Luis Suárez Ávila: «Cádiz y los Puertos son santos lugares fundacionales del flamenco»
El investigador portuense reflexiona sobre el estudio del flamenco, el presente del cante y el papel que jugó El Puerto de Santa María (Cádiz) en el nacimiento del arte jondo.
Luis Suárez Ávila (Puerto de Santa María, 1944) es posiblemente el decano de los investigadores flamencos. Máxima autoridad mundial en el Romancero, sus aportaciones darían para varios libros. Aún no ha sido reconocido debidamente su trabajo, aunque todos sabemos que su labor fue y es aún fundamental. Es abogado y desde muy joven sintió la llamada del cante más puro, porque nunca le interesó el cante comercial, viniera de quien viniera. En esta entrevista, el maestro portuense se extiende sobre diversos e interesantes aspectos del arte jondo.
– Cuando casi nadie investigaba en el flamenco, usted lo hacía. ¿Alguien se lo ha agradecido?
– Casi todo lo que se había escrito o era muy chauvinista o muy empírico, pero siempre sin citar fuentes y, por supuesto, sin notas a pie de página. Yo me persuadí en los 60 de que en ese maremágnum había que hurtarle a otras disciplinas científicas los métodos. Y así lo hice: a la filología, a la antropología, a la geografía humana, a la historia les copié sus modos y métodos. Me pertreché con la doctrina de la tradicionalidad de Don Ramón Menéndez Pidal y con la noción de apertura de Diego Catalán y, sobre todo, hice un excelente trabajo de campo con los que yo llamaba los últimos de Filipinas. En las cuatro ediciones de Fiesta del Cante de los Puertos, que organicé, pude recuperar, documentar y fijar, en lo posible, las líneas transmisoras de 165 cantes que se daban por perdidos o que se desconocía su existencia. Esto se me ha reconocido en algunas universidades extranjeras, se me ha invitado a congresos internacionales. Pero, paradójicamente, no figuro para nada en el Diccionario Enciclopédico de Flamenco. Mi mayor orgullo es ser el único miembro del Instituto Universitario Ramón Menéndez Pidal, de la Universidad Complutense de Madrid, que no es catedrático de Universidad.
– ¿Qué papel jugó el Puerto de Santa María en la creación del flamenco?
– Cádiz y los Puertos tienen la categoría de santos lugares fundacionales. El Puerto de Santa María, en una época en que el Romancero y el cancionero de tipo tradicional estaban en todo su apogeo, estuvo plagado de gitanos condenados a galeras. Y sus familias, para estar cerca de los forzados, formaron dos grandes gitanerías. Las mujeres, sobre todo, ejercieron una especie de juglaría, interpretando en las casas de los señores todo lo que estaba entonces vigente en la tradición española: el Romancero y el cancionero de tipo tradicional. Y sobrevivieron con ello. El fragmentismo, el olvido, la heterodoxia y, en suma, la memoria y la desmemoria generaron una cosa nueva. Sobre esto he escrito, se puede consultar en el Depósito de Investigación de la Universidad de Sevilla. Federico García Lorca, ya confeso, después del fracaso del Concurso de Granada, dijo en una entrevista en El Mercantil Valenciano, creo que de 1935: «De Jerez a Cádiz, diez familias, de la más pura casta, guardan con avaricia la gloriosa tradición de lo flamenco».
– ¿Qué pasa hoy con el flamenco en el Puerto?
– Sigue existiendo ese sector intimista, ajeno al artisteo, con unos impresionantes repertorios familiares. Me quedan Juan de los Reyes Pastor, su hermana La Tizo, Manolito de los Ríos, o Soledad la del Cepillo. Los nuevos no traen nada de su casa, porque ya las grandes casas cantaoras han desaparecido. Hace unos años escribí un artículo que titulé Microsurcos lights, porque casi todo lo que hoy se oye es copia de discos.
«Me pone de mal humor cada vez que escucho algo de esos novísimos y aparentemente trascendentes enredadores»
– ¿Sería capaz de aclarar uno de los misterios más grandes de la humanidad? ¿El flamenco es creación gitana, gaché o de gitanos y gachés?
– Yo diría que, como las grandes culturas, se ha producido por integración. Diversísimos materiales antiguos y menos antiguos, restos de naufragios y material de acarreo, han ido integrándose hasta sedimentarse en el siglo XVIII y eclosionar en el XIX. Sí puedo decir que la aptitud de los gitanos, desde los Siglos de Oro, para interpretar lo que estaba vigente en la sociedad, pero que la sociedad iba despreciando, es patente. Hay individualidades payas, sin su antes y sin su después familiar, pero, a veces, geniales y que han dejado poso: Paquirri, Silverio, Aurelio… Una siguiriya, una soleá o una toná son obras maestras que no son flor de un día. Han tenido que venir forjándose, poco a poco, sedimentarse y aparecer perfectas y pulidas. Y eso ha sido obra de los gitanos bajoandaluces, que han acrisolado materiales muy diversos, pero todos españoles, con alguna aportación negroide.
– ¿A Tomás el Nitri, su paisano, le dieron la Llave del Cante por fastidiar al payo Silverio o porque era el mejor de su tiempo?
– Eran, creo, dos conceptos distintos de manifestar el cante. Silverio conocía perfectamente el cante de El Nitri, que no debió ser otro que el de su tío El Fillo, maestro, según manifestó a Demófilo, del propio Silverio. Pero lo que siempre se dijo es que Silverio se murió sin haber oído cantar a El Nitri. Nadie es mejor que nadie en su tiempo. El Nitri, desde luego, era uno de los mejores. Lo de la Llave es un episodio pienso que doméstico, para consagrar a un excelentísimo cantaor.
– Dígame tres grandes mentiras de la historia del flamenco.
– Las palinódicas historias y memorias de viejecitos embusteros que tienen poco recorrido, porque tú y otros como tú los desmienten inmediatamente con razones y con documentos. La obra flamenca de Blas Infante. Y los inventos de Juan de la Plata.
– Y ahora, tres grandes verdades.
– Que, como tú has demostrado, Frasco el Colorao era de Puerto Real. Que en Triana siempre se ha deslizado que fue el maestro de los Caganchos, de El Fillo, de Diego El Lebrijano… Luego, como ha puesto de manifiesto Luis Javier Vázquez Morilla, Cádiz y los Puertos tienen un evidente papel fundacional. O la influencia de los negros en la forja de algunos cantes.
– Es usted la máxima autoridad mundial de los romances gitanos. ¿Qué le queda por investigar sobre ellos, si le queda algo?
– Ciertamente siempre queda algo por saberse e investigar y muchas veces me sigo sorprendiendo con hallazgos impensados. Los gitanos bajoandaluces, sobre todo de El Puerto de Santa María, son portadores de una buena tradición de romances de tipo épico e histórico inhallables en otras partes del mundo hispánico. Yo tuve la suerte de encontrarlos, siendo muy joven, y hasta ahora tengo más de 150 textos excepcionales. Poco a poco, mi obra y mis estudios están dispersos en actas de congresos, en publicaciones especializadas, en volúmenes de homenaje a catedráticos jubilados… Mi deseo sería terminar un libro con mis estudios y el corpus de todos los romances auténticamente gitanos. Los cuatro recogidos por Estébanez Calderón. Los muchísimos hallados en 1916, en Cádiz y en Triana por Don Manuel Manrique de Lara. Los dos encontrados en 1922 en Cádiz por Álvaro Picardo y los más de ciento cincuenta de mi recolección. Precisamente, en noviembre, convocado por la Fundación Ramón Menéndez Pidal, hay un Congreso Internacional sobre El Romancero, en el que me han invitado a leer una ponencia y la haré sobre la recolección romancística de Estébanez Calderón y sus informantes, ya localizados. Es una nueva relectura en la que aporto muchas cosas novedosas. Entre ellas, la impresionante aportación tuya sobre Antonio Monge Rivero El Planeta, que le facilita a Estébanez tres romances: El Conde Sol –también llamado La Condesita o La boda estorbada– en Triana en 1838, y, ya en Málaga, en 1839, el de Gerineldo –pero no en la versión que figura en las Escenas, que es un pastiche de Estébanez sobre un pliego gótico de 1537–, y el de La princesa Celinda, que no es otro que Zaide, por la calle de su dama. De El Fillo recogió Roldán la pié de la torre +El prisionero, que está identificado por mí, por una serie de textos que he recogido, con la llamada Toná de los pajaritos.
«El cante no tiene mucho futuro con el sentido con que fue recibido de los antiguos, solapado, como está hoy, con los ‘temitas’. Han desaparecido las grandes casas cantaoras y los que hoy aspiran a conducirse por los cauces clásicos se apoyan necesariamente en los discos»
– ¿Cómo está hoy el cante?
– Me pone de mal humor cada vez que escucho algo de esos novísimos y aparentemente trascendentes enredadores.
– ¿Cuál ha sido o es su cantaor?
– De los que he tratado, Miguel Niño El Bengala, Pepe Torre, Pastora Pavón, Ramón Medrano, Alonso el del Cepillo, José El Negro, Agujetas El Viejo, Jeroma La del Planchero, Juan Vargas Ortega, Juan de los Reyes, José Luis Panete… Siempre me sorprendieron con algo verdaderamente antiguo y excepcional. Pero el que siempre tengo en mi memoria, sin duda, es Tomás Pavón, al que no conocí, pero que he escuchado en todos sus discos. No se puede cantar mejor. No puedo olvidar nunca la amistad y el enciclopedismo de Antonio Mairena, con sus muchas luces y sus sombras.
– ¿Tiene futuro el cante?
– El cante siempre ha tenido un parásito histórico. En los Siglos de Oro, el teatro amañaba lo que cantaban y bailaban los gitanos. En el siglo XVIII, la tonadilla escénica se agitanó. En el XIX, los llamados aires andaluces, composiciones, con nombres de cantes incipientes, pero de autor, que invadieron los escenarios de París, Londres, Viena, en incluso muchos españoles, con gitanas falsas. En el XX, la llamada Canción española de las folklóricas y, desde los años 70, los temitas de autor. Todos han convivido en paralelo. Todos se han subido al vagón de cola del flamenco, e incluso hay quienes lo han confundido con él. Hoy, son creaciones, algunas geniales, de autor que ponen la mano en la Sociedad General de Autores, pero que no tienen la genialidad de ponerle nombre a ese género. Los experimentos se hacen con gaseosa. El cante siempre ha sido una manifestación tradicional. El cante no tiene autor. “Su autor es legión”, como decía don Ramón Menéndez Pidal del Romancero, parafraseando el evangelio de San Marcos. Posiblemente el cante no tenga mucho futuro con el sentido con que fue recibido de los antiguos, solapado, como está hoy, con los temitas. Han desaparecido las grandes casas cantaoras y los que hoy aspiran a conducirse por los cauces clásicos se apoyan necesariamente en los discos.
– ¿Investigar es llorar?
– Algunas veces he estado a punto de llorar de rabia, cuando he tratado con algunos archiveros, con ciertos párrocos, con algún bibliotecario… Otras veces casi he llorado de emoción cuando he encontrado un texto romancístico excepcional o un cante raro. Recuerdo cómo lloraba, cuando vino a conocerme en El Puerto, el sabio Diego Catalán Menéndez Pidal y oía a alguno de mis gitanos cantar un romance de Bernardo del Carpio, del Cid, del Conde Grifos Lombardo o de las Quejas de Alfonso V ante Nápoles. En Diego Catalán he tenido el principal apoyo para mis investigaciones y el reconocimiento para mi labor.
Manuel Suárez Romero 29 agosto, 2019
D. Luis Suárez Avila es una enciclopedia viva del flamenco desde hace muchos años, es de vital importancia que ese filón de conocimientos sea recogido y editado para todo el mundo del flamenco y para los que vengan detrás.
Paco Benitez Flamenco 16 septiembre, 2019
Como abogado lo conozco y he frecuentado varias veces su persona. Por supuesto me refiero a JOSE LUIS SUAREZ AVILA. Como investigador del arte flamenco, sabe mucho más de lo que a veces acontece y calla algunas idioteces de ciertos sabelotodos que el mismo se dice para sus adentros que no merece la pena, abrirse el botón de la camisa del cuello. Y miren que los hay que se las dan de corregiste, y sin saber siquiera lo que estudian. De él intento aprender. Lo mucho o poquito que sé de este aburrido y criticado mundillo del flamenco se lo debo a él. Gran persona y excelente conferenciante, y como profesional de la abogacía lo admiro aún más. Hace años que no lo veo, tan solo por la prensa o por cualquier evento. Vayan para este enciclopédico mis mejores deseos y si él me lo permite después de muchos años le deseo la felicidad y la salud que él merece.
Angel Camacho Alvarez 18 enero, 2020
Oleeee y vivan los que saben.Los aficionados te necesitamos.Es una satisfaccion para mi leer lo que opinas con la humildad y sencillez que lo cuentas ,sin ojanas y con un gran criterio..Cordial enhorabuena!!!!!!