Después de Montoya vendrían otros grandes como Miguel Borrull hijo, acompañante habitual de Manuel Torre, Niño Ricardo o Melchor de Marchena maestros a caballo entre las dos épocas, Diego del Gastor, genio y figura de la guitarra flamenca. Sin olvidarnos de Manolo, Pepe y Justo de Badajoz, Luis Yance, Paco Aguilera, Vargas Araceli, Luis Maravilla, Manuel Cano o Mario Escudero.
Esteban de Sanlúcar, autor de piezas ya clásicas de la guitarra flamenca renovadas nada menos que por Paco de Lucía, y por último el gran Manolo de Huelva, uno de los más importantes guitarristas de todos los tiempos. Una parte importante de su legado ha sido recopilada recientemente.
Manolo de Huelva, celoso autor de innumerables recursos para el toque flamenco, su arte certero y rebosante de flamencura dejó una huella en el toque para bailar que es hoy referente inneludible, así como la rítmica que supo imprimir a las bulerías sin olvidar la musicalidad que atesoraba, siendo reclamado por las principales figuras de la época, entre los que podemos destacar a Manuel Vallejo en el cante o La Argentinita en el baile, artistas que no dudaron en contar con la precisión tocaora del de Huelva. Como curiosidad decir que el guitarrista onubense era muy celoso de sus falsetas, observando si entre el público había algún guitarristas para esconderse y no mostrarle sus creaciones. Recientemente se ha reeditado una serie de grabaciones que dan buena cuenta de la calidad tocaora del Manolo el de Huelva.
En esa época aparecerá desde Pamplona un guitarrista que hará que la sonanta nunca más vuelva a ser la misma, Agustín Castellón Sabicas marcará la pauta de la guitarra flamenca de concierto y señalará el camino a las jóvenes generaciones que, aunque muy influídas por el toque revolucionario de Manuel Serrapí Niño Ricardo, se mirarán en el espejo del genio navarro. A ellos dedicamos las siguientes páginas.