Es lógico pensar que un cantaor con una Bienal nombrada en su honor, un notable evento con exposiciones, jornadas y diversas actividades celebrando este año su quinta edición, no podría considerarse “olvidado”. Sin embargo, el nombre de Canela de San Roque no circula como corresponde.
Empiezas a enumerar las maxi figuras que son los ladrillos y cemento del flamenco, cante, baile, guitarra, y es una larga lista de nombres que nos despiertan recuerdos diversos. A clavito…y suena dentro de la cabeza la voz hiriente de Torre. Di “Paco”, y el tocadiscos interno abre el amplio playlist asociado con nuestro genio de Algeciras. O la imagen de Carmen Amaya nos sirve para plasmar esa postura tan suya de la catalana con los brazos encogidos en postura cangrejo. ¿A quién o a qué nos refiere el nombre Alejandro Segovia Camacho, Canela de San Roque?
Lo vi y escuché por primera vez cuando salió hace más de dos décadas en el programa de televisión Puro y jondo. ¿Cómo había podido pasar por alto a este cantaor, retratado en su día con estas palabras por Félix Grande, poeta, flamencólogo y crítico?: “canta con ímpetu, con la bravura, con la intensidad del que torea por primera vez, y con el luto, con la tristeza y el sufrimiento del que torea o canta por última vez”.
Familia de los Jarrito y Perico Montoya de San Roque, lo conocí personalmente en su madurez una tarde en la venerable Sociedad del Cante Grande de Algeciras. Pocos años antes en el Baluarte de la Candelaria de Cádiz me había sorprendido la autenticidad de su dolor hecho arte, el poder comunicativo, y la cálida sinceridad de su cante. Impresionante cantaor, impactante y profundo, con un decir honesto y noble. Por soleá, largo y majestuoso con una interpretación de Paquirri el Guanté que daba carne de gallina, siguiriyas tan tiernas como hirientes, soleá por bulería con un fraseo genial, no compás, que también, sino fraseo que tan a menudo se descuida a pesar del potencial asociado.
El Canela de San Roque siempre ponía todas sus cartas sobre la mesa con un aplastante poder comunicativo y paladar en todo lo que interpretaba. Mairenero con personalidad propia, y en el mejor sentido de la palabra, sabía abrir el grifo de lo jondo sin histrionismo. El metal peculiar de su voz, la expresividad, proyectaban formas de cante del pasado, sin que fuera anticuado. La boca se me llena de adjetivos halagüeños cuando hablo de este cantaor. Poderío, más espiritual que físico, del tipo que más vello levanta, nos recuerda que por esta geografía hay mucho más que cante festero.
La vida resulta más llevadera cuando está aderezada por una sensibilidad flamenca como la que aporta la voz de terciopelo antiguo del Canela. No porque fuera superficial o liviano su arte, sino porque se revolcaba en aquel dolor, lo desmontaba, lo masticaba y nos lo devolvía digerido y calmado.
La Primera Bienal de Arte Flamenco Canela de San Roque tuvo lugar en octubre del 2016. La nueva edición se celebra del 14 de septiembre al 19 de octubre de 2024 en el Palacio de los Gobernadores y en el Teatro Juan Luis Galiardo. Detengamos temporalmente la intensa marcha de la promoción, y contemplemos por un ratito la subestimada capacidad de Alejandro Segovia Camacho, Canela de San Roque, nacido en 1947, dejándonos demasiado pronto en el 2015 con 68 años. Nos queda el recuerdo de su voz en la de su hijo, José Canela.
Estela Zatania