Felipe Scapachini: «El flamenco me duele, hay que hacerlo con dignidad»
El cantaor gaditano Felipe Scapachini charla en exclusiva con Juan Garrido para ExpoFlamenco desde las Bodegas Díez Mérito, Jerez. «La soleá de Cádiz no hay que ligarla con otras«, dice.
Es uno de los pocos y grandes referentes que tiene la escuela del cante de Cádiz, cuna histórica en la que parece haber quedado relegado a un tercer lugar tras los Carnavales o cualquier otra expresión artística. Felipe Scapachini nace en 1945, época en la que «La Perla era un dulce», y comienza a interesarse por esos estilos tan de la tierra como las alegrías, tientos, malagueñas o soleá. Su vida ha estado vinculada siempre a los escenarios, aunque se ha ganado la vida como mecánico en «mi taller de motos». Es miembro de la Peña Enrique El Mellizo, que cumple cincuenta años de historia, de la que además es Socio de Honor, y se honra en pertenecer y dedicar parte de las horas de su día a la Cátedra de Flamencología de Cádiz. Conoció el Madrid de los tablaos junto a Chano Lobato e incluso cantó en Torrebermejas. Dice que la soleá de Cádiz «no se debe ligar», y que no se puede cantar «mientras uno se come un bistec o una sopa de tomate» en un bar.
«Me tachan de que soy muy de Cádiz cantando, pero es que lo he escuchado desde chiquitito. Donde voy represento a Cádiz»