Llegamos al final de este curso en el que hemos analizado los estilos flamencos y las principales variantes de cada uno de ellos. Llega el turno a aquellos que por su estructura musical y su origen no pueden ser encuadrados en ninguno de los cinco complejos hasta aquí estudiados, pues no son tonás, no son seguiriyas ni soleares, no son tangos ni fandangos, pero eso sí, todos proceden directamente del repertorio tradicional, son canciones que se hicieron cantes por mor de la interpretación que de ellos en su día hicieron sobresalientes artistas flamencos. Nos referimos a los villancicos, la bambera, las sevillanas, la alboreá, los campanilleros y la praviana.
Las canciones de calendario
Las ferias y romerías andaluzas, sobre todo a partir del mes de abril, tienen en las sevillanas su música característica, desde Sevilla para toda Andalucía las seguidillas sevillanas tienen el cetro de este tipo de celebraciones, destacando entre ellas la romería de la Virgen del Rocío o la Feria de Abril en la capital andaluza.
Las alboradas y canciones de boda que celebran los gitanos se denominan alboreás, repertorio de especial importancia ya que al parecer es una de las fuentes melódicas del universo jondo. Las que se cantan en Cádiz y en Granada han pasado al repertorio jondo y, aunque se comenta que no se debe interpretar fuera del ámbito de la boda gitana por ser algo suyo. No obstante las preciosas melodías de las alboreás vienen siendo interpretadas en diferentes espectáculos flamencos, siempre reportando su origen.
A este repertorio dedicamos estas últimas páginas que, no por estar al final del curso tienen menos importancia. Son, como todos los estilos flamencos, música jonda solo que generalmente están muy unidas al calendario, de ahí que a nadie se le ocurra cantar un villancico en agosto, una alboreá en un bautizo, o una saeta en navidad. Una muestra de cómo el repertorio de cantes, toques y bailes flamencos cubren con creces todas las actividades humanas.