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Yoichiro Yamada: pasión y muerte de un flamenco japonés - Archivo Expoflamenco
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Yoichiro Yamada: pasión y muerte de un flamenco japonés

David López Canales reconstruye en ‘El tigre y la guitarra’ la peripecia de Yoichiro Yamada, al que la pasión por la música de Serranito llevó a afincarse en Madrid, pero que terminó viviendo en la calle y cuyo cuerpo fue encontrado sin vida en la Plaza de Oriente.


La imagen daría para el comienzo de una novela policiaca: un japonés aparece muerto en la Plaza de Oriente, uno de los grandes focos turísticos de Madrid. Sin embargo, Yoichiro Yamada no fue ningún personaje de ficción, sino una persona de carne y hueso. Un apasionado del flamenco que se dedicó en cuerpo y alma a la sonanta, hasta que su vida fue tomando una deriva fatal de penuria y desamparo. Y esa es la historia que David López Canales ha querido contar en su libro El tigre y la guitarra.

 

La historia de Yamada se había cruzado en el camino del periodista mientras recogía información para su anterior ensayo, Un tablao en otro mundo, en el que explicaba la historia de la conquista de Japón por parte del arte flamenco desde los años 50 del siglo pasado hasta nuestros días. Alguien le habló de aquel misterioso guitarrista, pero en aquel momento tenía el foco puesto en otros asuntos. Sin embargo, la idea volvió a rondarle, hasta que se decidió a investigar quién era aquel hombre y cómo fueron sus años en España.

 

López Canales fue averiguando cosas. Por ejemplo, que Yamada, que desde joven estaba familiarizado con la guitarra clásica, un buen día vio a Paco de Lucía en televisión, actuando en su primera gira por el país del Sol Naciente, allá por 1972. “Su hermana le dijo que viera aquello, y quedó hipnotizado: el flamenco le cayó como un rayo”, dice el periodista.

 

Pero el asombro ante el genio algecireño no fue nada en comparación con la fascinación que le produjo el descubrimiento, a mediados de los años 70, de Víctor Monge ‘Serranito’, cuyos discos entonces veían la luz en Japón antes incluso que en España. “Lo venera como a los dioses”, afirma el autor del libro.

 

Al parecer, Yamada estaba vinculado con la cultura samurai, que según el autor de El tigre y la guitarra tiene mucho que ver con el flamenco, desde cierta ceremoniosidad al uso de las dos katanas, que puede trasponerse a la guitarra, con la necesidad de que cada mano adquiera una destreza distinta.

 

 

«Es la historia de un héroe caído, de un devoto, de un perdedor. Alguien atrapado entre dos mundos, el flamenco y la cultura samurai, de la que decía venir. No pudo, o no quiso, salir de ahí»

 

 

Unos años después de descubrir a Serranito, en una de sus frecuentes giras, Yamada acompaña al maestro en taxi al aeropuerto, y éste le da un papel con sus señas en Madrid, animándolo a que lo llame si alguna vez cae por allí. El japonés se lo toma al pie de la letra, Serranito se encariña con él, pero también se convierte en un discípulo un tanto obstinado.

 

Yamada pone todas sus energías en tocar la guitarra, compra varias hasta tener una colección de valor considerable. Pero muy pronto comienza su caída en picado. Primero, la expulsión de la habitación que alquilaba, con todos sus libros y discos de flamenco tirados a la basura por su casera. Luego, la necesidad de dormir en la tarima de la academia de baile de Amor de Dios, en Antón Martín, o en casa de amigas bailaoras. Finalmente, la calle.

 

Cómo llegó aquel hombre a aquel proceso de degradación, es algo difícil de explicar, entre otras cosas porque nadie le preguntó nunca, al parecer, qué le pasaba, cómo se sentía. La teoría de López Canales es que se flagelaba con la idea de no haber cumplido su sueño, de no haber llegado a ser el guitarrista que esperaba. No podía regresar a Japón bajo aquella humillación, con su honor mancillado. “En cierto modo, es la historia de una obsesión y de la noción de éxito o fracaso, que cada cual ve a su manera. El flamenco fue una pasión que se le fue de las manos”, apunta el periodista.

 

Incluso dejó de frecuentar a Serranito, quizá por la vergüenza de mostrarse como un sintecho ante los que consideraba su verdadera familia española. Cuando alguien le sugería que podía vender algunas de sus guitarras, guardadas en casas de amigos o en guitarrerías de confianza, decía que jamás haría tal cosa, porque el instrumento podría convertirse en tigre y devorarlo.

 

López Canales no ha querido indagar en las causas de la muerte de Yamada. La vida en la calle, la malnutrición, la melancolía, todo conspiró contra aquel aficionado. “Es la historia de un héroe caído, de un devoto, de un perdedor. Alguien atrapado entre dos mundos, el flamenco y la cultura samurai, de la que decía venir. No pudo, o no quiso, salir de ahí”. 

 

Imágenes: David López Canales  

 

 

 

 


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

3 COMMENTS
  • bruno Pedros 1 junio, 2023

    Esta historia tan triste me dolió mucho porque lo conocí en Madrid y este hombre tenía un conocimiento y corazón grande. Una lástima. También veo en mi un amor odio hacia la guitarra .. que tanto cuesta para tocarla bien. El Mundo artístico es muy ingrato. Gracias.

  • Pedro Ramírez 19 junio, 2023

    Lo conocí en Madrid de manos de sus amigas bailaoras y vecinas mías entonces. Mostraba ya en sus ojos ese reflejo de alma atormentada. Un verdadera pena su pérdida. Era un artista cuya pasión pudo con él.

  • Alejandro Luque 20 junio, 2023

    Gracias por vuestros comentarios. Sospecho que la historia del flamenco está llena de tragedias como la de este hombre. Como todas las grandes pasiones, el flamenco es extremo, para bien y para mal. Un saludo.

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