El sector del los espectáculos flamencos está de enhorabuena. La noticia ha corrido como la pólvora entre el mundillo del arte jondo. Reabre el Candela. El mítico tablao madrileño echó la persiana una madrugada de enero de 2022. Casi un año más tarde volverá a abrir sus puertas –sin fecha definida– gracias al empuje del grupo argentino Fayer, los nuevos dueños del negocio. Así al menos lo han contado los tres socios del proyecto –Alejandro Pitashny, Diego Papo Kling y Martin Loeb– al medio El periódico de España en una reportaje publicado por David López Frías.

Cuando los nuevos dueños del local atravesaron sus puertas por primera vez, sintieron el aroma de la nostalgia y descubrieron que todo estaba tal y como se dejó la última noche que el flamenco rondó por esas paredes. Un vaso de whisky con el líquido prácticamente evaporado y una cartera de mujer olvidada.

«Parecía que se había detenido el tiempo en esa noche. Cuando entré por primera vez, lo primero que sentí fue la magia del lugar. De un sitio en el que han tocado los más grandes del flamenco: Paco de Lucía, Camarón. En el que había grabado Antonio Carmona, gente que ha ganado Grammys. Un lugar que, un amante de la cultura y del flamenco como yo, solo podía admirar. Lo primero que pensé es que estaba comprando 40 años de historia de España», explica Alejandro Pitashny al citado medio.

La decisión de salvar el Candela se tomó en cinco minutos. Así lo cuenta Pitashny, que recibió una llamada de su socio Diego Papo Kling, «A ti que te gusta el flamenco, tengo un lugar que te encantaría. Un sitio en el que entendí qué era la Movida Madrileña y qué era el flamenco, y cómo convivían todos en paz». Explica Alejandro Pitashny que ni siquiera le hizo falta verlo, que sintió la responsabilidad de salvar el legado de ese lugar. Preservarlo y potenciarlo.

«El Candela va a ser un lugar de alta calidad. No excluyente, democrático. Con mucho cariño y amor por la música y respetando el género flamenco. Estamos en una etapa de documentación de todo o que ocurrió ahí»

Preguntados por sus intenciones con el local, tiene claro que el objetivo es cuidar y preservar esta marca legendaria. «Cuidar el pasado, trabajar el presente y potenciar el futuro de un lugar cultural emblemático en el mundo del flamenco de la música y especialmente en el mundo del flamenco, que es parte de la identidad de España», asegura Pitashny.

Quieren preservar el legado de Miguelito Candela, su anterior propietario, aunque sin copiar, porque estamos en épocas diferentes. Eso sí, al Candela no le faltará calidad ni magia, en palabras de sus nuevos dueños.

«Lo único que puedo decir es que el Candela va a ser un lugar de alta calidad. No excluyente, democrático. Con mucho cariño y amor por la música y respetando el género flamenco. Estamos en una etapa de documentación de todo o que ocurrió ahí, para hacer las cosas como a nosotros nos gusta hacerlo. Es una fase de observación, para ver cómo en el Madrid de hoy se puede volver a insertar el Candela», insiste Pitashny.

«El Candela funcionaba hasta altas horas. En nuestro caso, lo que buscamos es convertirlo en un referente cultural. De flamenco, pero también de otras disciplinas. Lo que queremos es que puedan expresarse los músicos con su talento en un lugar pequeño. En un lugar en el que estuvieron los más grandes, grabaron discos y se montaron bandas. Eso queremos hacer, pero adaptado a los tiempos de hoy», continúa el propietario argentino.

Tras finalizar la fase actual de archivo, se creará una junta creativa en la que se pensará y decidirá cómo terminar el proyecto. «Ahora lo importante es que el Candela ha sido salvado, no se cambia y está abierto a escuchar a mucha gente. Tanto en los relatos que tiene la gente como en lo que les gustaría que fuese», concluye Pitashny.