No nacerá un sevillano con más arte que aquel Vallejo que hizo las delicias del público en los mejores años del flamenco, las primeras décadas del siglo XX. Su dominio del compás y su prodigiosa garganta para ejecutar los cantes le valió el aplauso incondicional del público durante muchos años. En las bulerías o en las granaínas Vallejo dejó su impronta en todas y cada una de las grabaciones que nos legó reunidas recientemente en una caja conmemorativa (tal y como se ha hecho con Pastora y con Pepe Marchena). Como a todos los cantaores de su generación la guerra vino a truncar una carrera en ascenso y después de la guerra ya nada volvió a ser lo mismo, acabando en los años cincuenta siendo casi totalmente olvidado.
En 1926 obtuvo la Llave de Oro del Cante entregada por el mismísimo Manuel Torres en el Teatro Pavón de Madrid en desagravio por no haber ganado la Copa Pavón celebrada poco antes y que había ganado Manuel Centeno. Su magisterio ha quedado registrado en un extenso número de grabaciones que han sido reunidas hace poco en una caja conmemorativa de 13 CDs.