Existe un antiguo género de la música española muy extendido desde el siglo XVIII llamado polo que aparece en las tonadillas (también llamado caballo español o caballito) que evolucionó hacia un modelo que a principios del 19 dejó fijado el tenor y co mpositor sevillano Manuel García. El de más fama fue el que incluyó en El poeta calculista, que se conoce como el polo del contrabandista que suele estar el repertorio de tenores y sopranos.
José Cadalso en sus Cartas Marruecas (1773) pone en la voz de un joven las siguientes palabras: …en sabiendo leer un romance y tocar un polo, ¿para qué necesita más un caballero?, atribuyendo carácter instrumental al género. Pocos años después el conde de Noroña, en 1779, lo describe como el quejumbroso polo agitanado, apuntando que sin quejumbre el polo es gachó, payo y no gitano. Cotarello y Mori nos transmitió los siguientes versos procedentes de un entremés anónimo de mediados del siglo 18:
En Portobello te amé, / en la Veracruz te vi, / fui a Buenos Aires muriendo / y en Lima te dije así: / Si tu quisieras/ charupa mía / yo te arrullara / y te llamaría; / si tú me amaras/ serías solo/ quién te tocara / y bailara el polo. / En la Habana, mi vida, / cantan así: cacharro faquiel faro / sirano chaqua/ catuleberí. / Pase por tonadilla; / quédese aquí.
La versión popular, que derivará pronto en la flamenca, está documentada desde los años veinte del siglo 19 en la prensa gaditana interpretados por Antonio Monge El Planeta a quien, no en vano, Estébanez Calderón llamó El Rey de los Polos.
En cuanto al polo flamenco se ha recuperado una referencia al polo gaditano de 1805 para cantar a la guitarra que pudiera ser el antecedente del que aparece anunciado el 22 de julio de 1824 en el Diario Mercantil de Cádiz: El Sr. Manuel Bernal cantará acompañándose con la guitarra el polo de Tobalo, y otras canciones del mismo estilo.
Estamos pues ante uno de los estilos netamente flamencos que se han podido documentar en fecha tan temprana. La geografía del polo flamenco tenemos que situarla entonces, primero en Ronda, por ser presuntamente de esa localidad malagueña el cantaor Tobalo, junto a la variante gaditana y la jerezana. Así se fueron forjando los elementos que después han pasado al repertorio, cristalizando en las variantes que hoy conocemos, a saber, el polo natural
Una vez que cristalizaron los estilos por soleá, seguramente muchos de los elementos de los polos antiguos, de Ronda, Cádiz, Jerez y el de Tobalo, algunos de sus elementos rectores se disolvieron en cantes por soleá, o más bien en las llamadas soleares apolás que, hoy por hoy, suelen estar concentradas en el ámbito de la soleá de Triana.
En relación a su factura musical estamos ante una de las primeras canciones que usan el modo flamenco como modo armónico en el acompañamiento y en la melodía. El compás, como en la caña, es el mismo de la soleá y las letras la de soleá grande, estrofa de cuatro versos octosílabos algunos versos extraídos del romancero.
La brillante versión del malagueño Antonio de Canillas nos ofrece dos cantes, primero el que él llama polo de Ronda (a lo mejor se trata del que hemos documentado cantado en Cádiz por Alonso Monje en el Cádiz de 1828), y después el de Tobalo en una versión por to lo alto, con la misma letra que canta Matrona en la anterior versión, Tú eres el diablo romera, aunque con un diseño melódico claramente diferente, más valiente.
Soleá apolá
Hay además un tipo de soleá, que Fernando Quiñones atribuyó a Paquirri el Guanter, soleá apolá, que no es más que un cante mixto de soleares y polo con el que se remataban cañas, polos y antiguas malagueñas. Es un estilo especialmente valiente de soleá, probablemente de estirpe malagueña, aflamencadas en Cádiz y refinadas en Triana.
La policaña
La policaña, así llamada por contener motivos de ambos cantes en su melodía y cadencias, es un estilo valiente y que precisa de facultades excepcionales, como las que siempre tuvo el gran Enrique Morente.