La métrica por excelencia en el género flamenco, el compás que mejor refleja el carácter y estética de esta música y su baile, la manera de medir que sin duda alguna funciona como santo y seña cuando la escuchamos, es el compás de doce tiempos. Esa forma tan característica de medirlo que está en la mente de todos los aficionados, el consabido 7-8-9-10-1-2-1-2-3, es algo único, paradigmático, la mejor muestra de una rítmica que embelesa a los oyentes y, seguramente, el más enigmático de todos los elementos que conforman la música del flamenco.
Son muchos los que se interesan por nuestro género a causa de esa forma tan singular de medir la música. Tiene algo de misterioso, iniciático diría yo, enigmático, de ahí que no pocos estudiosos hablen de épocas herméticas, reuniones secretas, carácter reservado, secretos incógnitos, indescifrables, ocultos, encubiertos, reservado a unos pocos elegidos, con un aura incluso tenebrosa. Esa misteriosa forma de medir, de contar los tiempos de un compás, ese compás tan largo es seguramente lo primero que atrae al neófito. Muchos nuevos aficionados al flamenco vienen de la mano de este compás desdoblado que, a primer oído, resulta tan atractivo.
Cuando se escucha por vez primera, incluso cuando se intenta estudiar desde un punto de vista académico se suele tardar bastante en lograr interiorizarlo. El problema está en entender cómo se distribuyen sus acentos. Para colmo, la forma de contar que se practica en el mundo del baile para medir los pasos despista aun más, al no coincidir el llamémosles recuento tradicional con el estrictamente musical, algo que comentamos en detalle más adelante.
El aspecto exterior de este compás, la forma en cómo lo percibimos al oído, tiene ese halo enigmático, es cierto, sin embargo si ahondamos un poco, si rascamos la superficie y logramos ver por dentro caemos en la cuenta de que tiene mucho de apariencia complicada, cuando en realidad ese metro se basa en amalgamar dos especies de compás y mostrarlas de forma alterna. Esto es, si alternamos un compás binario de subdivisión ternaria, 6/8, con su reverso, es decir, uno ternario de subdivisión binaria, 3/4, obtenemos un metro de doce tiempos que se corresponde al de la antigua zarabanda, las antiguas jácaras y, ya en el siglo 19, los jaleos desembocando en soleares y cantiñas.
Y si esa forma la invertimos, es decir, en vez de 6/8 + 3/4 medimos 3/4 + 6/8, obtenemos la métrica propia de las seguiriyas.
El problema fundamental para entender cómo funciona esa métrica y, lo que es más importante, la rítmica que deriva de ella, es el compás acéfalo, sin cabeza, aquellos rítmos en los que el primer tiempo es silencio.
Antes de continuar debemos indicar que existe entre los estudiosos de la música del flamenco un problema de nomenclatura a la hora de denominar esta métrica de doce tiempos. Está muy extendido el nombre de hemiolia para calificar esta forma de medir. La hemiolia es un recurso rítmico muy común en el barroco académico que se basa en articular un compás ternario como binario. En las bulerías, por ejemplo, eso sí ocurre, se mide a dos (en 6/8) y en un momento se mide a tres, se articula un compás binario como uno ternario, para crear tensión y lograr un climax en un determinado momento. Esto es la hemiolia, un recurso rítmico para crear tensión en determinados momentos de un discurso musical. Lo que ocurre en soleares, cantiñas, seguiriyas es diferente. Hay ahí una alternancia regular de un métro binario con uno ternario (o viceversa en el caso de las seguiriyas), desde que empieza hasta que termina, de ahí que no debamos considerarlo como hemiolia y sí como amalgama.
Aquí un ejemplo de Hemiolia en una sonata para piano de Mozart, la kv. 332.
Este recurso rítmico se da, sobre todo en las bulerías, y más concretamente en las bulerías por soleá, las llamadas bulerías pa escuchar o bulerías al golpe, donde en el llamado medio compás evidencia con claridad la hemiolia, en un momento se reitera un compás ternario donde correspondería uno binario para crear tensión al final del cante. En este video lo explicamos.