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De guitarreras maneras: el trémolo - Archivo Expoflamenco
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De guitarreras maneras: el trémolo

La técnica del trémolo se usa tanto en guitarra clásica como flamenca. Su ejecución comprende un alto nivel de dificultad técnica, equiparada a la exquisita sonoridad que produce. No obstante, a lo largo de la historia de la guitarra observamos trémolos, tanto de alta complejidad como de excelente musicalidad, que quedan grabados para los anales.


En esta nueva entrega de la sección De Guitarreras Maneras abordaremos una técnica utilizada en el repertorio guitarrístico. Esta técnica, denominada trémolo, se usa tanto en guitarra clásica como flamenca. Su ejecución comprende un alto nivel de dificultad técnica, equiparada a la exquisita sonoridad que produce. No obstante, a lo largo de la historia de la guitarra observamos trémolos, tanto de alta complejidad como de excelente musicalidad, que quedan grabados para los anales.

 

El trémolo es un recurso musical que surge en el siglo XVI y fue muy utilizado en la época romántica. Su finalidad era la imitación de los sonidos e incluso recreación de efectos de la naturaleza. Muchos compositores enmarcados dentro de la música clásica como Paganini, Tárrega, Barrios Mangore o Sainz de la Maza utilizaron esta técnica en sus obras y composiciones. Técnica que también se ha exportado a la guitarra flamenca a través de sus maestros e intérpretes. Básicamente, consiste en que sobre un bajo armónico se sucede la repetición de una misma nota en cortas duraciones, efecto que crea un resultado característico en el juego melódico. Por ello, es importante diferenciar entre el trémolo y el arpegio, ya que si ejecutamos las notas de un acorde sucesivamente, realizamos un arpegio. Y esto se debe a que su nombre que viene del arpa.

 

Este recurso técnico en la guitarra es semejante al de algunos instrumentos de púa como la mandolina, laúd o la bandurria. Técnicamente el trémolo se ejecuta con los dedos anular, medio e índice junto al pulgar que realiza el acompañamiento o bajo, a modo de soporte armónico. El pulgar se ataca pulsando la cuerda y apoyándose sobre la siguiente. Por el contrario, con los dedos índice, medio y anular no se pulsa como en el picado o punteado, sino que se articula el movimiento hacia la palma de la mano como en el arpegio, a modo de un ligero roce de la cuerda. A la hora de escribirlo en partitura o tablatura, se escribe una melodía de notas repetidas en la parte superior en el caso de la partitura, ya que la tablatura se indica la cuerda y el traste que se toca.

 

 

«La técnica del trémolo consiste en que sobre un bajo armónico se sucede la repetición de una misma nota en cortas duraciones, efecto que crea un resultado característico en el juego melódico. Por ello, es importante diferenciar entre el trémolo y el arpegio»

 

 

La efectividad del trémolo viene dada por una continuidad en su ejecución. Que se note un movimiento musical redondo donde la interrupción del pulgar entre las notas repetidas parezca integrado en el círculo rítmico. Para ello debemos tener en cuenta varios factores: la velocidad, la constancia en el ritmo y la pulsación. En la velocidad se necesita un mínimo para su ejecución, ya que una excesiva lentitud dejará un vacío entre las diferentes notas musicales. La constancia en el ritmo ayuda a la ejecución, a su musicalidad y a la vez evita imprecisiones. Y la regularidad de la pulsación ayuda tanto a la ejecución del trémolo como al desarrollo de su expresión musical

 

Con respecto a todo esto debemos diferenciar entre el trémolo clásico y el trémolo flamenco. Dicha técnica se ejecuta con secuencia de pulgar (p), anular (a), medio (m) e índice (i),  en lo que respecta a la guitarra clásica. Se dispone de la progresión p-a-m-i, y se realiza sucesivamente. Por otro lado, el flamenco consta de cuatro notas, es decir, se añade una nota más que en el trémolo clásico, por lo que la progresión técnica, normalmente, sigue la secuencia p-i-a-m-i.

 

 

 

 

 

A la hora de estudiar el trémolo, además de lo mencionado anteriormente, hay que ser constantes y minuciosos. En ambos estilos guitarrísticos, tanto el clásico como el flamenco, el dominio de la técnica es progresivo. Comenzaremos de forma lenta para que desarrollemos la pulsación correcta, la fuerza adecuada y gradualmente la adquisición de la velocidad. Es importante buscar un resultado homogéneo a través del control del volumen, que requiera cada trémolo, la fluidez en la pulsación y la unificación de la armonía y melodía. Aparte, en el variado y numeroso catálogo de métodos didácticos sobre guitarra existen ejercicios y estudios para el aprendizaje y mejora del trémolo, como resaltan en sus tratados los maestros Andrés Batista u Óscar Herrero.

 

Uno de los recursos para el estudio de esta técnica es lo que se conoce como una sordina. Esta puede ser en forma de papel, gamuza y esponja, colocada entre las cuerdas y el mástil o delante del puente. Con este recurso separamos por un lado la melodía del índice, medio y anular del bajo armónico ejecutado con el pulgar, con la finalidad de un mejor control técnico y expresivo.

 

En la guitarra flamenca, el trémolo está presente en toques como rondeña, soleá, malagueña, granaína, minera o taranta, principalmente. Pero unido a la evolución técnica guitarrística, se hace presente en otros palos como alegrías, farruca, soleá por bulerías o bulerías. Incluso hay temas completos con esta técnica como Meditación de Mario Escudero,  Alma de Antonio Rey o Cogiendo Rosas de Rafael Riqueni. Sin olvidar Oración, de Manolo Sanlúcar, lleno de personalidad, musicalidad, virtuosismo y que requiere un alto dominio técnico para su ejecución, como lo demuestran los guitarristas Santiago Lara o Javier Conde. Además la obra de Francisco Tárrega, Recuerdos de la Alhambra, se muestra como una obra imprescindible para el estudio técnico del trémolo.

 

La nómina histórica de guitarristas flamencos que utiliza el trémolo es enorme. Además, dejándonos trémolos de belleza extraordinaria desde la sencillez a una elevada complejidad. Como los trémolos por granaínas y rondeña de Ramón Montoya, por alegrías del Niño Ricardo o Sabicas, el trémolo por fandangos de Niño Miguel, los pasajes por soleá, malagueñas o granaínas de Juan y Pepe Habichuela, o de El Viejín por la bonita musicalidad y personalidad de sus trémolos. Apuntando los de Melchor de Marchena evolucionados en su vástago Enrique de Melchor.

 

De Paco de Lucía resaltamos pasajes llenos de flamencura en sus solerares, granainas, rondeñas, mineras o tarantas. Pero destacamos entre otros el trémolo de la taranta Fuente y Caudal o de la bulería Río de la Miel. También, la flamenquísima y extraordinaria falseta por seguiriyas de Manolo de Huelva que Alejandro Hurtado recrea en su último trabajo discográfico. Por supuesto sin olvidar a ninguno de los maestros del arte de la guitarra flamenca que dejaron su sello a través de sus trémolos, por lo que para no extenderme he puesto algunos ejemplos.

 

 

 

 


Huelva, 1977. Maestro y guitarrista apasionado del flamenco. Investigador y divulgador de nuestra cultura. El camino del compás le lleva a ser un docente con duende.

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