“En una década se descubrió más que antes en un milenio“. Stephan Zweig: Amerigo
Tal y como hemos visto en los temas anteriores, el papel de la Península Ibérica y, en particular, el de las provincias béticas, está lejos de ser un mero actor secundario en el Concierto Universal, al contrario, desempeña un rol protagonista. Los acontecimientos que desencadenan el fin de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna situaron a las provincias flamencas en la vanguardia de la historia. Si en las columnas de Hércules, símbolo de España presente aun hoy en los escudos de Cádiz, Andalucía y España, la leyenda que las abrazaba era Non plus ultra (no más allá), a partir del año 1493
La era de los descubrimientos será la que marque el inicio de la Edad Moderna, así lo atestiguan todos los historiadores. Apareció un Nuevo Mundo para Andalucía y para el mundo. El nuevo continente que se abre ante Cádiz, Sevilla y toda Europa cambiará para siempre su visión del mundo. Así lo escribió Nikolás Kopérnico: “Los modernos, Colon y los andaluces, que se aventuraron hacia el entonces non plus ultra”.
El hispanista inglés John H. Elliot afirma que “el descubrimiento puso en duda un buen número de prejuicios europeos sobre la geografía, la historia y la naturaleza del hombre. La inocencia, la fertilidad y la abundancia, cualidades por las que suspiraba la Europa del Renacimiento y que parecían tan inasequibles, hicieron su aparición en los informes de Colón y de Vespucio”.
Por su parte, José Luis Abellán, en La idea de América, dice que el Nuevo mundo es lugar propicio para ensayar ideas y utopías que se convierte, a ojos del europeo, en lugar novedoso y exótico, ideal para la reinterpretación de las reglas de la metrópoli. Para el colono se convierte a su vez en un lugar liberador, debido al pasado histórico que pesa sobre los habitantes de Europa. América es tierra de posibilidades y de libertad.
Ese impacto también lo vivió la música, perspectiva poco estudiada, pero de gran interés debido a las características musicales españolas a partir de aquellos años. Maneras que se introducirán en las cortes europeas cambiando para siempre las formas académicas tradicionales.
Es la época de Mateo Flecha en Viena con sus Ensaladas, adelantándose medio siglo al nacimiento de la ópera, y por entonces se imprimirán también cancioneros como el de Palacio, la Colombina, Medinaceli, Upsala, la época de los villancicos, piezas polifónicas de marcadísimo acento local cantados en castellano.
Y lo que es más importante, es la época de los bajos ostinatos, la de los monodistas: la vihuela de mano desplazó al laúd y a partir del 1600 se comienza a sustituir por la guitarra, que propició el desarrollo de la improvisación como sistema de expresión musical.
La perspectiva atlántica de la historia muestra como con la noticia de la existencia de un Mundi Nuovo, el europeo, entrenado durante el Renacimiento, da rienda suelta a su imaginación e inventa (según Caccini en su Nuove Musiche), fruto de su fantasía, un idioma para revivir la antigüedad clásica, a fin de poder escenificar aquella Edad de Oro. Como decimos, la monodia acompañada de guitarra es quizás la más importante aportación de España a la música moderna. La práctica monódica es la expresión más codiciada de finales del XVI y principios del XVII por V. Galilei, Peri, Caccini y Monteverdi para conseguir su ideal: la comprensión del texto cantado para poner en pie nada menos que la ópera, el género musical por excelencia, la obra de arte total.
Pero la influencia americana no se ve con buenos ojos a este lado del océano. El estudio de la presencia de lo europeo en América ha sido y sigue siendo exhaustivo, pero no ocurre lo mismo en sentido contrario. Europa no acaba de asumir su pasado atlántico y se resiste a admitir influjos foráneos, y más si provienen de un mundo nuevo. Este rechazo se puede leer en estos versos de Bartolomé de Argensola (s. XVII):
“…haz que en tus aposentos no consienta un paje disoluto, ni allá suene canción de las que el vulgo vil frecuenta, canción que de Indias con el oro viene, como él a afeminarnos y perdernos y con lasciva cláusula entretiene”
Siglos después, El Solitario Estébanez Calderón sigue en la misma idea: “En vano es que de las Indias lleguen a Cádiz nuevos cantares y bailes de distinta aunque siempre sabrosa y lasciva prosapia; jamás se aclimatan si antes, pasando por Sevilla, no dejan en vil sedimento lo demasiado torpe y lo muy fastidioso y monótono a fuerza de ser exagerado”.
Veamos hasta qué punto influyeron estos acontecimientos en el devenir de la música española, andaluza en particular y en consecuencia también en el flamenco.