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María Terremoto, la hora de la verdad - Archivo Expoflamenco
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María Terremoto, la hora de la verdad

La jovencísima cantaora logró otro gran éxito en la XXI Bienal de Flamenco de Sevilla.


Otra noche mágica en el Lope de Vega. No te quejarás. Tenías verdadero mono de cante jondo. Lo mismo que tú, supongo. Tantos meses confinado en mitad del yutuve, reproduciendo una y otra vez esos vídeos en blanco y negro, que son los que más me gustan. Sabes, como el hámster ese de la tienda, que corre noche y día dentro de una rueda sin saber cómo bajarse. Así me he sentido todo este tiempo. Lo mismo que tú, supongo.

María Terremoto también lleva su nombre en blanco y negro. De eso te suena. Su padre, Fernando Fernández Pantoja, Fernandito Terremoto, grande de Jerez. Y su abuelo, Fernando Fernández Monge, Terremoto de Jerez, grande entre los grandes. Por sus venas corre la sangre de cien sagas flamencas. Su apellido Fernández se cayó de chico en una tinaja de agua del Tempul, por lo que ya no tiene necesidad de tomarse la pócima mágica para salir a cantar. Incluye a los Parrilla, los Borrico, los Serna, los Zambos… Quita, quita, que me mareo.

 

«María Terremoto vuelve enfundada en un vestido oscuro de grandes lunares blancos. Otra vez el blanco y negro, ese que tanto te gusta. Su alarido araña con rabia las paredes del teatro. La seguiriya se hace reina»

 

Pero los apellidos no son nada sin el don del cante. Y María lo tiene. A los dieciséis años se llevó de Sevilla el Giraldillo Artista Revelación en la XIX Bienal de Flamenco. Dos años después ya había grabado su primer disco en solitario. Deseaba comprobar qué camino lleva en su evolución. Satisfecho. No podía ser de otro modo. María ha mejorado muchísimo en técnica vocal y presencia en la escena. Ya no es una potrilla desbocá, y empieza a tomar el control de sus inmensas facultades. Su voz suena clara, con bajos aterciopelados y agudos biensonantes. Otra cosa es el espectáculo de anoche, que tuvo sus altibajos.

Qué jartura de Bécquer, prima. Esta es la Bienal de las Rimas. José Valencia, María Terremoto. Que sí, que el poeta sevillano escribió una vez una crítica flamenca. Es que se cumplen ciento cincuenta años del aniversario de su muerte. No te gustan tanto a ti las efemérides. Pues toma dos cazos. Mira, esto no es nuevo, ya lo han hecho algunos maestros antes. Se trata de dignificar al flamenco, darle un toque de intelectualidad. Anda ya. Igualito suenan unos martinetes que digan:

 

Ay, a las marecitas de toítas las gitanas,
que toas iban hacia el tren,
y yo como marecita no tenía,
que nadie me venía a ver.

 

Que estos otros, por maravillosa que haya sido su interpretación por parte de la cantaora jerezana:

 

No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas,
pero siempre habrá poesía.

 

El espectáculo comienza, como era previsible, con la Rima XXI, la de qué es poesía y tú me lo preguntas. A la derecha del escenario, un cuadro flamenco de primerísima calidad, compuesto por la guitarra de Nono Jero, que estuvo magistral en todo momento. La percusión de Paco Vega y las palmas lebrijanas y santiagueñas de Manuel Valencia y Manuel Cantarote, respectivamente. A la izquierda, un cuarteto de cuerda que aportó frescura en los cantes de compás, pero que estorbó más que otra cosa en algunos de los estilos más libres. Una puerta abre el camino para que María llegue despacio hasta el proscenio. Suena preciosa esa bambera en la educada voz de la jerezana. Es la Rima V, la del fleco de oro de la lejana estrella. Empezamos bien.

 

«Cómo canta esa niña. Aprieta los puños en el pañuelo blanco que cubre su regazo, y llora las penas de todos sus antepasados. Lo mismo que tú, supongo, que estás también llorando»

 

Unas cantiñas, dedicadas a la juventud del poeta antes de partir para Madrid desde su ciudad natal, levantan aún más al público. A ti no te hicieron mucha gracia, con esas letras imposibles de descifrar y de mecer al compás de la bahía. Es tiempo para el amor, la realidad más importante para Gustavo Adolfo, tanto en su obra como en su vida personal. Cuidado, el cuarteto de cuerda entra en acción. La Rima XII se apodera de la granaína:

 

Porque son, niña, tus ojos,
verdes como el mar te quejas:
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las hurís del profeta.

 

Casa bien con este palo, usado en Cádiz como preludio de la malagueña del Mellizo. Pero ambas suenan a música académica. La cantaora utiliza todos sus recursos. Pero su esfuerzo por interpretar la letra al unísono con la melodía instrumental le quita verdad y quejío. Todo cambia, sin embargo, cuando el cuadro flamenco se une a ellos para continuar con los aires abandolaos de una rondeña y un fandango de Frasquito Yerbabuena espectaculares.

 

La barriguita incipiente de María Terremoto. Foto: Claudia Ruiz Caro (Bienal de Sevilla)

La barriguita incipiente de María Terremoto. Foto: Claudia Ruiz Caro (Bienal de Sevilla)

 

«Su apellido Fernández se cayó de chico en una tinaja de agua del Tempul, por lo que ya no tiene necesidad de tomarse la pócima mágica para salir a cantar»

 

Hace mutis María para cambiar de vestuario y los del violín, viola, violonchelo y contrabajo nos obsequian con una pieza incomprensible. Por suerte, la jerezana desanda lo andado y nos muestra su barriguita incipiente. Será su primera hija, y, con un guiño, se lleva las manos en forma de cáliz para ofrecérnosla. Ahora sí que me gusta ese violín para acompañar a la nana. Cabeza sobre mi pecho se llama. No cabe más ternura en esa imagen. La petenera también se lleva bien con el violín, que impregna el aire con tintes orientales. Y tras un bello instrumental por alegrías de la mano de Nono Jero, llegó la hora de la verdad.

La hora de la muerte, que es la hora más jonda del cante flamenco. Esa muerte tan temprana del poeta, que lo arrebató del mundo con solo treinta y cuatro años. Suena la campana más gorda de la iglesia de Santiago en la sonanta de Nono Jero. María Terremoto vuelve enfundada en un vestido oscuro de grandes lunares blancos. Otra vez el blanco y negro, ese que tanto te gusta. Su alarido araña con rabia las paredes del teatro. La seguiriya se hace reina entre tanto sinsentido. Y el martinete, a pesar de la letra, despide la velada como antaño. Cómo canta esa niña. Aprieta los puños en el pañuelo blanco que cubre su regazo, y llora las penas de todos sus antepasados. Lo mismo que tú, supongo, que estás también llorando.

 

Ficha artística

Espectáculo: Poesía eres tú
Ciclo: XXI Bienal de Flamenco
Lugar y fecha: Teatro Lope de Vega, Sevilla. 13/9/2020
Cante: María Terremoto
Guitarra: Nono Jero
Palmas: Manuel Cantarote y Manuel Valencia
Percusión: Paco Vega
Violín: José Gregorio Lovera
Viola: María Inmaculada Manchón
Violonchelo: Juan Carlos Toribio
Contrabajo: Manuel Márquez
Idea original: Hugo Pérez
Adaptación musical: Luis de Perikín

 

María Terremoto: jondura al violín. Foto: Claudia Ruiz Caro - Bienal de Sevilla

María Terremoto: jondura al violín. Foto: Claudia Ruiz Caro – Bienal de Sevilla

 

María Terremoto, en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Foto: Claudia Ruiz Caro - Bienal de Sevilla

María Terremoto, en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Foto: Claudia Ruiz Caro – Bienal de Sevilla

 

 


Filólogo madrileño. Media vida en Sevilla. Centinela de las palabras. Lo jondo le acelera peligrosamente el corazón.

2 COMMENTS
  • Manuel 14 septiembre, 2020

    Me parece vergonzoso en la época que estamos y teniendo un canal de flamenco en la radio online que no se de la bienal como otros expectaculos en directo luego decimos que si el flamenco es patrimonio de la humanidad yo no lo entiendo con tantas tecnologías cómo hay que no se pueda escuchar al menos y repito que no entiendo cómo puede ir la gente si no se le da difusión

    • Luis Pérez 14 septiembre, 2020

      Gracias por tu comentario. No sé si por streaming, pero al menos en diferido sí que podrían poner algún recital de vez en cuando. Cómo bien dices, para fomentar la afición.
      Un saludo,

      Luis Pérez

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