Marelu: una semblanza
La de la extremeña Magdalena Montáñez Salazar, Marelu, es una voz luminosa con un decir conmovedor e instintivo que te engancha, y hace juego con su belleza exótica. Una arrolladora personalidad cantaora, a la vez que todo lo que interpreta está empapado del perfume de su tierra.
En los primeros años setenta, Madrid fue un hervidero de actividad flamenca, y llegaban artistas de Andalucía en busca de los sueldos cada vez más jugosos. Fue entonces que coincidí con la extremeña Magdalena Montáñez Salazar, Marelu, en una salita cerca de la Gran Vía donde también actuaban el guitarrista Montoyita padre, y el bailaor Jesús Rondeño. Ella ya había grabado, y se prodigaba en los tablaos de la capital como Cuevas de Nemesio, los Canasteros, Arco de Cuchilleros o Torres Bermejas, entre otros.
Fue el auge del cante extremeño injertado en Madrid por el gran Porrinas de Badajoz que lo puso en bandeja, alimentado por la aportación de jóvenes artistas extremeños como Juan Cantero, Ramón el Portugués y Guadiana o el Indio Gitano y otros. Según Juan Vargas, destacado guitarrista extremeño, «Marelu ha sido, sin duda, de los más importantes, tuvo mucho éxito con sus numerosos discos, fue admirada por todos y Camarón la adoraba. Marelu es muy conocida incluso por la gente no aficionada al flamenco».
Nace en 1952 en la Calle Alta de Badajoz. En una reciente conversación telefónica, dijo tener recuerdos preciosos de aquellos comienzos siempre guardados en el corazón, aunque se mudara muy joven a Madrid por motivos de trabajo. Desde hace años vive en Barcelona, con lazos familiares también en Málaga. Marelu es sobrina del desaparecido Eugenio de Badajoz, yerno del Porrinas, bailaor y director artístico de Torres Bermejas.
El compañero Paco Zambrano, flamencólogo, en su día presidente de la Asociación de Arte Flamenco de Badajoz, y actual coordinador del Centro Extremeño de Flamenco, me comenta que Marelu es «una artista con muchos recursos, que le permite cantar y bailar cualquier tipo de música. Tiene una extensa discografía algo desordenada y a veces sin sentido, en la que ha mezclado lo tradicional con lo comercial, sabiendo cantar prácticamente todas las formas y estilos del flamenco». Zambrano destaca también su «voz de terciopelo». Diría yo que es una voz luminosa con un decir conmovedor e instintivo que te engancha, y hace juego con su belleza exótica.
«»El cante de mi tierra es lento y reposao, son cantes con sabor propio, lo mismo que Jerez tiene sus bulerías o Cádiz sus tangos». Claro que sí, Marelu, pero queríamos que lo dijera la reina del cante extremeño»
De joven ganó un primer premio de cante en Radio Extremadura. El cantante Antonio Molina se fijó en una grabación suya, y la llevó de gira por España y Francia con su compañía. Fue una época de modernización del flamenco, y Marelu trabajó con artistas que han dejado huella como Camarón, Pansequito, Amina o el Turronero entre otros, además de los guitarristas Enrique de Melchor, Félix de Utrera, Paco Cortés y Paco Cepero, quien fue decisivo en su carrera.
Posee una arrolladora personalidad cantaora, a la vez que todo lo que interpreta está empapado del inconfundible perfume de su tierra. Por supuesto, los tangos y jaleos extremeños los domina, además de fandangos, alegrías, rumbas y numerosas canciones compuestas por su guitarrista habitual de entonces, Paco Cepero. De Badajoz yo me he venío y Paco oh oh son temas que marcan aquella época de forma indeleble.
En nuestra conversación le pedí su opinión acerca del flamenco contemporáneo, y respondió con estas sabias palabras: «Me parece muy bien que los jóvenes hagan cosas nuevas o arriesgadas, cada persona es un mundo y eso necesita una salida».
Cuando le pido que sintetice en qué se diferencia el cante extremeño, dice que el cante de su tierra es «lento y reposao, son cantes con sabor propio, lo mismo que Jerez tiene sus bulerías o Cádiz sus tangos». Claro que sí, Marelu, pero queríamos que lo dijera la reina del cante extremeño.