Juan Trujillo El ‘Perote’ o el malagueñero de la voz campera
Se llamaba Juan Trujillo Gómez 'El Perote' y nació en 1864 en Álora (Málaga), la tierra del célebre Canario. 'Estas son las del Perote, las que suben al tablao. Malagueñas como estas en Sevilla no han cantao'.
Álora es uno de los pueblos de más tradición flamenca de Málaga, con artistas que entraron en la historia del cante por grandes aportaciones, como, por ejemplo, Juan Reyes Osuna El Canario, del que nos vamos a ocupar en esta misma serie la semana que viene. Pero al poco tiempo de salir el malogrado Malofino, que así le llamaban de joven, surgió una nueva voz en esta bella localidad, la de Juan Trujillo Gómez El Perote, con claro sabor campero. El Canario y él fueron los pioneros del pueblo, antes de que saliera Sebastián Muñoz El Pena, otro gran cantaor que tendrá su sitio en nuestra serie.
Juan el Perote nació el 16 de agosto de 1864 en Álora, hijo de Juan Trujillo Navarro y de María Gómez Pérez, y no de Francisco Trujillo y María García, como aseguran en el libro Cantaores y guitarristas de Álora. Lo confundieron con otro. Tanto sus abuelos paternos como maternos eran aloreños. Los abuelos paternos fueron José Trujillo y Francisca Navarro, del campo, una familia muy conocida en el pueblo. Juanillo el Trujilejo, así llamaban al Perote cuando era un adolescente y quería ser cantaor. Naturalmente, comenzó a cantar en Álora y dicen que tenía una voz impresionante, redonda y, aunque algo áspera, bien timbrada. Y que desde muy joven quería seguir los pasos de su paisano el Canario, que además era primo segundo suyo por parte paterna.
«Se fue a trabajar a Madrid para evitar pasar cada día por los lugares donde había sido tan feliz con su joven esposa, una malograda bailaora que era una de las grandes atracciones del café del Burrero y que Fernando el de Triana llamó Carmelita Pérez»
Lo intentó primero en Málaga, pero no tuvo buena acogida y acabó yéndose a Sevilla cuando abrieron cafés como El Burrero y el Salón Silverio. No sería de extrañar que tirara de él el Canario, siete años mayor. El malogrado Juan Reyes llegó pronto a Sevilla y estuvo protegido por Carito de Jerez y el Maestro Pérez, ambos con buena influencia en el ambiente flamenco de la capital andaluza. A través de ellos fue contratado en el Café del Burrero, cuando todavía estaba en el número 1 de la céntrica calle Tarifa, primero como cantaor de cuadro, o sea, para el baile, y luego cantando solo y ya en la sede de la calle Sierpes con puertas a las calles Azofaifo y Pasión. Ahí fue donde el Perote cantó a veces con Chacón, Fosforito de Cádiz, el Niño Ríos o el Niño de Tomares, uno de sus grandes amigos, a finales de los ochenta.
Amores con Lola Pérez
Buen mozo, como se puede apreciar en la fotografía que encabeza estas líneas y que dio a conocer Fernando el de Triana en Arte y artistas flamencos (Madrid, 1935), todo fue llegar a Sevilla y enamorarse de Dolores Pérez León, conocida por Lola Pérez, la hija bailaora del Maestro Pérez, el gran guitarrista del Barrio de la Feria de Sevilla. Lola nació en la calle Escoberos de la capital andaluza en septiembre de 1870 y cuando se ennovió con el Perote era una adolescente de 14 años. En 1884 ya aparece el Perote viviendo con ella en casa de sus padres, en el número 41 de la calle Amor de Dios, en la casa de al lado donde dormía el Canario cuando fue asesinado, el 39, que era la casa de Carito de Jerez y sus padres.
Poco pudo disfrutar el cantaor de Álora de su amada esposa, puesto que murió en agosto de 1891, con solo 20 años. Falleció sin darle un hijo, según consta en el certificado de defunción de la artista. Hay una malagueña conmovedora, al parecer escrita por él mismo, que refiere el drama de su vida:
Mi madre enterrá de hoy
y mi mujer agonizando.
En el Café de Ciriña
está el Perote cantando.
Poco tiempo antes había fallecido su madre, y al morir también su esposa, y tan joven, se volvió loco. Cuentan que bebía como un cosaco y que parecía que quería acabar con su vida. Incluso se fue a trabajar a Madrid para evitar pasar cada día por los lugares donde había sido tan feliz con su joven esposa, una malograda bailaora que era una de las grandes atracciones del café del Burrero y que Fernando el de Triana llamó Carmelita Pérez, sin duda por error.
En las noches en las que el Perote, muerta su mujer, aparecía amaneciendo el día y derrotado en alguna taberna de la Alameda, dicen que cantaba esta otra malagueña:
Yo soñé que aún vivías
y me desperté cantando.
Se derrumbó mi alegría
cuando en la cama no estabas
y al llamarte no venías.
«Comenzó a cantar en Álora y dicen que tenía una voz impresionante, redonda y, aunque algo áspera, bien timbrada. Desde muy joven quería seguir los pasos de su paisano el Canario, que además era su primo segundo»
El Perote en opinión de los expertos
Juan Trujillo El Perote fue sobre todo un gran malagueñero con estilo propio, y, según testimonios solventes, cantó otros estilos muy bien, como dijo el cantaor trianero Rafael Pareja, que lo trató mucho:
El Perote de Álora, casado con la hija del gran tocaor Pérez, era cantaor basto, pero por sus simpatías y hombría de bien se había situado en primera fila entre los de su tiempo. No solo cantaba bien por malagueñas, sino que lo hacía por alegrías para acompañar al baile, ya que tenía facultades para ello, cualidades que no se daban en todos los cantaores pues hacía falta mucho poder, cosa que a él le sobraba. Con sus alegrías puedo decir que bailaron grandes de este periodo del arte flamenco.
El cantaor de Álora llegó a cantarle a todos los bailaores y las bailaoras que actuaron en el Burrero: Antonio el Pintor y su hijo Lamparilla, Pepe Ronda, la Carbonera, Gabriela Ortega, la Mejorana, la Sordita, Palma Monje e Isabel Santos, entre otros nombres destacados.
Fue Fernando el de Triana quien más se extendió en destacar sus cualidades, porque, además de valorarlo como cantaor, se nota que llegó a apreciarlo como persona:
Al hacer la semblanza de este glorioso cantador, un doloroso recuerdo embarga mi ánimo. El Perote y yo, desde hace más de cincuenta años en que trabajamos juntos por primera vez en el Café don Críspulo, en la calle de Embajadores esquina a Huerta del Bayo, en Madrid, siempre fuimos más que compañeros, hermanos. Su voz era de lo que fue: cantador grande, sobre todo por malagueñas. Parece que le estoy escuchando esta, que bordaba:
Hasta ayer no supe yo
lo que valía una madre:
que estando malo en la cama
ella vino a consolarme
y a mí se me alegró el alma.
¡Qué tercios! ¡Qué poder! ¡Qué corazón artístico! ¿Y cantando para bailar? En los tiempos de sus mayores triunfos contrajo matrimonio con una hija del gran maestro guitarrista Antonio Pérez, y los dos murieron muy jóvenes. ¡Qué orgullosa estará Álora con sus hijos cantaores!
En efecto, Juan el Perote murió joven pero no hemos logrado aún averiguar dónde y en qué año acabaron sus días. Lo hemos buscado en Sevilla y parece que no, que falleció en Madrid, donde tuvo mucho cartel cantando en los cuadros de los cafés cantantes. No llegó a grabar cilindros, al menos que se sepa hasta ahora, ni discos de pizarra. Su legado son cuatro o cinco letras de malagueñas que luego han cantado otros cantaores y alguna cantaora. La más popular, la que sigue:
Donde hay yeguas, potros nacen,
dice un refrán verdadero.
¡Adelante, no hay que apurarse!
Buenas noches, caballeros,
por ser la primera, pase.
Su paisano el Pena grabó esta maravilla:
De tanto llorar pòr ti
tengo cabales en la cara.
Los suspiros que tú dabas
eran tormentos para mí
cuando de ti me acordaba.
O esta que sigue, que estremece:
Que siempre va de tormenta.
Yo soy como aquel barquito
que siempre va de tormenta.
Cuando no lleva penitas
va lleno de sentimientos
va lleno de sentimientos.
Rafael Pareja también aportó dos coplas maravillosas:
Estas son las del Perote,
las que suben al tablao.
Malagueñas como estas
en Sevilla no han cantao.
El más sabio se atribula,
quien lleva razón, la pierde.
Prevarica del sentío
aquel que quiere y no puede
gozar de la que ha querío.
La madre y el amor de su mujer como temas más presentes en su repertorio de letras. Una figura histórica, sin duda.