El fandango es el estilo del flamenco que ha logrado un mayor número de variantes en el repertorio, enriqueciendo el género con múltiples formas que, aun teniendo en común elementos musicales y líricos, muestras una diversidad que no encontramos en el resto de los complejos genéricos que conforman el flamenco.
Los fandangos locales, repartidos por toda la geografía andaluza y murciana, los llamados personales, aquellos forjados por los cantaores a su forma y entendimiento a partir de 1922, y, sobre todo, las malagueñas, granaínas, tarantas y resto de cantes mineros, todos ellos fandangos, que dotan al flamenco de una riqueza imponente abarcando un campo expresivo muy característico.
El cantable del fandango andaluz consta, desde un punto de vista formal, de seis tercios, seis versos melódicos que no obstante se cantan sobre una estrofa de cuatro o cinco versos, lo que obliga a repetir dos o un versos respectivamente para completar los dichos seis tercios.
Ya vimos en el Tema 5 cómo las cuartetas se usan en fandangos repitiendo, como decimos dos versos para completar el cantable, en el presente Tema 9 vamos a repasar la quintilla, una estrofa que encontramos en el repertorio flamenco casi exclusivamente en los fandangos
La quintilla es una estrofa castellana de cinco versos de arte menor, por lo general octosílabos, con dos rimas entrecruzadas consonantes en las que no pueden rimar tres versos seguidos ni acabar en pareado, ni quedar alguno suelto o sin rima. Su origen lo podemos localizar en la redondilla a la que se le añadió un verso presente a partir del siglo 15 como base poética de canciones populares.
La encontramos también en el teatro del Siglo de Oro hasta en el romanticismo.
Las rimas que se han ido definiendo en las quintillas responde a los diferentes tipos:
- ababa
- abbab
- abaab
- aabab
- aabba