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Juanito Mojama: ¿redescubriendo a un genio?

Sesenta y cinco años después de irse con Chacón y Manuel Torres, Jerez va a reconocer su magisterio y obra en noviembre, dentro del I Congreso Internacional de la Universidad de Cádiz y con el título de 'La Modernidad Cantaora de Juan Mojama. Redescubriendo a un genio'.


Jerez de la Frontera, una tierra flamenca tan dada a los monumentos, se había olvidado de uno de sus mejores cantaores, Juan Valencia Carpio, que hizo célebre el sobrenombre artístico de Juanito Mojama. O Clarito Mojama, que también le llamaban de esta manera cuando empezó a cantar y a bailar con un arte poco común, lo que no evitó que muriera pobre y olvidado, aunque esto era algo frecuente en aquellos años, en los que, salvo excepciones, un cantaor de flamenco no era nada.

Juanito Mojama era gitano y nació en la calle Honsario, en el jerezano Barrio de Santiago. De familia pobre, como no podía ser menos, siendo gitano y de ese barrio. Nació un año después que Manuel Vallejo y dos de que viniera al mundo la Niña de los Peines. Su paisano Chacón, una de sus referencias, era ya un revolucionario del cante, y era tan solo un niño de 12 años otro revolucionario como luego fue Manuel Torres, que era jerezano también como Mojama y Chacón y, por supuesto, otra de sus referencias. Como otros muchos artistas de esta tierra, Mojama emigró a Sevilla y a Madrid para vivir del cante. En 1912 ya trabajaba en locales de la capital de España como Fornos, Villa Rosa y Los Gabrieles, avalado por Chacón, que siempre vio en él a un discípulo. En aquella época no era fácil hacerse figura porque había muy buenos cantaores en Madrid: desde el propio Chacón, que era el rey, hasta José Cepero, Fernando el Herrero o Manuel Escacena. Mojama vivía sobre todo de las fiestas, en las que cantaba y bailaba por unas monedas, como todos.

Juan Valderrama, que lo trató bastante, me contó que era un espectáculo escucharlo, retorciendo su menudillo cuerpo cuando cantaba por seguiriyas, y que cuando lo hacía por bulerías se levantaba, alzaba los brazos y solía acabar con el cuadro por su singular forma de marcar y zapatear. Lamentablemente, su obra discográfica, que no es extensa –dieciocho cantes, más o menos una hora de audición–, no registra todo su caudal sonoro, pero sí da una idea de la clase de cantaor que fue. Todo lo grabó entre 1928 y 1939, en plenitud de facultades y con la madurez necesaria, de ahí que nos dejara verdaderas joyas en soleares, seguiriyas, tarantas, tientos, granaínas, alegrías y caracoles. Tras la Guerra Civil española de 1936, el cantaor jerezano empezó a tener problemas y las pasó canutas en Madrid, teniendo que vivir de lo que podía. Hasta que murió, pobre y olvidado, en 1957, cinco años después que Tomás Pavón y tres años antes que Vallejo, su gran amigo. Tras su muerte, Mojama cayó en el más absoluto de los olvidos, quizás porque sus discos no estaban al alcance de los aficionados y estudiosos, o porque estos, los aficionados, cambiaron en sus gustos a la hora de escuchar cante.

Lo cierto es que hasta no hace muchos años Juanito Mojama vivía solo en el recuerdo de unos pocos artistas y aficionados de la vieja escuela, alguien de quien se hablaba, además, sin conocer su corta pero importante obra discográfica. Sesenta y cinco años después de irse con Chacón y Manuel Torres, Jerez va a reconocer su magisterio y obra en noviembre, dentro del I Congreso Internacional de la Universidad de Cádiz y con el título de La Modernidad Cantaora de Juan Mojama. Redescubriendo a un genio. En su tiempo no era reconocido ni mucho menos como un genio, quizás porque hubo varios en el cante, pero actualmente cuando se habla de Juan Mojama se hace siempre con veneración. Lo de menos es si fue o no un genio del cante, que un genio es otra cosa, sino que Jerez le vaya a hacer justicia a uno de sus mejores cantaores y, de paso, porque seguramente saldrán a relucir en este congreso, a otros que también fueron geniales y que duermen bajo la pesada losa del olvido, como son el Loco Mateo, Antonio Frijones, el Chato, Salvaorillo, Carito, la Serneta, Isabelita de Jerez, Juana la Macarrona, Antonio Sol o el Sernita.

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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