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Rafael Riqueni en pantalla grande

El Festival In-Edit de Barcelona estrena el documental sobre el guitarrista sevillano realizado por Paco Bech durante más de diez años. Una posibilidad de asomarse al universo creativo del músico, pero también a su asombrosa resistencia


Quienes a finales de los 90 y primeros 2000 nos tropezábamos con Rafael Riqueni en la dulce y turbia noche madrileña dábamos por hecho que acabaría siendo un juguete roto, uno más en la historia de la música: gente con un talento extraordinario que va tomando una deriva temeraria y termina sus días lejos de los escenarios y en penosas condiciones. No olvido la cara de un buen amigo guitarrista, admirador de discos como Juego de niños o Alcázar de cristal, cuando vio a Rafael una de esas noches: tuvo que hacer un esfuerzo para no ponerse a llorar. La mezcla explosiva de una salud mental precaria con adicciones tóxicas había acabado con su carrera y amenazaba acabar con su vida. Por suerte, no fue así.

 

Los seguidores del guitarrista de la calle Fabié saben que el cuento acabó de otro modo. O mejor aún, que todavía sigue. Riqueni, haciendo gala de una enorme fuerza de voluntad y de un instinto de supervivencia a prueba de bombas, tomó conciencia de sus problemas y se recuperó. Él es, como el barón de Munchausen, quien ha salido del agujero en el que se hallaba tirando de sí mismo. Pero probablemente nunca lo habría conseguido si no se hubiera tropezado en su camino Paco Bech, un sevillano amante del rock duro y aficionado al flamenco que se había dado a conocer como cineasta con el documental Silvio, a la diestra del cielo.

 

En los primeros 2000, Bech buscaba temas para sus documentales cuando reparó en la figura de Riqueni, al que admiraba sobremanera. “Sus discos eran para mí como joyas, y siempre había tenido la esperanza de que hiciera alguno nuevo”. En verano de 2011 supo que éste se disponía a grabar un nuevo disco, Parque de María Luisa, y pensó que sería una buena idea contar en una película el proceso. Sin embargo, muy pronto se puso de manifiesto que el citado álbum no era viable en las condiciones en que se encontraba Rafael. De hecho, no saldría a la luz hasta seis años después, en 2017. Pero aquella incipiente amistad iba a sellar un pacto indeleble: Bech le ayudaría a salir adelante. 

 

 

«El documental ‘Riqueni’ se estrena este 3 de noviembre en el Festival In-Edit de Barcelona y a finales de mes viajará a Sevilla para ser exhibido en el Seff. Cuenta con la participación de figuras como Estrella Morente, Pepe Habichuela, Serranito, Rocío Molina y Antonio Canales»

        

 

El documental Riqueni, que se estrena este 3 de noviembre en el Festival In-Edit de Barcelona y a finales de mes viajará a Sevilla para ser exhibido en el Seff, y que cuenta con la participación de figuras como Estrella Morente, Pepe Habichuela, Serranito, Rocío Molina y Antonio Canales, no se centra en la historia de esta amistad, pero es su resultado más tangible. Porque, a partir de aquel filme frustrado, Paco Bech pasó a ser la sombra de Riqueni, su cuidador y su mánager. Y la única esperanza para una carrera artística que estaba suspendida, y cuya recuperación iba a comportar todavía un proceso muy lento y lleno de pasos atrás: ingresos frecuentes, dificultades para reabrir mercado, el desdichado episodio de su ingreso en prisión, para cumplir condena por un triste incidente pasado, justo cuando estaba en la buena senda y se disponía a inaugurar, nada menos, que la Bienal de Flamenco de Sevilla… 

 

Hoy Riqueni vuelve a ser aclamado, pero no olvidemos que 21 años de silencio discográfico son demasiados para cualquiera. Y que su regreso a las tablas, a partir de 2014, fue muy paulatino, pues los programadores tenían una razonable desconfianza en que el ídolo caído pudiera estar en condiciones de regresar a sus mejores marcas. El documental no incide demasiado en los malos momentos, aunque naturalmente están reflejados. No se trata ni de esconder el pasado ni de recrearse en él. “Le hemos echado un pulso al destino”, me comenta Paco. “Él ha sufrido más que yo con todo lo vivido, pero naturalmente nos ha afectado a ambos. Lo importante es que él quería salir adelante, cambiar las cosas, de otro modo habría sido imposible. Tiene una resistencia asombrosa”.   

 

De hecho, es posible que Rafael Riqueni no haya vuelto nunca a ser el mismo, pero en algunos aspectos es mejor: un superviviente, un reconquistador de su propia persona, de su dignidad y de su arte. Hoy, aquel juguete roto del Madrid finisecular pone en pie teatros de Reino Unido, Israel, Francia y Estados Unidos. Y ahí, los aficionados y el mundo del flamenco en general tenemos una deuda con una buena persona y un buen profesional llamado Paco Bech.  

 


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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