En 1701 comienza una guerra de sucesión que durará hasta 1714 y llevará a España a dejar de estar reinada por la casa austriaca Habsburgo, para pasar a manos de la francesa Borbón. La decadencia de los últimos Austrias, que por otra parte llevó a una potenciación de las artes, incluida la música, desembocó en una disputa por la casa real española.
Con la llegada de los borbones las modas francesas y la música italiana se instalarán definitivamente en la Península llevando al país a una evidente modernización, pero con efectos negativos para la cultura más autóctona. La disyuntiva entre afrancesados y tradicionalistas inaugura la era de las dos Españas, una que reclama unirse a Europa para adoptar su grado de civilización y otra anclada en un pasado de caballerías, pendencias y versos cantados en forma de romances que circularán durante siglos por la geografía española.
Las reinas españolas, algunas de ellas procedentes de Italia, trajeron consigo a la corte española sus orquestas de Cámara, sus operistas y las modas francesas e italianas y se asentaron en Madrid impulsando esas modas hasta el punto de eclipsar el ambiente español. No obstante el pueblo nunca vio con buenos ojos aquella invasión cultural y respondió con bailes y cantos de marcado acento castizo, una suerte de grito de indigenismo necesario y que serviría de caldo de cultivo a lo que un siglo después se conocerá como flamenco. En el Tema 5 nos detendremos en esa época, la segunda mitad del siglo XVIII, donde los majos y boleros aparecieron para teñir de españolismo y, concretamente, de andalucismo, la italianizada corte madrileña de los primeros borbones.