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Joselero de Morón en el recuerdo

Como sabe casi todo el mundo, Joselero de Morón ni se llamaba José ni era de Morón. Luis Torres Cádiz nació en La Puebla de Cazalla en 1910 de padres de Osuna y Estepa. «Asimiló e hizo suyos los cantes por soleá que, de su andar errante por la Serranía de Ronda y la Sierra de Grazalema, trajeron a Morón


Lo conocí por primera vez en la popular Fonda Pascual frente al Ayuntamiento donde paraban los forasteros recién llegados a Morón de la Frontera. Luis Torres Cádiz, “Joselero”, estaba en la Fonda aquel día dando una clase de… ¿cante?, ¿acompañamiento?, ¿guasa? Hacía su simpática pataíta, y la estudiosa Carol Whitney, preparando su tesina acerca del flamenco, tomaba apuntes de cada movimiento con debido rigor académico, una escena curiosa cuando menos. Cosas que pasaban en Morón en los primeros años setenta del siglo pasado.

 

Como sabe casi todo el mundo, Joselero de Morón ni se llamaba José ni era de Morón. Luis Torres Cádiz nació en La Puebla de Cazalla en 1910 de padres de Osuna y Estepa, y vivió cuarenta años en Morón, desde su adolescencia, dedicándose a la venta ambulante de artículos de mercería.

 

Joselero se convirtió en cuñado de Diego del Gastor, fue padre del cantaor y gran festero Andorrano, del guitarrista Diego de Morón, y de la bailaora Niña Amparo. Pepe Torres, actual figura de baile, es nieto de Joselero.

 

Morón de la Frontera tiene su ambiente flamenco desde los albores del arte jondo con la presencia del mismo Silverio además de la Andonda o el Fillo. En tiempos actuales hay un ambiente más enfocado hacia guitarra y baile, con relativamente poco cante comparado con otras localidades flamencas del interior. Joselero de Morón es la excepción que demuestra la regla. Animado por su cuñado Diego, su afición crecía, y se dedicaba al cante cada vez más intensamente, llegando a llevar importantes premios de Jerez en el concurso de 1962 por su soleá, o de Écija, donde se destacó por siguiriyas, entre otros reconocimientos. Fue coetáneo de Manolito de María y Joaquín el de la Paula, compartía escenario con gente grande como la Niña de los Peines, El Pinto, El Cojo de Málaga o José Cepero, y de joven pudo escuchar al Niño Medina además de alternar en Dos Hermanas con el gran Juan Talega o su admirado Perrate de Utrera. En la Alameda de Hércules de Sevilla conoció a la Moreno, y  participó con su hijo Diego de Morón en la II Bienal de Arte Flamenco en Viejas Escuelas Cantaoras.

 

 

«Joselero de Morón tenía su versión personal de la alboreá, tangos surtidos con sabor a tiempos atrás, malagueñas en las que su hiriente decir dulce le servía bien. Con voz cálida y natural, airosa por cantiñas del Pinini, olor auténtico e instintivo por bulerías con toda su personalidad, además de siguiriyas, siempre con su sonido natural e inconfundible»

 

 

 

 

Redondeando este rico currículo, Joselero y Diego del Gastor, con el bailaor El Quino, formaban un trío llamado Los gitanos blancos, haciendo numerosos bolos por toda la provincia.

 

Recuerdo como estando en el campo al atardecer se escuchaban a la distancia el coro de voces de los jornaleros que regresaban del campo con algún fandango, o por soleá. Gran parte de la vida de Joselero de Morón coincidía con la época dura del desarrollo del cante. Hombre sencillo de un pueblo de la Andalucía profunda donde un día se tomó la decisión de suprimir el tren, quedando Morón de la Frontera en destino sin salida. El aplastante calor del verano, los olivares como una manta hasta el horizonte, pan con manteca y la venta de encaje entre cante y cante.

 

Joselero tenía su versión personal de la alboreá, tangos surtidos con sabor a tiempos atrás, malagueñas en las que su hiriente decir dulce le servía bien. Con voz cálida y natural, airosa por cantiñas del Pinini, olor auténtico e instintivo por bulerías con toda su personalidad, además de siguiriyas, siempre con su sonido natural e inconfundible. Por soleá tenía los cantes de Aniya la de Ronda, o “de mis suegros” como solía decir. Escribe Pedro Ruiz Vázquez en 1985, en el periódico local El gallo de Morón poco después del fallecimiento de Joselero:

 

“Luis asimiló e hizo suyos los cantes por soleá que, de su andar errante por la Serranía de Ronda y la Sierra de Grazalema, trajeron a Morón los padres de Diego del Gastor: Juan Amaya y Barbarita Flores. Joselero fue el depositario natural de ese hermoso e inestimable regalo hecho cante, que, como Reyes Magos venidos de Oriente, nos legaron los gastoreños”.

 

En sus últimos años veía a Joselero por la calle, enjuto y cansado, elocuente retrato del cante del interior de una época que se extinguía.

 

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

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