar el Nacimiento de Jesús, la razón de una festividad que conmemoraremos el 25 de diciembre. Así que Feliz Navidad y Santas Pascuas.
Imagen superior: portada del cedé ‘Antiguos villancicos flamencos‘