La polisemia
El Diccionario de Autoridades de 1735 define el fandango antiguo como baile introducido por los que han estado en los reinos de Indias, que se hace al son de un tañido muy alegre y festivo. Por su parte Basilio de Losada, en sus Glorias de Azara, en 1852 ’ afirma que luego que volvieron de América los primeros españoles que la conquistaron, introdujeron en la Península una porción de costumbres de aquellos países y entre ellas lo hicieron del Fandango, baile que aun hoy se ejecuta de la misma suerte que el primer día.
Pero cuando hablamos hoy de fandango nos referimos al cantable basado en un ostinato armónico, común a buena parte de las variantes, y sobre esa rueda de acordes se interpretan los diferentes cantes (en verde el cantable en modo mayor, en rojo las variaciones de guitarra en modo flamenco).
Muchos fandangos locales lograron aflamencar su acento y entraron a formar parte del repertorio flamenco, alejándose de su origen popular dotando a la melodía original del aroma jondo adecuado a cada estilo. En ese proceso surgen variantes de fandangos comarcales que pronto se consolidarán como cantes flamencos, como rondeñas, malagueñas, granaínas, cantes de levante como las tarantas. Ya en el siglo 20 surgirán los fandangos personales también llamados naturales.
Entre todos debemos destacar la malagueña, ya que fue de los primeros fandangos que se presentaron como cantes flamencos, dando lugar a un frondoso árbol de variantes y, lo que es más importante, funcionaron como prototipo de la mayoría de los cantes derivados del fandango andaluz que se cultivan en las provincias orientales de Andalucía. Estilos como las tarantas, cartageneras y granaínas tienen en la malagueña flamenca el modelo musical para pasar de fandango local a cante flamenco. Ese aflamencamiento comienza mediado el siglo 19, cuando el ritmo abandolao, propio de las primitivas malagueñas forjadas por el pionero en estos cantes, Juan Breva, pasa a interpretarse ad libitum. Es entonces cuando se viene a denominar a esta forma de interpretar las malagueñas como malagueña nueva, frente al antiguo concepto de cante abandolao.
La Jabera es quizá uno de los estilos con los tercios más largos del flamenco. Nombrada ya por Estébanez Calderón en su Baile en Triana en los años 30 del siglo XIX, donde se cantaron unas malagueñas al estilo de la javera. Asimismo, la rondeña perteneció primero al cancionero popular andaluz antes de aflamencarse definitivamente, y es preciso apuntar que hay una expansión de diversas variantes del género por toda la geografía andaluza durante el siglo XIX. En opinión de Arcadio Larrea, es la rondeña el primer fandango andaluz que aparece individualizado, distinguiéndose por su valentía. Fernando el de Triana apunta la rondeña como género puntero en el repertorio del cantaor sevillano Silverio Franconetti como ha quedado documentado, en concreto la rondeña de El Negro.
El cante por granaína se debe al aflamencamiento de algún fandango de Granada. También se conoce la media granaina que, como su nombre indica, es una versión liviana del cante grande, que sirve de preparación. No obstante, estos términos han sido intercambiados en los créditos discográficos y hoy se conocen a la inversa, la media se refiere es el cante largo y granaína el corto de preparación
La murciana a la que se refirió Cotarello y Mori está posiblemente emparentada con algún tipo de cante minero que influyó en la definitiva estructuración de la taranta, al igual que la levantica, en las que el Cojo de Málaga tuvo mucho que ver. Y cómo no el Taranto, un cante que grabó Manuel Torre como Rondeña. Otra variante es la cartagenera, una suerte de malagueña de Levante.