La autocompasión, la tristeza ante la pérdida de un ser querido, la pena que provoca el desamor, romanticismo en estado puro que se manifiesta en las letras del flamenco de muy diversas maneras. Mis penas, tus penas, sus penas, la queja por el destino desgraciado del protagonista de una letra.

A la orillita de un río
que me pongo a considerar,
mis penas son como el agua
que no acaban de pasar.

Se invoca al Dios como alivio de las penas del corazón.

Que tú le ruegues a Dios
para que me alivie las penas
que tengo en mi corazón.

Se compara el dolor y la pena con estar cautivo y entre cadenas.

Estoy metida entre cadenas,
estoy como la que está cautiva,
mira si vivo con pena
que estoy muerta estando viva.

También el orgullo ante la pérdida del ser querido obliga a reconocer que no se sufren penas ante el desamor.

Dices que tú a mí no me quieres
pena yo no tengo ninguna,
porque yo con tu querer
no tenía hecha escritura.