Es increíble la cantidad de países que ha visitado Juan Fariña Vázquez Robles (Huelva, España, 1982) como embajador del flamenco en el mundo. En concreto, unas 53 naciones. No hay tantos cantaores con semejante trayectoria, y menos con solo cuatro décadas de vida. Además, sus proyectos ponen el cante como columna vertebral del flamenco enfocado a los aficionados extranjeros.
Juan Fariña ha participado en muchos festivales internacionales. En 2018 presentó un espectáculo en Latinoamérica –Panamá, Costa Rica, Perú– y llegó a Caracas como cantaor principal de la obra Amor en Libertad, bajo la dirección de David Morales y Salvador Andrade, recorriendo toda Venezuela. Y en 2019, con el espectáculo Invicto, vida y obra de Simón Bolívar.
– ¿Quién le inspira o anima a empezar a cantar desde temprana edad? ¿Sus padres?
– Aún recuerdo con una nostalgia melancólica cuando mi padre, orgulloso de su cultura, me posaba en sus rodillas durante madrugadas y amaneceres en aquellos sitios donde el flamenco a través del arte era la forma de vivir y de sentir del pueblo. Mi Huelva por fandangos fue la sinfonía de aquel niño. Hoy soy aficionado y cantaor gracias a mi padre.
– ¿Estudiar en una escuela de flamenco como la Fundación Cristina Heeren era bien visto en su entorno?
–Choca entender que el flamenco se puede estudiar en una escuela, estamos acostumbrados a un aprendizaje más de lenguaje, vivencias, etc. En mi situación supuso un avance en el estudio y aprendizaje a través de unos hábitos que a día de hoy han sido muy importantes en mi carrera.
– ¿Procede de familias cantaoras?
– En mi familia no hay cantaores ni cantaoras, hay grandes artistas. Mi situación es el fiel reflejo de algo innato propio de uno mismo. Creo que Dios te da un don y tú tienes la obligación de compartirlo.
«Cuando mis alumnos extranjeros de cante me escuchan decir que el flamenco es de todos, sus miedos desaparecen, ven que tú eres parte de ellos, no existen barreras… Su alma queda liberada, sus sentimientos florecen, su cantar es otro»
– También es docente de cante. ¿Cuál es su ángulo para acercarse a enseñar cante flamenco a un aficionado extranjero?
–No hay nada que más me emocione que ver el respeto, cariño, admiración que siente un aficionado de fuera por este arte. El flamenco es de todos, no pertenece a nadie. No es nuestra música, es la de todos. Esa es mi primera comunicación con ellos. Cuando escuchan eso, sus miedos desaparecen y ven que tú eres parte de ellos, no existen barreras… Por lo general, su alma queda liberada, sus sentimientos florecen, su cantar es otro.
– En el año 2013 se publica su primer disco, Roete, con producción del prestigioso guitarrista Juan Carlos Romero. ¿Por qué ese título? ¿Cuál era la propuesta?
– Fue el gran cambio en mi vida artística. Fue una oportunidad única. Tener la oportunidad de estar con uno de los mejores supuso en mí una transformación. Roete, por mi pelo recogido, fue el título de mi disco, un trabajo que recupera mi yo más personal. Tuve la suerte de optar a grandes premios.
– En el 2016 desarrolla el espectáculo Coplas en mi Memoria, representando a cantaores flamencos que hicieron canción popular como Caracol, Pepe Pinto, Marchena o Miguel de Molina. ¿Cree que la copla, al no estar codificada como el cante flamenco, es menos intensa en su transmisión?
– Hay que resaltar que este espectáculo tiene ramalazos de copla, pero no es coplero. Caracol, Marchena, Pepe Pinto, etc. son cantaores flamencos que añadieron instrumentos musicales a canciones que después se hicieron populares. Incluso cantes flamencos como la zambra adquirieron una grandeza descomunal. Aún así, soy un enamorado de la copla: Juanita reina, Concha Piquer… han alumbrado mi hogar desde mi infancia.
– ¿Con cuál de estos cantaores se le hizo más difícil interpretar sus cantes y coplas?
– Caracol fue y es uno de mis referentes. No hay día que no lo escuche. Me encanta hacer sus cosas, es personal, genial en sus latiguillos, creador, etc. Debo añadir que, por mis condiciones, Valderrama y Marchena son cantaores muy propios a mí. Me duele lo mismo Tío Borrico que Vallejo. El cante está en la esencia de cada uno. A día de hoy nos posicionamos mucho en un sitio u otro.
«No fue fácil poner voz a Simón Bolívar. (…) A mí me queda el amor con que me tratan y todo el amor que debo devolver. Mi segunda casa es mi Latinoamérica»
– Manolo Ortega Juárez, conocido artísticamente como Manolo Caracol, con su característica voz afillá, con matices graves y opacos, ¿cree que era la mejor voz de la zambra?
– Lo importante no es ser mejor ni peor, sino diferente. Si a eso le sumas ser creador y personal, te conviertes en un referente y creo que Manolo Caracol alcanzó el mayor de los respetos. Hay que destacar que fue un cantaor extenso, más largo que corto, lo escucho mucho por soleá y seguirilla, aunque en nuestros oídos permanecen sus zambras y fandangos.
– ¿Qué le satisface más, cantar para para atrás o para alante?
– Debo reconocer que no me gusta mucho el cante atrás. Lo tuve que realizar por aprendizaje y necesidad. Me considero cantaor para delante. Ahí es donde me encuentro y me siento libre. Sin embargo, me gusta transmitir mi experiencia a las bailaoras a través de las máster de mi experiencia en tablaos y compañías cantando para bailar.
– En 2019 presentó el espectáculo Invicto. ¿Cómo asumió ser la voz que expresa los sentimientos del libertador Simón Bolívar?
– Debo admitir que no fue fácil. Es una figura muy representativa. Yo soy español y me siento muy orgulloso de serlo. Creo que hicimos un gran viaje cargado de sueños donde cometimos errores, pero al final todos los países han sido colonizados y después liberados. A mí me queda el amor con que me tratan y todo el amor que debo devolver. Mi segunda casa es mi Latinoamérica.
– ¿Sintió alguna conexión más allá de lo artístico con Venezuela?
– Me parece un país maravilloso. Atraviesa una situación complicada, pero su gente no pierde la sonrisa. Quizás sea de los países donde vea más similitudes con nuestro pueblo. Es más, a pesar de las campañas políticas aman a su madre patria. Me sorprendió mucho el pensar de la ciudadanía con respecto a mi país. Además, es de las comunidades flamencas más importantes de América. Existe mucha afición a nuestro arte.
«Para mí es igual de importante estar en la Bienal de Sevilla que en el Teresa Carreño de Caracas o Mario Vargas Llosa de Perú. Lo importante es ser tú y encontrarte contigo mismo. Yo intento ir en busca del arte y mi medio es mi cantar»
– Su actuación estuvo enmarcada en la celebración de los 200 años de la batalla de Carabobo, que fue determinante en el movimiento independentista de esa parte de América. ¿Cómo se siente como español al celebrar tal acontecimiento?
– Hay que resaltar que yo comparto mi arte para todo aquel que lo quiera. Cada vez que me subo a un escenario represento a mi patria, a la que amo. Hay dirigentes que gobiernan países que no están bien mirados a nivel internacional. Yo solo voy a cantar y hacer feliz a un pueblo, en este caso Venezuela. Mañana puede ser México, pasado El Salvador…
– Tiene otra propuesta para el Festival de Victoria en Canadá, julio de 2022, con la producción y dirección artística de Paco Juárez, hijo de Ángel Juárez Romero, cantaor de Ciudad Real que nos dejó la huella del respeto, el amor y el servicio al cante y al arte flamenco en Canadá.
– Le doy gracias al señor por ponerme en mi camino a mi admirado amigo Paco Juárez. Alumbra mi ser de ideas que conducen a un solo caminar: hacer cada día más grande el flamenco a través de afición, respeto, cariño, sensibilidad, etc. Creo que Paco encarna aquello que yo llamo vivir y sentir en flamenco.
– ¿Qué traerá en su repertorio para dejar en evidencia más explícita el concepto p’alante en estos tiempos de dificultad?
– Traeré aquello que escasea: cantes y ecos ancestrales, soledad y misticismo, silencios que originen melancolía, una guitarra y una voz y cantes por soleá apola, caña, serrana, malagueña, trilla Alosnera, tona campesina, etc. No hay tiempos difíciles, hay que recuperar los tiempos.
– ¿En qué es diferente actuar ante audiencias de su Andalucía natal y ante públicos de América u otras partes del mundo?
– Para mí es igual de importante estar en la Bienal de Sevilla que en el Teresa Carreño de Caracas o Mario Vargas Llosa de Perú. Lo importante es ser tú y encontrarte contigo mismo. Yo intento ir en busca del arte y mi medio es mi cantar. Me gusta ser personal y creativo. Equivocarme no me importa, en las intenciones es donde está la esencia de esto.
Imagen superior: Chuchi Guerra. Fotos cedidas por el artista.