Málaga es La Bella pero también es, como la bautizó Manuel Machado, La cantaora, y por algo será esta denominación. O como dijera Salvador Rueda: … cantas como ninguna ciudad del mundo. La provincia Malagueña y la capital han dado históricamente muestras más que de sobra para que la consideremos crucial en el origen y desarrollo del género flamenco. La contribución de esta provincia, de los cantaores, tocaores y bailaores malagueños, al repertorio del flamenco es abundante en cantidad y en la calidad de sus aportaciones. No solo en el cante por malagueñas, donde sin duda se lleva la palma, sino también en otro muchos derivados del fandango cantable andaluz, en los tangos e incluso en las bulerías y cantiñas.
Siendo como es tierra de fandangos no hay que desdeñar, ni querer ocultar, la preeminencia del fandango cantable en el repertorio malagueña. Desde los orígenes del género Málaga y los malagueños han contribuido enormemente a la consolidación de estilos derivados del fandango andaluz que ha hecho suyo y, seguramente lo que es más importante, ha servido de modelo a otras variantes, como son las granaínas o los cantes llamados de Levante, que no dejan de ser malagueñas de Granada o malagueñas mineras, en el caso por ejemplo de las tarantas. La malagueña flamenca, de compás libre y melodía melismática, sirvió de modelo en la configuración flamenca de diversos cantes que hoy por hoy tienen un lugar de honor en el repertorio jondo.
La provincia malagueña tiene además lugares señeros que debemos consignar como esenciales para entender el desarrollo del flamenco en la provincia, por una parte la capital, principal foco de creación y desarrollo profesional del flamenco desde los primeros años del género, la localidad costera de Vélez-Málaga donde vio la luz el principal impulsor de los cantes malagueños a quien Málaga debe su incursión definitiva en el género artístico andaluz, Antonio Escalona, para el arte Juan Breva.
Por su parte la localidad de Álora, cuna de cantaores tan importantes como El Canario o El Perote, también tiene su lugar reservado en la geografía del flamenco malagueño, y, cómo no, la preciosa ciudad de Ronda, vértice fundamental del triángulo entre Cádiz, Sevilla y Málaga, cruce de caminos, encrucijada del flamenco y cuna de uno de los primeros flamencos de la historia, Cristobal Palmero, conocido como El Tobalo de Ronda.
Cantes de Málaga son los verdiales, las malagueñas, las rondeñas y las jaberas. También las bandolá que, según José Luque Navajas
Así lo afirmaba Hipólito Rossy
Por su parte la rondeña plantea desde hace unos años una discusión entre los estudiosos sobre si debe su nombre a la ciudad de Ronda o se refiere a los cantos de rondar tan extendido por toda la geografía española. Tanto una como otra teoría sobre el origen del estilo, lo cierto es que en Málaga encontramos hasta cuatro diferentes variantes de rondeña
Otra modalidad, seguramente de las más antiguas del repertorio es la jabera