Suele ser causa de equívoco la polisemia que se da en el flamenco entre la seguidilla, referida a la estrofa popular de cuatro versos (impares de siete y pares de cinco sílabas), cuya práctica está muy extendida en el género musical que nos ocupa, y el estilo denominado seguidilla, seguidilla gitana o, en andaluz, a fin de marcar la diferencia, seguiriya o siguiriya.
Este equívoco se acrecienta cuando, en buena parte de la discografía de pizarra estos cantes suelen estar rotulados como seguidillas, o bien seguidillas gitanas
no son grandes penas; (6
las que se callan y se llevan dentro (11)
son las verdaderas (6).
(Manuel Machado)
La seguiriya, escrita en andaluz, para entendernos cuando nos referimos al estilo de cante, toque y baile, tiene una métrica diferente a la seguidilla castellana y a aquella dedicamos el próximo Tema 8
La seguidilla es la estrofa de cuatro versos muy común en la música popular española y base poética de numerosos estilos del folklore ibérico. Seguramente la letra más característica, junto a la copla, de la lírica popular española, con su singular métrica de cuatro versos de 7-5-7-5 sílabas:
A la mar que te vayas
querido Pepe
por muy lejos que vayas
me voy por verte
La medida de los versos responde al esquema: primero y tercero heptasílabos, segundo y cuarto, pentasílabos y la rima ABCB, sea consonante o bien asonante (también ABAB).
Esta seguidilla, se conoce como simple, sin embargo puede llevar ligado un bordón de tres versos que es muy característico y que, a modo de moraleja, suele completar el sentido de cada seguidilla. Si la primera es simple la seguidilla con bordón se conoce como compuesta. Por sevillanas se canta:
Llevan los sevillanos (7)
en su mantilla (5)
un letrero que dice (7)
Viva Sevilla (5)
Y el bordón:
Viva Triana (5)
Vivan los sevillanos (7)
y sevillanas. (5)
Y por serrana, la seguidilla:
Me dijiste veleta (7)
si yo soy veleta (7)
tú eres el aire (5)
Y el bordón o estribillo:
Que la veleta (5)
si el viento no la mueve (7)
siempre está quieta (5)
La seguidilla está muy extendida, como decimos, en la lírica popular hispana, y se conoce al menos desde el siglo 16, viviendo su esplendor en el siglo 18 cuando, la letra y y la música sobre la que se canta sirvieron de epílogo a las miles de tonadillas que se representaron en las tablas de todos los teatros de España entre 1750 y 1850, siendo Cádiz, Sevilla, Madrid, Barcelona y Valencia sus más fieles cultivadores.
El carácter castizo de las seguidillas sirvió de modelo para los flamencos que, mediado el siglo XIX, fueron dando forma a diferentes estilos, usando tanto la cuarteta como el bordón, como podemos observar en el siguiente cuadro.
Al parecer un antecedente de la seguidilla lo podemos encuentrar en las jarchas: es más un ritmo que una estrofa consolidada: versos impares fluctuantes y versos pares de cinco o seis sílabas
Cervantes, en su novela ejemplar El celoso extremeño, menciona las seguidillas llamándolas seguidas: Cantó asimismo Loaysa coplillas de la seguida, con que acabó de echar el sello al gusto de los escuchantes. Y también las menciona en la segunda parte de Don Quijote:
Pues ¿qué cuando se humillan a componer un género de verso que en Candaya se usaba entonces, a quien ellos llamaban seguidillas? Allí era el brincar de las almas, el retozar de la risa, el desasosiego de los cuerpos y finalmente el azogue de todos los sentidos.
A continuación repasaremos los estilos de seguidillas que encontramos en el repertorio flamenco.