A fin de diferenciar correctamente de qué estamos hablando cuando nos referimos a un estilo concreto de cante, toque o baile, debemos antes concretar los distintos términos que vamos a utilizar en este curso.
Cuando hablamos de género musical en referencia al flamenco, estamos hablando del género flamenco, un todo que integra múltiples estilos con una estética musical común que responde a una serie de parámetros que nos hace identificar qué es o no flamenco cuando escuchamos una música concreta.
Los estilos, comúnmente llamados palos, son las distintas especies musicales que se han ido definiendo en el repertorio y que se caracterizan, además de responder a los principios estéticos propios del género flamenco, por unas especiales formas de compás, armonía o tempo musical que define a cada uno de ellos.
Cada estilo del género flamenco tiene además variantesmás o menos numerosas. Así si hablamos del estilo de las malagueñas, diferenciaremos entre las variantes del Canario, Chacón o La Trini, respondiendo principalmente a la melodía particular que los grandes maestros de aquella época crearon y fijaron para dar esplendor al estilo.
La versión de cada variante de un determinado estilo del género flamenco es la que interpreta un cantaor en concreto. Así no es la misma versión la que hace Pastora Pavón de una variante de soleá como la de El Mellizo, que aquella que realiza su hermanoTomás o el mismísimo Manuel Torres, tres versiones de una variante del estilo de soleá, en este caso la primera atribuida a El Mellizo por soleá.
El género se define pues como un corpus de estilos que tienen en común determinados principios estéticos que podríamos resumir, en palabras de José Manuel Gamboa, como el arte del jipío con sentimiento. Las diferencias entre los distintos estilos vienen definidas principalmente por el compás que cada uno utiliza, el modo armónico en que se acompaña y la velocidad del tempo musical que los caracteriza. Las variantes se definen por la melodía del cante. Saber distinguir esas melodías entre una variante y otra será uno de los méritos más reconocidos entre la afición. Esa melodía, como es natural, define a su vez la rueda de acordes propia que cada variante, siempre dentro de los parámetros que definen el estilo en cuestión. Así las cantiñas se diferencian unas de otras por las distintas melodías que cada variante tiene, y que condicionan los acordes con los que cada una se acompaña. Y por fin, la versión de cada variante la otorga el propio intérprete que, como cantaor de flamenco, está obligado a hacerle cositas al cante, a fin de dotar a la variante de un estilo que esté interpretando el sello personal adecuado, y que no convierta su interpretación en una mera repetición de una versión anterior, sino que logre moldear la suya propia.
El flamenco es fruto de la inspiración individual de artistas concretos, muchos de ellos no identificados pero, al tratarse de una música artística, es decir, creada, compuesta, por los artistas del género, la tenemos que considerar como música de autor, aunque su medio de transmisión no sea escrito sino oral. Queda mucho camino por recorrer aun para identificar a los autores de cada uno de los cantes del flamenco, pero poco a poco vamos avanzando en esta línea, y más pronto que tarde una buena parte del repertorio estará clasificado según su creador o en algunos caso su principal recreador y transmisor.
El flamenco se nos ha vendido muchas veces como una expresión popular anónima, como si el colectivo pudiese crear música, siendo el acto de la creación algo individual, íntimo podríamos decir. Con el paso del tiempo hemos visto cómo en realidad fueron los cantaores, Mellizo, Chacón, Nitri, Serneta, lo que compusieron los cantes que, insistimos, de forma oral han sido transmitidos en el tiempo y el espacio. Lo mismo ocurre también, aunque en el cante están los artistas más reconocidos como creadores, en el toque, y también en el baile, donde además de los pasos que conforman las coreografía, y que son difíciles de identificar quién y cuándo se crearon, como decía Antonio Gades, lo importante no es el paso, sino lo que hay entre paso y paso.
Esta letra que escribió Manuel Machado muestra cómo de fácil es la transmisión oral y qué rápido se diluye el creador en el colectivo popular
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor