Antonio Ruiz Soler fue un bailaor enciclopédico, dominaba todos los estilos. Al igual que La Argentinita su versatilidad le convirtió en maestro de la danza española y un consumado bailaor de flamenco con una técnica de máxima corrección. A él debemos la coreografía del martinete, la primera vez que una toná es llevada al terreno bailable.
En su primera época tuvo a Rosario como pareja y con ella recorrió todo el mundo como Los Chavalillos de España.
Nació en Sevilla en 1921 y dio sus primeros paso en la academia del Maestro Realito con quien aprendió los principios de los bailes de palillos destacando desde edad temprana. Debuta junto a Rosario en 1928 y al año siguiente ante los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Las fiestas privadas las combina con las clases que recibe de los maestros Otero y Pericet, y en flamenco con Frasquillo.
Será en 1937 cuando viaje con Rosario a América recorriendo todo el continente hasta llegar a Nueva York. Permanecen siete años, tiempo en el que madura su baile y su concepto intelectual coreográfico. Así lo dice Blas Vega:
“En estos doce años de permanencia en América la labor coreográfica y representativa de esta pareja es extensísima. Además del Zapateado, la jota Viva Navarra de Larregla, y el Zorongo gitano, son dos piezas fundamentales en su carrera. De Granados tienen una selección de Goyescas y las Danzas Número IX y VII (Valenciana), de Turina, El Sacromonte, la Malagueña y Sevilla de Albéniz. El Café de Chinitas, con letras de García Lorca. De danzas de escuela: Seguidillas manchegas, Panaderos, Bolero, Sevillanas y Fandangos de Huelva. Llevan también selecciones del El amor brujo y del Sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, sin haberlo resuelto todavía en forma de ballet. Y por último el testimonio de la inspiración americana y caribeña en los bailes El manisero y Jarana Yucateca“.
En 1949 regresan a España y continúan sus giras por Europa y en 1952. Después de veintidos años se separa la pareja con quien había coreografiado muchas piezas de la música clásica española y volverá su atención hacia García Lorca, que comenzará a tener una especial lugar en el repertorio de Antonio.
Dentro del repertorio flamenco además de tanguillo, alegrías, farruca, tango de Cádiz, taranto, serranas, siguiriyas gitanas, soleares, caracoles, fandangos por verdiales, destaca su personal coreografía de la caña. Y el martinete que registra por primera vez en la película Duende y misterio del flamenco.
Massine le lleva a Milán a bailar en la Scala El sombrero de tres picos y el Capricho español de Rimsky-Korsakov. En 1953 presenta en su Antonio Ballet Español con treinta y cinco bailarines con Rosita Segovia como primera figura femenina. De esta época destaca la coreografía que realiza sobre las Sonatas de Antonio Soler, y la Suite de danzas vascas.
En 1955 estrena su vesión de El amor brujo, pieza obligada al parecer para todos los grandes del baile. De 1956 es la Fantasía galaica, entre otras creaciones llegando al año siguiente a bailar en la ópera de Viena. En 1958 coreografía El sombrero de tres picos de Falla alcanzando la maestría. En 1962 regresó con Rosario para unas actuaciones recordando bailes de su época en Los Chavalillos.
La compañía en 1965 se llamará Antonio y sus Ballets de Madrid participando muy activamente con el Ministerio de Información y Turismo en los Festivales de España hasta que en 1978 prepara una gira de despedida con un espectáculo al que llama Antonio y su Teatro Flamenco. En 1980 sustituye a Antonio Gades en la dirección del Ballet Nacional Español del Ministerio de Cultura hasta que es cesado en 1983 y se retira. Fallece en Madrid en 1996 y su legado queda sin puja por parte del Ministerio quedando disperso.