Para aquellos que no conocen a la perfección el entorno del barrio de Sacromonte de Granada, les pedimos que busquen lugares recónditos aún por descubrir para muchos, máxime si en ellos se programa flamenco. El espacio al que hoy nos referimos es un lugar multicultural que igual programa flamenco, cine, exposiciones, jazz, etc.
El Museo Cuevas del Sacromonte es justamente eso: un lugar de encuentro en plena naturaleza al que se accede por la Verea de Enmedio o por el camino del Monte. Este museo congregó la noche del viernes 12 de julio a aficionados al flamenco y a otras músicas para escuchar a una artista granadina emergente que quiere abrirse paso en el difícil mundo del cante.
Para más señas, se trata de Estrella de Manuela, una joven promesa, hija del músico, productor y percusionista Miguel El Cheyenne. A pesar de su insultante juventud ya atesora en su haber un disco de flamenco, uno nuevo de boleros, que fue el que presentó para esta velada, y uno nuevo en camino. Habrá que advertir al lector que su espectáculo es ajeno al flamenco si bien incluye guiños al mismo, por lo que no hay que extrañarse si en esta crítica no hay referencias al cante, al menos como contenido principal. Y es así, porque la noche transcurrió entre boleros y composiciones de grandes artistas que para nada son flamencos aunque sus composiciones hayan sido rescatadas por otros artistas, como Diego el Cigala o Martirio, para darles un toque jondo.
Ocho perlas de mi mundo es el título del disco que se presentó. El repertorio abrazó a grandes ilustres de la música cubana, mejicana, brasileña y por supuesto flamenca.
Para sostener y acompañar musicalmente a Estrella, intervinieron Sergio Pamies al piano, Manuel Sáez al contrabajo, Miguel El Cheyenne y Diego Molina a la percusión y como artistas invitados el guitarrista Miguel Ángel Corral y Talía Reyes.
La noche viajó a través de los boleros. Comenzó con Pamies en solitario para aparecer en el escenario el resto de músicos que acompañaron a Estrella por granaínas. La cantaora tiene una voz dulce, laína y casi sensual. No abusa de los altos y mantiene su timbre en los medios. La voz la saca de la garganta, no del diafragma, lo que le permite por un lado encarar los boleros con corrección y afrontar algunos cantes que le son cómodos a su tesitura. Por eso, la media granaína fue la de Chacón –con remate morentiano– y la malagueña de la Peñaranda con fandango de María la Gazpacha.
«Estrella de Manuela es una joven promesa, hija del músico, productor y percusionista Miguel El Cheyenne. A pesar de su insultante juventud ya atesora en su haber un disco de flamenco, uno nuevo de boleros, que fue el que presentó para esta velada, y uno nuevo en camino»
El resto del recital se sostuvo, como decía, con boleros. Principió su primera exposición ante el público con Perdóname, de Armando Manzanero. Continuó con Verdad amarga, de la mejicana Consuelo Velázquez. Invitó al escenario a Miguel Ángel Corral con guitarra flamenca, que no acabó de sonar como merecía al no usar micro de ambiente y sí cable conectado que la hizo sonar demasiado metálica. Recordó a Luis Miguel con la pieza Por debajo de la mesa y remedó una versión de la canción popular Llorona cercana a la que musicó Chavela Vargas.
Hubo un necesario descanso desde el prisma artístico que alivió los nervios evidentes de la primera parte de la cantaora, que se deshicieron al volver para conseguir mostrarse más segura en las tablas. Aún así, en las transiciones en las que dejaba espacio para sus músicos, su timidez no le permitió estar de frente al público y se giraba continuamente hacia ellos a la espera de retomar con su voz las coplas que iba cantando con la ayuda de un móvil a modo de atril digital.
La segunda parte vino con energías renovadas y reivindicaciones no solo musicales. Arrancó con todos los músicos en aire de bulerías hasta que Miguel El Cheyenne tomó la palabra para agradecer a los presentes arropar a su hija en esa noche. No quiso perder la oportunidad de reinvindicar el flamenco mentando el despropósito que, a su juicio, ha supuesto el reconocimiento de Castillete de Oro a Omar Montes, vindicando la verdadera naturaleza de ese tipo de reconocimientos y abogando por defender el flamenco.
Tras sus palabras, volvió a escena Estrella con Adiós felicidad, La flor de la Canela y la archiconocida Vete de mí –de Homero y Virgilio Expósito– que rescatara con tintes flamencos Diego el Cigala junto a Bebo Valdés en el disco Lágrimas negras.
Faltaba poco para finalizar cuando nos sorprendió Estrella con El gato triste y azul, de Roberto Carlos, que además sirvió de bis final junto a Talía Reyes, que subió al escenario tras la presentación de los artistas y el agradecimiento al prestarse a colaborar en un disco que se grabó el verano pasado y que la hizo alejarse del flamenco momentáneamente conforme a sus inquietudes musicales. Nos queda pedirle que vuelva a la senda del cante por derecho, que es lo que le gusta.
Un disco de presentación el de esa noche al que el pianista Sergio Pamies ha aportado su bagaje profesional y su criterio, y cuyo protagonismo es necesario como gran músico que es. Estrella aún tiene mucho que decir y que aprender en el escenario y noches como esta vislumbran que estamos ante una artista joven, inquieta, en formación y con buen futuro.
Ficha artística
Ocho perlas de mi mundo, de Estrella de Manuela
Museo Cuevas del Sacromonte, Granada
12 de julio de 2024
Cante: Estrella de Manuela
Piano: Sergio Pamies
Violonchelo: Manuel Sáez
Percusión: Miguel El Cheyenne, Diego Molina
Artistas invitados: Miguel Ángel Corral, Talía Reyes
Texto y foto: Antonio Conde González-Carrascosa