Las tonás que, según una idea muy extendida, cantan los gitanos en sus fraguas de Cádiz, Jerez y Sevilla/Triana, se conocen como martinetes. Su denominación puede proceder del martillo con que trabaja el gremio de los herreros, o bien de los fuelles gemelos que se utilizan en las fraguas que se llaman así. El estudioso Pierre Lefranc apunta cómo unos enormes martillos manipulados por varias personas se usaban para clavar las estacas en la construcción del arsenal de La Carraca en San Fernando se conocían como martinetes, de ahí que vea como antecedente del nombre del cantable dicho martillo.
El martinete es un cante valiente que normalmente se hace proyectando la voz por una sucesiva escala ascendente –sobre todo el llamado martinete redoblao-, aunque a veces se interpreta con menor efusividad dejando para el alarde final una toná grande o la debla.
Suelen iniciarse con un onomatopéyico tran-tran, remedando el sonido del martillo sobre el yunque.
En su calidad de estilo poderoso es impensable, aunque por ahí lo encuentren escrito, que el martinete se cante mientras se trabajaba sobre el hierro. En verdad se hacía en los descansos, por ejemplo, durante las esperas para que el hierro se calentara al fuego y sobre todo después de la faena ya en la taberna.
En el concurso de Cante Jondo celebrado en Granada en 1922 se incluyen los martinetes junto con las carceleras como cantes a interpretar y fue a partir de entonces cuando se puso en valor el estilo y comenzó a formar parte del repertorio de los cantaores profesionales.
Estilos
Pierre Lefranc se refiere en su libro a cuatro tipos diferentes de martinete según la estructura melódica. De estos modelos predominan los dos primeros, siendo el tercero y el cuarto mucho menos frecuentados por los cantaores flamencos.
Martinete de origen
Este martinete, también conocido como martinete natural, se suele interpretar al principio de una tanda como cante de salida, para después hacer el modelo siguiente, el que deriva de una soleá antigua. Lefranc hace hincapié en el íntimo parentesco entre este modelo de martinete y el canto de llamada a la oración que se realiza en la religión musulmana bajo el nombre genérico de Adhan, parentesco que amplía también al primer tercio del primer estilo de soleá atribuida a Joaquín el de la Paula y que encontramos además en una de las seguiriyas atribuidas al jerezano Manuel Molina.
En este vídeo podemos apreciar las similitudes entre estos cantes y el Adhan y los cantes referidos.
A este modelo responden las versiones de El Gloria (Nadie diga que es locura…), Manolo Caracol (Estaba yo en el calabozo… o Tú me estás dando motivo…), Juan Talega (Dices que tú a mí no me quieres… y Sentaíto estaba yo…), Antonio Mairena (Me metieron en una sala… y Si los huesos a mí me partieran…), Borrico de Jerez (A mí me llamaban el loco…), José Menese (Lo sacaron amarrao…), Juan Varea (Plaza de San Salvador…) o Manuel Agujetas (Si los huesos a mí me crujieran).
Martinete derivado de soleá antigua
En palabras de Lefranc esta forma muy flexible, abierta tanto a un ambiente confidencial como a la amplitud, se canta a menudo en las dos provincias de Sevilla y Cádiz. Su posición en la doble posteridad del cante precedente (se refiere al martinete de origen) y de la soleá más antigua conocida (?) sugiere como período de aparición el siglo XIX.
Este modelo lo podemos escuchar en la versiones de El Culata (La lunita crece y mengua…), El Gallina (Dios con ser Dios lo temió), Caracol (De querer a no querer…), Talega (Yo no quiere más memoriales…), Mairena (serían las cuatro de la mañana…), Matrona (Toíto se me volvían perdías…), Borrico (Si la momaíta mía de mis entrañas…), Agujetas (Estando yo preso en Cái… y Que a uno lo amarraban por las manos…), o Menese (Y así murió Juan García…).
Martinete derivado de soleá corta
Posiblemente una derivación del cante anterior, este martinete tiene un claro parentesco, como apunta Lefranc, a la soleá corta de tres versos. Se puede tratar no obstante de cantes de pura experimentación sobre elementos ascendentes y descendentes. De las tres formas es la menos frecuentada por los cantaores, y está principalmente localizada en el área de Jerez de la Frontera.
Este modelo lo encontramos en grabaciones de El Diamante Negro (¡Desgraciaíto de aquel!…), Terremoto (Que yo no soy aquel quien era…) o Fernando de la Morena (Por callecitas oscuras…).
Toná del Petate
Lefranc apunta un cuarto modelo de martinete que más que en su estructura musical se encuadra en este grupo debido al tema de las letras que toca, de carácter carcelario. Emparentado con el martinete de origen creé el estudioso francés que podría ser anterior a las precedentes. Su recuperador fue Juan Talega que se lo mostró a Mairena, aunque también aparece en el repertorio de larguísimo cantaor Antonio El Chaqueta.
Se puede escuchar en grabaciones de Talega (Sentaíto estaba yo en mi petate… y Me llevaban a mí en conducción…), Mairena (Y que no podría entrar en mi casa…, ¿Y quién sería aquella gitana?… y Y como yo me sentaba solito…) y El Chaqueta (Y yo no sé cómo tú tienes el gusto…).
Otra modalidad es la saeta por martinete que se canta normalmente dentro del modelo del martinete de origen o natural.
Existen además en la zona de Los Puertos unos antiguos martinetes-corridos, que se decían consecutivamente, tomándole el pié un cantaor a otro, y que siguen un triste argumento carcelario.
Se cantan, como todas las tonás, libres, sin un compás determinado. Sin embargo, la versión bailable que realizó Antonio Ruiz El Bailarín, eligiendo el compás de la seguiriya para realizarlo, ha generalizado la interpretación del martinete sobre la métrica seguiriyera.
Al contrario que las tonás, los martinetes se realizan en tono mayor aunque con frecuentes guiños al modo melódico correspondiente al frigio andaluz.
La copla es una cuarteta octosílaba (romance) y se canta sin repetición de ningún verso en el martinete natural y con repeticiones cuando se hace redoblado, de ahí su nombre.
Martinete de Triana
A estos habría que añadir un cuarto tipo que podemos llamar Martinete de Triana que grabó Pepe El Culata.
Macho del Martinete
Los martinetes suelen rematarse con un macho (aquí Lebrijano), una letra de cierre. El más popular es una confirmación de cristiandad, lo que abunda en la idea de cómo los llamados gitanos de Andalucía la Baja tuvieron que dar muestra de adorar al Dios de los cristianos
Los martinetes suelen rematarse con un macho, una letra de cierre o remate. El más popular es una confirmación de cristiandad, lo que abunda en la idea de cómo los llamados gitanos de Andalucía la Baja tuvieron que dar muestra de adorar al Dios de los cristianos.