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¡Vuelven los artistas festeros!

Los vídeos del ciclo Flamenco de la BBK en Bilbao han corrido como la pólvora por las redes sociales. La gente ve cómo se canta y se baila al mismo tiempo bajo un discurso artístico digerible. Está claro que si el arte se mezcla con lo efímero, el sabor de boca es inmejorable.


Vuelven los artistas festeros a los carteles, ciclos y festivales. Quizá nunca se han terminado de ir, sólo que el formato que ha acaparado la actualidad de los últimos tiempos ha desaprovechado a estos perfiles tan interesantes para la afición. Los mayores recordarán aquellas noches de arte en las que Miguel ‘El Funi’ desplegaba su baile torero por los escenarios de Lebrija, Utrera, Morón o Sevilla. Otro de esos grandes artistas de este corte fue Paco Valdepeñas, cuyo peso en los brazos provocaba el éxtasis del más exigente. Parecía una media verónica de Curro o Paula. Como las que dibujaba Anzonini del Puerto, que «ni cantaor del todo, ni bailaor del todo, sino ambas cosas», como decía la compañera Estela Zatania.  

El arte es la base. El saber estar y el pellizco del momento.

Algo único que no tiene comparación con el grueso de los que se ganan la vida en lo jondo. No es que sean mejores, tampoco peores, pero sí son diferentes. Era una época aquella en la que los festivales eran largos y duraderos, por lo que alguna actuación de estos festeros dinamizaba el transcurso y animaba el cotarro. Normalmente, en líneas generales, estos inquietos perfiles se alejaban de los cantes más profundos o trágicos como la seguiriya o el martinete, sino que se acercaban más a la soleá por bulerías o los tangos. No por ello se podía asegurar que no dominaban otros cantes de la baraja jonda. En ocasiones hasta se invitaba a estos artistas a que participaran solamente en el fin de fiesta, para poner la guinda al pastel. O el propio Antonio Mairena se rodeaba en alguna de sus actuaciones de algunas viejas bailaoras como Tía Juana la del Pipa o Luisa ‘La Torrán’ para que el momento fuese pleno.

Ahora parece que hay un repunte y aparecen carteles con nombres que recuperan esa esencia como Perico ‘El Pañero’, que sí mantiene el equilibrio entre la alegría, la fiesta, la juerga… y esos cantes de fragua y llanto. Está su hermano José, totalmente nocturno y generoso en participación. Luis Peña o Javier Heredia, que bebieron de las fuentes de antaño en noches y amaneceres, Juanfrán Carrasco o Alonso ‘El Purili’, el más joven. Mujeres como Remedios Reyes o Mari Peña, que nos recuerdan a las ya desaparecidas estampas de Juana la del Revuelo o a la personalidad de María ‘La Burra’, María Soleá o Adela ‘La Chaqueta’. Aún están Cañeta de Málaga o Aurora Vargas, esta última más presente que la primera, que cuenta ya con poco respaldo de los organizadores siendo una de las más grandes que ha dado el arte jondo de la segunda mitad de siglo XX.

No hace demasiados días se clausuraba el ciclo Flamenco de la BBK en Bilbao con el espectáculo Flamenco de Fiesta, una propuesta amable, sencilla en la trama, elegante y, sobre todo, emotiva. Y sí, aparece esa emoción al encontrar en esta celebración las verdades de lo jondo en su convivencia más arraigada en los orígenes de esta cultura. No faltó Perico, tampoco la triunfal jerezana Gema Moneo, el trianero Paco Vega, que guarda en su ser la elegancia del baile gitano por bulerías, o Antonio ‘El Marsellés’. Quien ha podido compartir una noche de juerga en cualquiera de las cunas del cante que ya todos sabemos, o incluso en las bohemias horas de Madrid, sabe que Marsellé es el alma de la fiesta.

Si él está, hay cante y baile. También hay armonía, buen estilo.

Los vídeos de esta actuación en Bilbao han corrido como la pólvora por las redes sociales. Es un formato que se entiende por cercano y llevadero. La gente ve cómo se canta y se baila al mismo tiempo bajo un discurso artístico digerible y, sobre todo, se lo pasan bien. Así de claro. Muchas personas que van a escuchar flamenco muy de vez en cuando valoran lo llevadero que se hace un espectáculo de este tipo en detrimento de los festivales que comienzan a las 10 de la noche y acaban a las 4 de la mañana. Cortito pero bueno, que diría aquel. Está claro que si el arte se mezcla con lo efímero, el sabor de boca es inmejorable.

 

Foto superior: Feliciano Gil

 


Jerez, 1991. Flamenco y comunicación las 24 horas del día. Desde 2012 en prensa escrita, tertulias radiofónicas, programas de tv, presentación de festivales, revistas especializadas... En mi familia todos bailamos por bulerías, aunque yo soy el único periodista.

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