Cuplé jondo
El cuplé se identifica como bulería, y no “canción acompañada por bulería”. Los intérpretes creativos se mueven entre las posibilidades en busca de la ruta de lo jondo, y es cuando ocurre la magia.
En primer lugar, ¿qué es el cuplé exactamente? Hace décadas, cuando las primeras canciones populares se estaban adaptando al compás de bulería, cuando esta aún estaba en pañales, normalmente era música y letras cogidas prestadas de fuentes hispanas: canciones folklóricas, zarzuela, baladas etc., pasadas por el prisma del compás de la bulería, aquel gran invento capaz de acomodar y asimilar cualquier tipo de música, poesía o emoción, y devolverlo hecho flamenco.
La bulería siempre torea cierta mala prensa –el gran cantaor Antonio Núñez Chocolate la despachó como “cante de bulla”– pero no es una forma menor del flamenco, ni un divertimento destinado a hacer tiempo entre otras formas más nobles. Es esencial y dinámica, y en manos y voces de buenos cantaores que dominan la forma, el cuplé por bulería puede ascender a un nivel alto. Hay un número relativamente pequeño de cantes específicamente asociados con la bulería, probablemente alrededor de un diez por ciento de todo lo que se escucha en grabaciones. El otro noventa por ciento incluye no solo cuplé, sino cualquier cosa que se inventa un cantaor en un momento dado.
«Cantaores famosos han grabado centenares de cuplés por bulería, y las mejores interpretaciones han logrado convertir canciones quizás dulzonas en flamenco poderoso»
La palabra cuplé viene del francés couplet, que, a su vez, derive del latín copulare, y que llegó a emplearse para referir a esta alternativa a la bulería corta. Lo cual plantea esta pregunta: ¿qué es la bulería corta? Digamos que es un reflejo del cante por soleá, con versos de tres o cuatro líneas en modo frigio (modo flamenco), que puede incluir repeticiones de los tercios. Casi cualquier otra cosa cantada por bulería se llama cuplé hoy en día.
Cantaores famosos han grabado centenares de cuplés por bulería, y las mejores interpretaciones han logrado convertir canciones quizás dulzonas en flamenco poderoso cuyo interés y valor artístico pueden haber superado las correspondientes versiones originales. Contemplemos el bolero Corazón loco, grabado primero con la voz de miel tostada de Antonio Machín. Miguel Vargas Bambino le dio una interpretación abrasadora que desafía los límites del flamenco y su capacidad de poner los pelos de punta. Y para vosotros que estáis pensando pero Bambino no fue exactamente un cantaor, doy fe de que tenía largos conocimientos de cante que mostraba en reuniones particulares de amigos y familia en Utrera. Aquella capacidad alimentó sus instintos flamencos, habilitando la transformación de música popular en flamenco, y convirtiendo a Miguel en figura de culto.
Otro ejemplo es Adela la Chaqueta, y su versión inolvidable de Voy a perder la cabeza por tu amor. Una inofensiva canción de amor es empujada hasta el umbral de la emoción con una interpretación rancia que deja al oyente agotado, en el mejor sentido. De la misma familia, el enciclopédico Antonio el Chaqueta era conocido por sus cuplés y sus imposibles trabalenguas.
El Romance de la Reina Mercedes, bellísima música y letra sentimental de Quintero, León y Quiroga, ha sido versionado por muchos. Otros cantaores lo han incluido en sus repertorios, pero ninguna interpretación alcanza el poderío y flamencura de la personalidad de Bernarda de Utrera. La senda del viento, en memoria a Carmen Amaya, es otro de sus cuplés clásicos. Su hermana Fernanda, más bien conocida por su magistral cante por soleá, también sabía localizar el flamenco mediante cuplé. Se nos rompió el amor toca en la cabeza de muchos aficionados en la voz de Fernanda de Utrera. Sin salir de Utrera, estaba también el gran Gaspar de Utrera. Dominaba las formas más difíciles del cante, pero no le costaba estrujar el flamenco de muchos cuplés que llegaron a ser su seña de identidad.
¿De dónde viene tanta energía? Sabiendo alargar o fragmentar los versos, modificar la melodía o la letra, repetir o adornar, emerge la personalidad del cantaor o cantaora, la canción original queda en un segundo plano, y nace un cuplé por bulería. Tengamos presente la importancia de la velocidad. Independientemente de la marcha de la música, que puede ser veloz, la voz puede habitar el compás con serenidad porque en los cuplés más flamencos no existe una relación férrea entre las notas cantadas y el acompañamiento. El cuplé se identifica como bulería, y no “canción acompañada por bulería”. Los intérpretes creativos se mueven entre las posibilidades en busca de la ruta de lo jondo, y es cuando ocurre la magia.
Imagen superior: Fernanda y Bernarda de Utrera. Foto: Archivo familiar de las artistas
Francisco en Paris 27 febrero, 2021
Gran artículo que demuestra mucho conocimiento y buen gusto. Un abrazo y gracias
Pedro Moral 24 septiembre, 2021
Hombre Estela!!!! Me alegro de saludarte. He topado contigo de casualidad. Nos conocimos hace unos 17 años en el foro del desaparecido Manuel Chilla: tristeyazul, lo recuerdas? Yo de ti sí. Eres una pedazo de aficionada. Te invito a visitar mi canal Flamendro donde podrás escuchar a más de 300 artistas antiguos que grabaron. Por cierto, voy a poner un link directo en el vídeo que le voy a dedicar a Antonio El Chaqueta a este post. Un fuerte abrazo, espero que te encuentres bien y saber de ti.
Estela Zatania 25 septiembre, 2021
Hola Pedro…gracias por tu amable mensaje. Enhorabuena por Flamendro, es una colección estupenda. Un abrazo