Es uno de los estilos más líricos cuya cabal recreación necesita, además de inspiración, maestría canora, o sea cantar por derecho. Como antecedentes de la malagueña podemos apuntar a las tiranas y los fandangos boleros que se cantaron para acompañar el baile en el siglo 18, así como las rondeñas primitivas (cantos de rondar?) y los fandangos de Málaga la cantaora.
A lo largo de todo el siglo 19 la malagueña será uno de los estilos más populares y solicitados por el público en los espectáculos de numerosas capitales hispanas, logrando entrar a formar parte del repertorio más popular. Ya en los años treinta del siglo 19 Estébanez Calderón nos habla de un tipo de fandango, la malagueña al estilo de la jabera. Ese podría ser el estilo cantable, para escuchar, que pudo configurar modelos cercanos a la malagueña flamenca.
Bajo el nombre común de malagueñas debemos diferenciar entonces dos tipos, por una parte, los fandangos cantados existentes en Málaga desde finales del 18, y por otra la versión flamenca que surge hacia 1870 en las recreaciones, entre otros, de Juan Breva., esto es, la malagueña de origen, con acompañamiento abandolao, y la propiamente flamenca, libre de compás.
Las malagueñas han dado lugar a un frondoso árbol de variantes dentro del flamenco, y es uno de los cantes flamencos de mayor dificultad. Las diferencias entre ellas se basan en la melodía del cante. Cada cantaor/creador compuso (fijó) una melodía concreta (casi siempre sobre una letra determinada), aportando giros y matices propios, una mayor o menor ornamentación de los versos melódicos.
Como cantes de autor que son, las malagueñas trascienden lo geográfico para enmarcarse en el ámbito de lo personal, no obstante, hay localidades que han dado malagueñeros ilustres que merecen ser citadas, por supuesto la capital malagueña, la localidad de Álora, cuna de ilustres cantaores como El Canario o El Perote o Vélez Málaga, población donde nace el pionero del cante por malagueñas, nada menos que Antonio Escalona, para el arte Juan Breva. Y ya en la provincia gaditana, Jerez por ser cuna del gran Antonio Chacón y la capital, donde nacen El Mellizo y Fosforito el Viejo.
Para la clasificación de las malagueñas nos guiamos por el trabajo que ha realizado Jorge Martín Salazar.
En Málaga será Juan Breva quien comience a difundir los aires todavía abandolaos de la zona y que a poco tiempo darán paso al resto de los grandes cantes por malagueñas. Las llamadas bandolás y verdiales del Breva serán los que marquen la pauta. Primero la bandola corta, después la bandolá larga (Malagueña 1 de Juan Breva). Un tercer estilo atribuido a Juan Breva se corresponde con el conocido como Verdial de Vélez. Este cante tiene una gran similitud con el conocido como fandango del Albaicín o fandango de Frasquito Yerbabuena, lo que sugiere que el cantaor granadino se inspiró en el cante de Juan Breva para su creación.
Martín Salazar clasifica como Malagueñas viejas un modelo arcaico como el que grabó en 1910 el Niño de la Isla con la guitarra de Ramón Montoya. Este mismo cante lo grabó Pastora Pavón también con la guitarra de Montoya.Otro modelo de malagueña vieja según Martín Salazar es que grabó Paca Aguilera. Y un tercer modelo de malagueña vieja grabado por El Pena padre. Y como malagueña vieja encontramos también una variante que más bien parece un jota que un fandango malagueño, se trata de la llamada zarabanda que grabó la Rubia de las Perlas en 1914, una belleza.
La primera malagueña netamente flamenca, ya sin compás, pudo salir de un cantaor no malagueño, el genial Enrique el Mellizo, de Cádiz, cuya forma solemne y dramática adoptó cadencias del polo de Tobalo, y en opinión de José Manuel Gamboa ya podrían estar en la malagueña de una tal Dolores, gaditana también, de la que nos habló Estébanez Calderón. Entre las grabaciones antiguas la versión de Garrido de Jerez y la de El Niño de la Isla, cantaor que seguramente nos transmite la más fiable malagueña doble del Mellizo. Un cante atribuido por unos al Niño del Huerto y por otros al Marrurro, lo interpreta Canalejas de Puerto Real en el estilo corto del Mellizo. Así mismo Manuel Vallejo, que la comienza como su fuera a cantar un taranto. Seguramente Aurelio Sellés es quien ha popularizado esta malagueña. Cuando la Malagueña del Mellizo se interpreta en tonalidades altas y valientes se conoce como doble, tal y como nos la dejó Pericón de Cádiz (a la que nos hemos referido antes del Niño de la Isla). Una presunta inspiración religiosa que tuvo Enrique El Mellizo
Otra piedra fundamental en los orígenes de la malagueña flamenca es el cante creado por el Canario de Álora. Su fallecimiento prematuro nos privó de un creador nato que sin duda hubiese dejado joyas al repertorio. Nos queda un cante de gran belleza y lirismo, adoptando la costumbre de comenzar la copla con la última palabra del primer verso.
Martín Salazar atribuye a la cantaora malagueña Trinidad Carrillo La Trini seis cantes, Luque Navajas tres y Pepe Navarro también cuatro. Para Blas Vega los cantes de La Trini derivan de las malagueñas de Chacón, teoría que Salazar no comparte. Núñez de Prado considera a la Trini como a Chacón pero en mujer. Algunos se practican habitualmente con esa atribución. El primero, el más conocido, tiene un fuerte aroma minero. El segundo estilo considerado como producto de la colaboración de Trinidad con Fernando de Triana. El tercer estilo atribuido a La Trini no convence generalmente a algunos estudiosos que la consideran una versión de quien la recuperó, el cantaor Ángel de Álora. El cuarto estilo se conoció como malagueña de la Rubia o malagueña del Pena Padre.
Otro estilo antiguo de malagueña es el atribuido al maestro Ojana, de la que hizo una versión antológica Manuel Vallejo con la guitarra de Miguel Borrull.
Hablar de malagueña y flamenco es hablar del genio creativo del jerezano Antonio Chacón. Impuso su magisterio y se situó como indiscutible maestro. Su legado es la mejor muestra. Al primer estilo de Chacón se refiere Fernando de Triana como el cante preferido de Chacón cuando lo hacía con su letra favorita A dar gritos me ponía. Se aprecia la herencia de su maestro Enrique El Mellizo. El segundo estilo del jerezano, en opinión de Blas Vega deriva de otro de la Trini, siendo atribuida por Rafael Romero a la cantaora malagueña. El tercero de los estilos de Chacón se conoce como Malagueña Grande y contiene todos los elementos propios del arte del genial cantaor jerezano, grandes melismas y elaborada estructura melódica. Es la más personal y la grabó una única vez, en 1909. El cuarto estilo es el que mayor difusión ha tenido. La graba Chacón en 1925 y Pepe Navarro la considera una versión de la del Maestro Ojana. El quinto corresponde con el estilo inspirado en el cante de El Canario (Chacón no la grabó). Hay un sexto estilo, que suele aparecer en la discografía indistintamente como Granaína y malagueña y que tampoco grabó Chacón, y de la que conocemos una magistral versión del maestro Enrique Morente con la letra Se me apareció la muerte, y que ya había grabado Pastora y Vallejo con la letra A buscar la flor que amaba.
También fueron muy populares los cantes de Fosforito de Cádiz, que llegó a competir con Chacón en los cafés cantante, actuando a horas diferentes a fin de que los aficionados pudiesen asistir a los recitales de ambos genios gaditanos cantando por Málaga. El primer estilo lo grabaron, entre otros, el maestro de maestros Pepe Marchena y el segundo Cayetano Muriel con Ramón Montoya.
Fernando el de Triana nos legó un cante que se conoce como taranta-malagueña que también hemos querido incluir aquí y de la que hizo una magnífica versión la inefable Pastora Pavón.
No hay un acuerdo definitivo sobre este cante. Concha la Peñaranda era seguidora de el Rojo el Alpargatero, de ahí los aromas mineros de este cante. Lo cierto es que tuvo y tiene gran aceptación por los artistas y la afición. Pepe de la Matrona la grabó con la letra clásica de Ni quien se acuerde de mi.
El resto de estilos clasificados por Martín Salazar los podemos escuchar aquí.