La provincia más oriental de Andalucía es Almería, sin embargo en el Oriente del territorio jondo está Murcia y, aunque no pertenece políticamente a la región andaluza, sí es provincia principal de la geografía flamenca y como tan la hemos querido incluir en este penúltimo tema del curso que, no por serlo tiene menos importancia. Al contrario, el protagonismo de los estilos levantinos en relación a la práctica que de ellos se hace por parte de los artistas flamencos los sitúa en un lugar de privilegio del repertorio flamenco, no en vano en Murcia, concretamente en el pueblo minero de La Unión, se celebra el que es hoy por hoy el certamen más importante de la cultura flamenca, el famoso Festival Internacional del Cante de las Minas.
Como decimos, si Almería es importante en la música flamenca, no lo es menos la vecina provincia de Murcia que, aun no siendo andaluza, en cuestiones flamencas lo es como la que más. La importancia de los estilos murcianos, a saber, la murciana propiamente dicha, un cante inspirado en fandango de la tierra, la cartagenera, otro estilo con variantes de notable importancia en la práctica del cante flamenco, la taranta que, como hemos visto, no tiene un origen totalmente aclarado sí sabemos de la importancia de La Unión gracias a la actividad minera de ese pueblo vecino a Cartagena en el devenir del flamenco durante el siglo 20. También la levantica, otra variante de los estilos mineros, como la ferreña, una suerte de taranta de la que conocemos dos versiones, la de Valderrama y la de Fosforito, y otras variantes de tarantas con nombres descriptivos como la media taranta o la tarantilla, calificativos que pretenden mostrar las diferencias, naturales, entre variantes de un mismo cante. Y la minera, con unas características melódicas propias que la hacen fácilmente reconocible. Su parentesco con la taranta y con los cantes mineros en general es más que evidente, pues de aquella deriva. Es un estilo de carácter severo, trágico, y decir reposado.
El hecho cierto es que, como ocurre con Badajoz, en el extremo occidental de Andalucía, al norte de Huelva y que tratamos en el próximo Tema 10, Murcia ha tenido y tiene una especial importancia en lo que al flamenco se refiere, en el cante y el toque sobre todo, no en vano el tono de taranta es uno de los más apreciados por los guitarristas que han convertido el estilo en uno de los más tocados del repertorio de concierto.
Muchos y muy notables son además los artistas de origen murciano o bien que han realizado su carrera en tierras murcianas y que ocupan un lugar de honor en el panteón de los artistas flamencos. Nos referimos a Concha La Peñaranda, intérprete de cartageneras y a quien debemos la expansión de esos cantes en Málaga y Sevilla, siendo muy activa en los Cafés Cantante en la época dorada de esos locales en las últimas décadas del siglo 19. Hablamos del ya citado Antonio Grau El Rojo el Alpargatero que, aunque nacido en la provincia de Alicante, recaló en La Unión y Cartagena regentando uno de los primeros cafés de ciudad murciana siendo además un fértil creador de variantes de estilos mineros que aun hoy se siguen practicando, además de otras que derivan de los cantes de su inspiración. La figura imponente del cantaor Jerezano Antonio Chacón vuelve a estar en un lugar prominente cuando hablamos de los cantes murcianos, si aportación es más que notable además de su labor como cultivador cabal de las variantes de estos cantes en el ámbito del flamenco más profesional.
La prensa murciana ha sido una fuente de información vital para conocer el devenir de la práctica del flamenco en la provincia. El trabajo de rastreo realizado por José Gelardo. La cantidad de datos obtenidos, abrumador en palabras del autor recientemente fallecido, nos muestra una Murcia flamenca comparable en actividad a Sevilla o Málaga. Aportó datos muy notables con referencias a los más notables artistas de la época: El Jinovés (1840), Chilares, Silverio, El Canario, Pedro El Morato, El Rojo el Alpargatero, Concha la Peñaranda, Julián Arcas, Trinidad Cuenca, Juan Breva, Paco el de Lucena, El Mochuelo, La Trini, El Marmolista, Fernando el de Triana, Paca Aguilera, El Canario Chico. También reveló Gelardo datos sobre la actividad en los cafés cantantes entre 1880 y 1900.
Pedro Fernández Riquelme en su trabajo titulado La tradición flamenca del municipio de Murcia y su entorno huertano nos da muchas pistas sobre cómo se inició la práctica flamenca en la provincia murciana:
Murcia es la ciudad huertana por antonomasia. Sus pequeñas y familiares explotaciones agrícolas, anejas al casco urbano hasta el punto de confundirse con él, iban acompañadas por un peculiar folclore, muy parecido al del resto de la Región y sureste español. A medida que ha ido despareciendo la huerta, el folclore asociado a este tipo de vida corría el riesgo de extinguirse. Pero las peñas huertanas, ayudadas generosamente por la administración pública, lo han sabido conservar para las nuevas generaciones: música, trajes, aperos y gastronomía. Las parrandas, las murcianas, las jotas, las malagueñas….han servido de caldo de cultivo para que decenas de artistas se especializaran en el flamenco a partir de este folclore.
Artistas cartageneros como Guerrita o Fanegas han sido también notables cultivadores de los estilos mineros y su merecida fama propició que se propagaran por la geografía española contribuyendo a que otros muchos artistas no murcianos los cultivaras, como es el caso de Manuel Vallejo, El Cojo de Málaga, Pepe Marchena o Juan Valderrama, por citar colosos en la práctica de estos estilos. No en vano la Murciana le debe mucho al Cojo de Málaga, siendo quien configuró ese cante tal y como hoy lo concemos.
Otro artistas a tener en cuenta es El Nene de las Balsas, nacido en Murcia en 1869 y cultivador de los cantes de madrugá que muchos creen que está en el origen de las tarantas clave en la interpretación de los cantes mineros, pues nace en Murcia, en el Barrio del Carmen, y no en Cartagena ni La Unión, y en la temprana fecha de 1869. Además, dominaba los enigmáticos cantes de madrugá y variados tipos de malagueñas, entre otros estilos flamencos, pudiendo ser discípulo del gran Rojo El Alpargatero. Su temprana muerte en Bullas a causa de una pleuroneumonía, sesgó la vida a un artista importante en la génesis de los cantes mineros, pues conocía el folclore y era reconocido como intérprete flamenco.
Más recientemente Antonio Piñana, Pencho Cross, Encarnación Fernández, son nombres que están ya entre los mejores intérpretes de esta familia de cantes mineros que han venido a enriquecer el repertorio flamenco y que, hoy por hoy, figuran entre los preferidos del público todo ello debido también a la repercusión que ha ido adquiriendo el Festival de La Unión.