Un estudio de sombrerazo
En mi opinión y sin desmerecer lo que han publicado otros analistas, 'Génesis musical del cante flamenco', de Guillermo Castro Buendía, es una obra merecedora de todos los elogios.
Hace años escribí que analizar musicalmente los palos del flamenco era una labor que tendrían que llevar a cabo los musicólogos. Y muy pocos flamencólogos lo han sido o lo son. Por tanto, casi todo lo que se ha escrito al respecto tiene un rigor más que discutible. En las últimas dos décadas se ha investigado más que en los ciento cincuenta años anteriores, y con más rigor. Lo más completo que se ha hecho hasta hora en cuanto al estudio de los palos flamencos lo ha editado este mismo año Guillermo Castro Buendía, Génesis musical del cante flamenco, un tratado de casi dos mil páginas.
Castro Buendía, madrileño nacido en 1973, es doctor en Historia del Arte y Titulado Superior en la especialidad de guitarra clásica. Además, un enamorado del flamenco, lo que le llevó hace años a emprender la apasionante y arriesgada aventura de investigar en su música, recopilando miles de noticias en la bibliografía y las hemerotecas, y analizando cientos de vetustas partituras. Era la única manera de poner algo de luz en un asunto complicado, complejo, como es el del origen de los palos flamencos.
«Castro Buendía no toma partido, apoyándose en una documentación incontestable, limitándose a mostrar lo que se ha escrito hasta ahora y analizando unas partituras que nos descubren cosas maravillosas sobre el origen musical de los distintos palos de la baraja flamenca»
No podemos decir que esta importante obra de investigación y análisis sea algo definitivo, pero, desde luego, es lo mejor que se ha hecho hasta ahora, lo más completo. Ya era hora de que los analistas del flamenco fueran más allá de lo históricamente conocido, o sea, de los trabajos de Estébanez Calderón, Demófilo o Mairena y Molina, quienes todo se lo atribuían a los gitanos andaluces del XIX. Los estudios de estos autores se han quedado ya antiguos, desfasados, aunque aún hay quienes se apoyan en ellos para seguir pontificando.
Lo que más me gusta de esta monumental obra de Buendía es que no toma partido, apoyándose siempre en una documentación casi incontestable, limitándose a mostrar lo que se ha escrito hasta ahora y analizando unas partituras que nos descubren cosas maravillosas sobre el origen musical de los distintos palos de la baraja flamenca, procedentes muchos de ellos del rico tesoro de la música española y el folclore andaluz. Sin embargo, es preciso decir que en ocasiones se separa poco lo que es el folclore del verdadero cante jondo, analizando a artistas que no eran flamencos, sino cantantes, tenores o tiples, aunque hicieran palos como el punto cubano, las peteneras, las seguidillas castellanas o las guajiras cubanas, que antes que estilos flamencos fueron canciones españolas y andaluzas, y hasta de Cuba, Méjico, Argentina o Uruguay.
Este gran trabajo de Buendía, que recomendamos sin titubeos, será completado algún día con otros que analicen más a los artistas y su relación con los palos del cante. Nos referimos a figuras históricas como el Planeta, Frasco el Colorao, Manolillo el Maestro, el Fillo o Silverio, aunque no tengamos muestras sonoras de sus cantes. Saber de dónde era cada uno, por dónde se movieron y qué dejaron es fundamental para que un tratado de investigación de esta índole sea mejor entendido por quienes no son musicólogos, sino amantes del cante o el flamenco en general. Lamentablemente, dada la escasa cultura musical de aficionados y artistas, este trabajo será mejor valorado por los músicos, quizás por los guitarristas, además de los interesados en el origen de las letras y la influencia de otras músicas del mundo en lo que hoy llamamos flamenco. Tanto Buendía como Faustino Núñez o los hermanos Hurtado tienen mucho que aportar aún. Y otros musicólogos literatos e historiadores que vengan en el futuro, que vendrán y dispondrán de obras como esta de Buendía, de una vital importancia por lo que es, pero que también lo es por lo que pueda venir más adelante como consecuencia de este estudio.
Resulta imposible analizar en tan restringido espacio su verdadero valor, el de tan magna obra, que necesitaría otro libro o todo un congreso de especialistas. En mi opinión y sin desmerecer lo que han publicado otros analistas, Génesis musical del cante flamencoes una obra merecedora de todos los elogios. Yo diría que de sombrerazo. A compás, claro.