Uno de los estilos que han caído en desuso oriundo de Asturias y que se cultivó en una época en la que las canciones tradicionales de otras regiones españolas e hispanoamericanas eran adoptadas por los cantaores para incluirlas en su repertorio. La flamencología ha visto en la introducción que hacía Gabriel Macandé para su pregón de los caramelos (A la salida de Asturias) el germen de este cante. Lo cierto es que aparece en la discografía antigua interpretada por artistas señeros como el Cojo Luque, El Mochuelo, María la Talegona y, sobre todo, el Niño de la Rosa Fina de Casares, de quien se conserva una versión antológica y es la que ha servido de modelo a las grabaciones que vinieron después. La guitarra en esta grabación recrea las escalas de la gaita gallega/asturiana en un intento de crear la atmósfera adecuada, tal y como hizo Sabicas en su Gallegada.
Antonio Pozo El Mochuelo la registró en cilindro de cera con una melodía que siguieron otros cantaores, como los citados para crear la versión flamenca. Siguiendo esta línea estilística debemos citar en este contexto la asturianada y la montañesa de El Niño de la Isla que grabó Carmen de la Jara, El Peluso (bulerías asturianas) y Sebastián El Pena (asturianas flamencas). Por su parte La Niña de los Peines grabó unas asturianas y unas bulerías de Mieres con estos aires.