Contenido del curso
LAS LETRAS DEL FLAMENCO
Acerca de las clases

El mundo de la justicia, o mejor diríamos de la injusticia, está muy presente en el ámbito lírico del flamenco. La ley del gitano, la ley de Dios, la audiencia, el juez, el juicio y en consecuencia el presidio y el presidiario. Se basan en una experiencia vital en la que se suman siglos de impotencia, desigualdades sociales evidentes y síntomas de postración, por parte de unos seres que han visto cómo, la justicia común, la elaborada por las clases dominantes, no es lo suficientemente ecuánime para equiparar a todos ante el supremo tribunal de la dignidad del hombre. La decadencia de la raza gitana comparada con los tiempos pretéritos:

En un tiempo los gitanos
gastaban medias de seda,
ahora para su desgracia
gastan grillos y cadenas.

Los códigos de conducta que impone la sociedad y la purgación de los delitos ponen al protagonista de las letras en el papel de víctima de un sistema legal injusto, fruto de un desequilibrio social que hace a una de las partes dependiente de la otra. El desequilibrio entre ricos y pobres, entre el poder y el pueblo se manifiesta en muchas letras que proclaman a los cuatro vientos la añorada igualdad. Las condiciones de la sociedad andaluza del siglo XIX y las primeras décadas del XX, periodo en el que se forjaron buena parte de las letras del repertorio flamenco, es bien conocida y las letras no son más que el fiel reflejo de aquella época.

La desconfianza en las leyes, el dramático juego entre la vida y la muerte, justifica la venganza, hasta el punto que el flamenco se cree con derecho a tomarse la justicia por su mano. Famoso es el asesinato del hermano de El Fillo, Juan Encueros, que quedó impune y ha quedado en la memoria a través de la trágica seguiriya atribuida al cantaor isleño:

Mataste a mi hermano,
no te puedo perdonar,
tú lo has matao liaíto en su capa
sin hacerte .

Y dentro del sentido de justicia se encuentra el tema de la cárcel. El pueblo gitano y las clases más desfavorecidas de la sociedad andaluza del 19 y primeras décadas del siglo 20 han sido duramente perseguidas por la justicia, de ahí que, no lo exista un estilo de toná que es la carcelera, sino que muchas letras del flamenco toquen el tema de cárcel, de nuevo muy acorde con el espíritu lírico y romántico del género.

En la cárcel estoy preso
porque di una puñalá,
que la hembra que tenía
me la querían quitar. 

Estaba yo en el calabozo
y me metieron en el otro más malo,
que apenas yo podía ni verme
ni los deditos de las manos.

A un calabocito oscuro
a mí me traían la comida,
y yo pegaba más suspiros
que bocaditos de pan comía.

El pariente preso, hermano, padre, también aparece a modo de crónica en algunas letras de flamenco. También la imploración de libertad por parte de un preso, como en la siguiente seguiriya:

Contemplarme por Dios a mi madre
que no llore más,
dile que vaya a la Audiencia de Cádiz 
por mi libertad.

Las penas de cárcel o a trabajos forzados también han quedado en la memoria lírica del cante flamenco. Es famosa la letra de toná:

Los gitanitos del Puerto
fueron los más desgraciaos,
que a las minas del azogue
se los llevan sentenciaos

El mundo de los cortijos y la vida de los gañanes (minuciosamente descritos por Estela Zatania) es escenario natural de múltiples letras del flamenco que hacen referencia al trabajo de los jornaleros y las calamidades que vivieron muchos de ellos. La denuncia de esa forma de vida queda reflejada en las letras flamencas, implorando justicia, ante la imposibilidad de obtenerla por medios legales.

A la Audiencia van dos pleitos
uno es verdad y otro no,
la verdad perdió el juicio
porque el dinero mandó.

El cante flamenco es pues notario histórico de todo tipo de agravios inferidos al pueblo andaluz, siendo cronista de las injusticias cometidas.

Me preguntó el señor juez
que de qué me mantenía,
yo le dije que-robando:
igual que su señoría,
sino que no robo tanto.

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