El flamenco no es un género que, a pesar del virtuosismo del que hacen gala tanto cantaores como guitarristas y bailaores, desarrolle en las melodías un ámbito muy extenso. Normalmente no suele exceder de la octava.
El fandango, y todas sus variantes, por la propia naturaleza tonal del estilo (modo mayor) el cantable suele exceder ese ámbito de octava llegando más allá. Sin embargo en los estilos cuya melodía se basa en el modo flamenco (melodías en el modo de Mi) la extensión del ámbito melódico es mucho más reducida, teniendo en cuenta que el microtonalismo propio de la melodía de estilos como la soleá, la seguiriya o los tientos se desarrolla menos en extensión, pero explota al máximo todos y cada uno de los microtonos que proporciona esa melodía atemperada, con respecto a los estilos que se hacen en modo mayor o menor.
La melodía flamenca puede ser tanto silábica como melismática. Llamamos melisma a un grupo de tres o más notas que son cantadas sobre una misma sílaba. La melodía flamenca la podemos considerar ciertamente melismática ya que es uno de los elementos fundamentales de la práctica musical del cante, de la estética propia del género y la muestra palpable del orientalismo que la caracteriza. En el flamenco hay estilos eminentemente melismáticos tales como las seguiriyas, malagueñas, granaínas o tarantas, entre otros muchos.
Aunque también encontramos en el flamenco estilos cuya melodía podemos considerar preferentemente silábica, aquellas a las que a cada sílaba de los versos que forman la letra le corresponde una nota. Estilos como las alegrías, bulerías, tangos, aunque no renuncian a los melismas, sus melodías son más silábicas que melismáticas.
La música flamenca es como decimos un arte muy ornamentado, tanto en el cante como en la guitarra, haciendo uso de los adornos en la melodía a modo de lucimiento interpretativo y fórmula enriquecedora. Separar el adorno de la parte estructural de la melodía flamenca no es tarea fácil, debido a la perfecta fusión entre melodía y ornamento que se encuentra en la expresión musical flamenca. La relación entre el arte flamenco y el musulmán queda patente por los numerosos elementos que identifican ambas expresiones, preferentemente en referencia a la ornamentación con la que se adorna el cante, siendo el arabesco una forma generalizada de calificar dichos ornamentos. Se dibuja en la melodía un breve y rápido adorno sobre la nota principal, tocando generalmente el tono inmediato superior y el inferior de dicha nota
El movimiento melódico en los cantes flamencos suele hacerse en grados conjuntos. La estética musical del flamenco, con excepciones, no suele ser muy amiga de hacer grandes intervalos en la melodía cantable.
Y otra caraterística muy a tener en cuenta en lo referido a la melodía del flamenco es, al contrario de lo que ocurre en la ópera, el final descendente. La melodía flamenca suele comenzar en tonos graves y, formando un arco, asciende hacia tesituras más agudas para concluir de nuevo en el registro grave. Si comienza en tono agudos el final será también en los tonos más graves. Es algo característico de la melodía de los cantes flamenco.
La práctica melódica en la guitarra, aunque suele inspirarse mucho en el cante, circula por terrenos diferentes con respecto a la melodía del cante. El virtuosismo propio de la música instrumental tiene en el flamenco, a través del picado, el toque de pulgar con melodías a cuerda pela, alzapúas, o las melodías arpegiadas, las hecho con trémolos