Finalmente no podemos dejar de citar las aportaciones de otros territorios al repertorio flamenco. Comenzando con Extremadura con los los jaleos y tangos practicados por los gitanos de Badajoz que influídos por la fiebre flamenca han ido configurando estilos que ellos mismos se han encargado de divulgar entre los flamencos. Y por supuesto los países americanos que también han contribuido con sus sones a enriquecer el repertorio jondo, México con las peteneras, Cuba con las guajiras y rumbitas o Argentina con las milongas y vidalitas.
Y no podemos cerrar este primer tema sin referirnos a dos capitales españolas en las que el flamenco se ha desarrollado ya que sin ellas es imposible hablar de flamenco. Nos referimos a Madrid y a Barcelona. Madrid ha sido desde hace más de un siglo la capital del género, por sus cafés y colmaos han pasado durante todo el siglo XX las primeras figuras. La afición madrileña por su parte ha sido la principal culpable de que un género de origen andaluz se haya proyectado al mundo. Además ha sido la cuna de figuras tan notables como el gran Ramón Montoya, maestro de la guitarra flamenca o Serranito.
En este mismo sentido no es menos importante Barcelona, donde se asentó el gran Miguel Borrull y su familia de artistas, donde nació la revolucionaria bailaora Carmen Amaya, o donde floreció un estilo de rumba flamenca por mor de artistas como El Pescaílla o Peret.
Para rematar podemos citar a Asturias que con la llamada Praviana se ha introducido en el género flamenco, Galicia con la farruca (aunque aquí tenemos dudas de que la semilla de este cante sea gallega, pero no queremos dejar de citarla), Pamplona cuna de uno de los grandes guitarristas de todos los tiempos, Sabicas, Cantabria, cuna de los montañeses que tan importantes ha sido en la forja de estilos al regentar, sobre todo en Cádiz, los tabancos que frecuentaban los pioneros del cante y que dejaron muchas letras de su repertorio autóctono montañés en diferentes cantes flamencos.