El Festival de la Mistela irrumpe en el mundo de los festivales flamencos a través de un nuevo formato que se está consolidando con personalidad propia, y que ya ocupa un espacio definido en el panorama flamenco de este nuevo siglo. Allí el cante, el toque y el baile tienen su protagonismo incuestionable con las primeras figuras del género. Nacido a finales de la década de los sesenta, como tantos otros festivales veraniegos que inundaron de arte jondo la geografía andaluza, el Festival de la Mistela compartió protagonismo y dignidad junto a otros muchos de los que se ofrecían en este rincón del Bajo Guadalquivir entre Sevilla y Jerez y, por extensión, de toda Andalucía.